Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 30 de marzo de 2002
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Cultura
Se cumplen dos décadas de la primera edición de su libro Funciones teatrales

Azar concebía la educación como el servicio público más trascendental para la sociedad

RENATO RAVELO

La educación, sostenía Héctor Azar hace veinte años, ''es el servicio público de mayor contenido y trascendencia que debe caracterizar a una sociedad en permanente proceso de transformación. El crecimiento, para ser seguro, debe ser lento y cauteloso, paulatino, firme en la búsqueda constante de las verdades referidas a la realidad que vive el conglomerado social".

Por estos días se cumplen dos décadas de la primera edición de Funciones teatrales, libro de largo aliento en el cual el fundador del Centro de Arte Dramático, AC (CADAC), repasa la circunstancia teatral que lleva al siglo XX, en ocasiones de manera cronológica y en otras de forma temática.

Escenario e introspección

Héctor Azar (1930-2000) presentó el texto donde somete a la reflexión crítica la búsqueda teatral del siglo XX, simbólicamente en las instalaciones de la sede del CADAC en Atlixco, Puebla, tierra donde nació y desarrolló su proyecto educativo, formativo y cultural.

Y no obstante el paso del tiempo, sus reflexiones conservan vigencia:

¿Cuál podría ser, en el mundo actual, la verdadera aportación del teatro para que el hombre lo sienta útil a sí mismo?, se pregunta el dramaturgo, para responder: ''La asistencia al teatro se torna verdadera en tanto acudimos a él a observarnos en los otros, en las caras y los cuerpos de los actores que representan a gentes y cosas de la vida, para que desde el escenario nos ayuden a entendernos a nosotros mismos".

A tiempo advierte: ''Una dirección que mayor imperativo requiere el arte en nuestro país es su orientación hacia la provincia. Quizás los actos culturales que la capital produce con fiebre y frenesí llegaren a constituir la respuesta esperada por parte de los habitantes de las provincias de México, muertos de tedio, al éxodo continuo de aquellos que ven en el 'centeo' la única oportunidad de mejorar su vida".

El volumen contiene como en una de esas conversaciones de Azar que tuvo la gracia de regalar todo como en un torrente: la información mezclada con la opinión, la fuerza con el humor, el dato histórico provocador con la alegata en favor de sí mismo, en contra de la historia, dispuesto sin embargo a condescender al razonamiento.

Apuesta seria y discutible

Héctor Azar emprendió en 1955 las primeras acciones del teatro universitario en Coapa, para luego ser director teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes, fundador del grupo Trashumante y alejarse finalmente para fundar su Centro de arte Dramático en 1975, espacio desde el que ejerció lo mismo la política que la dramaturgia.

Conforme se acerca al momento actual, el libro va perdiendo esa formalidad con la que se describe el teatro isabelino, con categorías muy definidas, para centrarse en el aporte que hace la generación de Azar, en la importancia de La Cabra, publicación sobre teatro que desapareció en los años 70. Incluso contiene una parte en la que describe el método y fundamento pedagógico del CADAC.

La publicación de Funciones teatrales hace 20 años resultó sin embargo un acontecimiento cultural, como apuesta seria, vigente y discutible sobre la disciplina teatral basada en la recia personalidad de un creador que hace dos años dejó los escenarios visibles.

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