ECONOMIA MORAL
Julio Boltvinik
Un viaje al año 2022
La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente
La máquina del tiempo
MI AMIGO ROGER me invitó a su casa de la colonia Del Valle el primero de diciembre de 2001, con un entusiasmo tal que, a pesar de mis prevenciones, no pude resistirme. Me dijo que por fin "lo había logrado". De ahí mis prevenciones. Roger había desarrollado varios inventos técnicamente exitosos, pero desde hace 10 años trabajaba en una locura: la máquina del tiempo. Me llevó a una habitación en la que había una especie de cápsula espacial. Me dijo que me asomara por la ventanilla, tras la cual vi un gato con un collar muy raro. Sin decir más, conectó la máquina y me pidió que no despegara mi vista de la ventanilla. En unos cuantos segundos vi desaparecer -incrédulo- al gato. -ƑDónde está? -le pregunté-. En el año 2016 --contestó sonriente. Me convocó para el día 16, para el regreso del gato al presente. La máquina usaba un combustible que no se podía almacenar y Roger tardaba--en su laboratorio--15 días en fabricarlo.
ESPERÉ ANSIOSO LA cita. En cuanto estuvimos en la sala del tiempo, me pidió que me asomara a la ventanilla, conectó la máquina y, en unos cuantos minutos, apareció el gato. Estaba muy huraño y flaquísimo. Devoró los alimentos que Roger le ofreció. Poco a poco, Roger me fue convenciendo que emprendiera un viaje similar. Lleno de terror le dije que aceptaba, que me trasladara al año 2022. Me colocó un collar como el del gato en el brazo izquierdo. Me advirtió que no lo dañase o destruyese y que, cumplidos 15 días exactamente, estuviese yo en un radio de 2 kilómetros del sitio de la máquina o ésta no podría volverme al presente.
Encerrado en el 2022
ENTRÉ A LA CAPSULA y Roger la encendió deseándome la mayor de las suertes. Recobré el conocimiento en la habitación de una oficina. La oficina estaba vacía, aunque era de día y, según me había informado Roger, era jueves. Recorrí la oficina, traté de salir pero me lo impidieron cerrojos tan impresionantes que sólo me había imaginado existirían en una cárcel. No había ventanas que se pudieran abrir, sólo algunas ventilas, y cualquier intento de romper un vidrio me enfrentaría a un sistema de alarma que no encontré cómo desconectar. Cuando, al hojear papeles en la oficina, descubrí que habían empezado las vacaciones que terminarían el 4 de enero, me di cuenta que pasaría mis dos semanas en el año 2022 encerrado en una oficina.
ME ATERRORIZO LA posibilidad de sufrir hambre. En mi recorrido anterior había visto una cocineta pero no había visto alimentos. Apresuradamente, me dirigí a ella, abrí cajones y, afortunadamente, había café, leche en polvo, galletas y algunos alimentos chatarra. Realicé un inventario y, a partir de él, formulé una dieta muy austera que me permitiría sobrevivir. Quedaba un problema no resuelto: qué iba a hacer durante esas dos semanas. La observación de la realidad alrededor mío estaba descartada. Desde las ventanas sólo se veían las demás torres del conjunto de oficinas. La única población que podía observar eran los policías que vigilaban el conjunto de torres. Me sorprendió, sin embargo, notar que estaban fuertemente armados con unas armas para mí desconocidas.
CONTINUE HURGANDO POR la oficina -un piso completo bastante grande-. Había una gran cantidad de computadoras, un televisor extraplano que ocupaba una pared completa del privado más lujoso de la oficina, y muy pocos papeles que no estuvieran bajo llave. Entre los que encontré, pude deducir que se trataba de una oficina que prestaba servicios de consultoría económica. Se me iluminó el rostro. A la mejor encontraba información que me permitiera conocer la situación del país y del mundo. Tuve que forzar cajones de escritorios, archiveros y libreros y, al fin, encontré algo que me entusiasmó: varios discos compactos rotulados en inglés, "indicadores económicos", "mediciones de pobreza", "indicadores sociales", "cuentas económicas", "estadísticas de población".
