Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 29 de marzo de 2002
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Cultura

Escenificación de la obra del escritor ruso a cargo del grupo The Nations State

Débil, la presencia de los temas predilectos de Chéjov en La gaviota dirigida por Zholdak

El público se preguntó por el desamor, el suicidio y la necesidad de ser de los personajes

ARTURO JIMENEZ ENVIADO

Santafe de Bogota, 28 de marzo. La carga simbolista dada por Andrii Zholdak a su versión de La gaviota, de Anton Chéjov, es quizá la debilidad mayor de esta puesta, pues como es sabido el autor de El tío Vania marcaba distancia ante esa tendencia.

En cambio, el mayor atractivo tal vez radique en el atrevimiento y el espíritu de experimentación con que este director de la compañía rusa The Nations State Theatre construyó su propuesta.

Quizá por ello es que esta visión de La gaviota ha sido una de las más concurridas del octavo Festival Iberoamericano de Teatro, aunque al final el público del teatro William Shakespeare se preguntara: ''Es muy interesante y atrevida pero, Ƒdónde está Chéjov?"

Cuestionamiento severo hecho tal vez en referencia a la débil presencia de temas importantes de la obra (desamor, suicidio, desesperada necesidad de ser de los personajes) o a la ausencia de la fuerza y la complejidad con la que el escritor ruso dotó a sus personajes y situaciones, o quizá al machacante despliegue de un efectismo dramático, corporal, escenográfico y técnico (sobre todo mediante sonidos).

Una historia sobre el talento

No obstante, la atrevida puesta de Zholdak no deja indiferente al espectador e incluso en varias escenas logra sacarlo de la confusión, el estrépito y la estridencia que permea la obra para llevarlo a los terrenos del lirismo y el dramatismo de la historia.

Un ejemplo de ello sucede cuando el joven escritor Tréplev, tras la retirada de su amada Nina, emprende el acarreo paulatino de media docena de maletas yendo y viniendo por sobre una silla, una mesa movida por otros personajes y, del otro lado, una segunda silla.

Quizá la clave para acercarse al indudable esfuerzo de Zholdak se encuentre en sus propias palabras: ''La gaviota se convierte en una historia sobre el talento y sobre la gente con alas de gaviota y el resto de la multitud que carece de alas y talento. También es una obra sobre la eternidad del talento".

Para la misma compañía rusa la puesta de Zholdak es ''una interpretación brillante, osada y excéntrica" que retoma ''algunos planteamientos de Stanislavski en relación con las exigencias que éste hacía a los actores cuando les pedía comunicarse también a través del movimiento, las miradas, etcétera".

Y argumenta: ''El director se propuso experimentar con la habilidad del actor para buscar nuevos medios de expresión".

Como sea, el impacto de esta obra en el público podría resumirse en las palabras del crítico y director de la compañía Teatro Libre, Ricardo Camacho, quien reflexiona:

''El tremendismo de la calistenia y la parafernalia artificiosa aplastan cualquier asomo de acción interior y la complejidad y el carácter contradictorio, suavemente matizado, de los personajes. Casos patentes son los de Trigorin, el escritor, de alguna manera alter ego de Chéjov, convertido en energúmeno vociferante, y Arkádina, la lánguida y temperamental diva de teatro de medio pelo, irreconocible tras la extravagante gesticuladera".

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