La Castellana atestiguó el desempeño de la Fundación Teatro Nacional
Crónica de una muerte anunciada revivió el universo sensual y trágico creado por Gabo
La compañía franqueó con éxito la frontera entre la historia narrada y la actuada
ARTURO JIMENEZ ENVIADO
Santafe de Bogota, 27 de marzo. La compañía colombiana Fundación Teatro Nacional cumplió las expectativas en torno de su puesta Crónica de una muerte anunciada, basada en la novela del Nobel Gabriel García Márquez, y franqueó con méritos la difícil frontera ubicada entre una historia narrada y otra historia actuada.
Adaptada por Fabio Rubiano y dirigida por Jorge Alí Triana, el universo mágico, sensual, entrañable y, en este caso, trágico del Gabo pudo verse, oírse y hasta olerse en un Teatro Nacional La Castellana ocupado hasta en sus pasillos, pese a que esta obra lleva más de un año de temporada y a que ya se ha puesto fuera de Colombia.
Uno de sus principales logros es la escenografía en forma de ruedo taurino, donde los hermanos Vicario sacrificarán a Santiago Nasar en ''legítima defensa" por el honor perdido de su hermana Angela.
Dominada al fondo por la fachada de una iglesia, esta plaza de toros es también la fachada de la casa de Santiago y de su madre. El ruedo, literalmente polvoso, será al mismo tiempo las calles del pueblo, la taberna, la habitación nupcial, el juzgado.
García Márquez, ingeniero del tiempo
Otro acierto fundamental es el traslado dramatúrgico que Rubiano y Triana hicieron de la compleja y atractiva labor de ''ingeniería" temporal con que el autor de Cien años de soledad dotó a su breve historia.
Esto es: la maravilla de saber el final desde el principio y no perder la tensión narrativa, un tiempo que avanza y retrocede y se yuxtapone en un vértigo creativo paralelo a la acumulación de los hechos mediante versiones encontradas.
''El día que te van a matar, Santiago Nasar, te levantarás a las 5:30 de la mañana a esperar el buque que traerá al obispo", canta un coro al modo del teatro griego clásico. ''Lo están buscando para matarlo", dicen unos, mientras otros reflexionan:
''En el fondo de su alma quería que lo mataran."
Y los gemelos Vicario: ''Vamos a matar a Santiago Nasar".
Presente, futuro y pasado de una muerte que todos sabían, menos la víctima, fundidos para estructurar y desestructurar una narración bien llevada al escenario. La convencional ''gráfica de desarrollo dramático" presa de la locura de una espiral.
De este modo, los 15 actores de esta obra de la Fundación Teatro Nacional, de Fanny Mickey, recrean una atmósfera de los años 50 en el trópico colombiano para ofrecer una tragedia que, como reza el programa de mano, ''reflexiona con poesía sobre los prejuicios sociales, la irracionalidad de la violencia, los códigos morales y la complicidad del silencio".