Información prohibida
ME SENTÉ ANTE la computadora del que parecía el jefe (o jefa) de la oficina para leer los discos compactos. Me pasé tres días tratando de descifrar las computadoras y el software que tenían, muy diferentes a los actuales, pero con la mismas marcas de hoy. Por fin, cuando pude ver en la pantalla la información, me quedé atónito: en el monitor aparecía siempre un letrero, en inglés, "Información confidencial. Su uso y divulgación por personal no autorizado constituyen un delito federal". Entendí entonces los letreros y los complejos aparatos de revisión que se encontraban junto a las puertas de esta oficina, para evitar que los empleados copiasen la información. La intensidad de mi actividad aumentó mientras en mi mente no podía dejar de preguntarme: "ƑCómo diablos pasamos de la apertura de la mayor parte de la información económica y social a partir de los últimos gobiernos priístas a convertir su uso en un delito? ƑHabíamos caído en una dictadura?"
Población estancada
DE LOS CENSOS y encuestas de población, en los que todas las variables estaban rotuladas en inglés, obtuve una primera conclusión que hizo que mi angustia creciera enormemente. La población total del país entre el año 2005 y 2020 había permanecido casi sin cambio, en alrededor de 106 millones de personas. Recordé que, según las proyecciones de Conapo la población de 2020 sería de 122 millones de personas. Analicé las estadísticas vitales y encontré parte de la explicación: hacia 1995 los nacimientos -que habían caído abruptamente- se habían igualado con las defunciones, que habían aumentado mucho. Las tasas de mortalidad de todos los grupos de edad habían revertido su tendencia histórica y habían empezado a crecer a partir de 2006.
DEJÉ PENDIENTE EL análisis de las causas de este ascenso en la mortalidad para cuando tuviese un panorama de lo que había pasado con las condiciones de vida de la población, y me concentré en el descenso abrupto de la natalidad. Estudié las pirámides de edades de 2005, 2010, 2015 y 2020. Entre 2010 y 2015 había una reducción drástica del número de personas entre 20 y 40 años de edad. ƑQué pasó con esos millones de hombres y mujeres en plena edad reproductiva? ƑSe fueron del país? ƑHubo una guerra con gran cantidad de muertos? Dada la similitud de la disminución entre los sexos supuse que la hipótesis más viable era la de emigración, la cual no pude comprobar porque, al parecer, las preguntas sobre migración se habían eliminado de censos y encuestas. En esta contracción drástica del grupo en edades más fértiles encontré la explicación de la baja abrupta en las tasas de fertilidad.
Estancamiento y robotización
LA INFORMACION ECONOMICA, que en seguida me puse a analizar, me mostró que el producto interno bruto (PIB) disminuía, con pequeños periodos de recuperación, desde 2002 hasta 2020. Los sectores y ramas más afectados -con decrecimientos que rebasaban el 5 por ciento anual- eran los que producían bienes y servicios básicos: agricultura, ganadería, industria alimentaria, textiles, construcción, transportes, etcétera. Otras ramas crecían: las orientadas al mercado externo y las productoras de bienes y servicios suntuarios. En casi todas, sin embargo, disminuía el empleo, salvo en algunas ramas de servicios muy especializadas, como de protección y seguridad, compañías de seguros, funerarias, casas de bolsa y casinos. Calculé la productividad del trabajo por ramas y observé que en algunas crecía muy aceleradamente. Supuse que la robotización estaba avanzando en ellas. Esto explicaba que, a pesar del estancamiento en la población total, la desocupación hubiese llegado a 15 por ciento de la población económicamente activa, tasas nunca vistas en la historia del país.
EL PAIS HABIA adoptado el dólar como la moneda de circulación oficial. La inflación había cedido su lugar a la deflación. En la mayor parte de los años el índice general de precios al consumidor, igual que el implícito del PIB, disminuía. Las tasas de interés nominales eran muy bajas. El gasto público estaba siempre por debajo de la recaudación, de tal manera que había superávit público todos los años. La deuda externa e interna eran despreciables.
Placeres para la elite
LA ACTIVIDAD FEBRIL fue cediendo y me invadió la depresión. Empecé a pasar más y más horas viendo la televisión. La mayor parte de las estaciones eran de paga y transmitían en inglés, incluso los programas producidos en México, como noticiarios, telenovelas y reality shows. En estos canales había frecuentemente, en todo tipo de horarios, escenas de sexo en vivo. Los comerciales ocupaban una parte muy importante del tiempo de transmisión en las horas de alto rating y casi todos eran en inglés. Anunciaban complejos aparatos electrónicos, vinos y licores caros, automóviles de lujo, robots para el trabajo doméstico, armas de fuego, dispositivos de seguridad y de espionaje, clubes de erotismo colectivo, drogas, dispositivos para aumentar el placer sexual. No había comerciales de refrescos, ni de comida chatarra, ni de detergentes, ni de ningún artículo de consumo popular.
Prohibiciones para las masas
LA TELEVISION POPULAR era en español. El lema de estas estaciones privadas era el orgullo de transmitir en español Transmitía telenovelas, películas, actos deportivos y musicales, sin escenas eróticas. Los noticiarios celebraban los éxitos de la gestión gubernamental en turno, mostraban con todo detalle los actos deportivos y la vida y pensamiento de los héroes del deporte, la nota roja y cómo los estadunidenses aplastaban en guerras electrónicas a los países rebeldes y a las bandas terroristas. En lugar de comerciales, en los cortes se mostraban anuncios oficiales que le recordaban a la población lo que no podía hacer y las penas si lo hacía: poseer armas; entrar a las zonas residenciales y otras restringidas sin salvoconducto; viajar entre ciudades sin permiso; cambiarse de domicilio sin avisar a la policía; circular sin la CURP (que, al parecer, era una tarjeta electrónica que contenía la historia de vida de la persona y que los policías leían en unas máquinas portátiles que portaban consigo); salir del país; pedir limosna; vender cualquier cosa en la vía pública; permanecer en la calle sin circular; expresar su opinión; renunciar a su trabajo; formar grupos numerosos fuera de los lugares expresamente indicados; besarse y otras expresiones eróticas en la vía o lugares públicos. Después del recordatorio pasaban las imágenes, en vivo, de las ejecuciones y sentencias del día. Otra parte de los anuncios indicaban a la población (supongo que mayoritaria) de habla hispana lo que debía hacer para conseguir bienes y servicios básicos: cuáles eran los requisitos para los bienes y servicios gratuitos, dónde acudir, qué tramites realizar, cuánto pagar.
Pauperización generalizada
AUNQUE MI DEPRESION aumentaba, me puse a analizar los indicadores de bienestar social. Primero analicé los salarios. Los salarios mínimos habían desaparecido en 2006 después de un descenso adicional entre 2002 y 2005. Los salarios promedio de 2020 eran 50 por ciento de los de 2002. Mi estado depresivo aumentaba. "Seguramente, pensé, eso sólo refleja los salarios monetarios. En cambio, las transferencias en especie deben haber aumentado sustancialmente". Me dispuse, pues, a analizar la información referente a educación y salud. Me encontré con un panorama que me hizo sudar frío.
Educación y salud focalizados
LAS ESCUELAS PUBLICAS habían disminuido su participación en la educación básica (incluyendo la preescolar), desde más de 90 por ciento a finales del siglo XX, hasta sólo 30 por ciento en 2020. El resto era privada. (Al parecer convirtieron la educación pública gratuita en un servicio focalizado, sólo para pobres extremos, que por lo que pude captar en la tv tenían que demostrar que eran pobres extremos y que sus padres habían acumulado los puntos de trabajo requeridos). Pero cada dato que veía era peor que el anterior. Había desaparecido la educación media y media superior pública. Toda era privada. La matrícula en educación superior era menos de la mitad que la del 2000.
HABIAN DESAPARECIDO LAS instituciones de seguridad social, de tal manera que los servicios de salud se clasificaban en privados sin prepago, privados con prepago (seguros de salud), beneficencia privada y públicos focalizados. Los focalizados cubrían alrededor de 30 por ciento de la población. En materia de seguridad social, las Afore cubrían solamente a 25 por ciento de la población contra 58 por ciento en 2000.
Añorar el presente
A CADA MOMENTO deseaba más y más volver al presente y hacerme a la idea que mi viaje al año 2022 había sido sólo una pesadilla. Me aterrorizaba la idea que Roger fuese incapaz de regresarme al presente, con lo cual el 4 de enero sería arrestado y, seguramente, ejecutado, por mis graves faltas y por todo lo que sabía.
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