Teresa del Conde
Multiestables
Con ese título José Castro Leñero presenta, desde el pasado 13 de marzo, una selección de obras recientes en la galería Oscar Román. El tema es el rostro y lo viene tratando desde hace algún tiempo. No se trata de retratos (salvo en un caso: el de Rebeca Gómez Chao) ni de rostros miméticos. Todos sus trabajos han sido sometidos a un proceso de decodificación y recodificación en el que están involucradas varias disciplinas: la sicología de la gestalt, la teoría de la percepción, el diseño computarizado, la fotografía y desde luego la pintura; buena pintura, hay que decirlo.
El resultado pertenece al rubro del reciclamiento, ya se trate de imágenes ''consagratorias" y hasta cierto punto fetichizadas, que son creaciones de artistas del pasado o de otras que provienen del presente: la prensa, las revistas, la televisión. Aunque no lo sé a ciencia cierta, creo que al proponer esa mezcla (imágenes multirreproducidas, a veces casi irreconocibles, con imágenes anónimas, pero que corresponden a personas que existen) se está indicando que todos esos rostros guardan igual nivel de realidad, si bien podría pensarse que sólo los ''consagrados" pervivirán tal cual, porque ya no pueden cambiar. Hay uno (está entre las mejores piezas de la muestra) que hace pensar en Xipe Totec y en todos los desollados; tendríamos que es a partir de la piel (aunque se trate de la piel de la pintura) que se configura la máscara, en tanto que la propia piel es reciclable pues puede recibir otra, en determinadas zonas, procedente de un conglomerado distinto elegido por el autor.
A raíz de mi gusto por las identificaciones disfruté mucho al comentar las fuentes originales, cuando las había, el día de la inauguración: este es el Cristo de Emaus, de Caravaggio, que está en la Galería Nacional de Londres; esta es la Venus, de Boticelli, y hay otra más en la sala adjunta que no se parece nada a ésta, aquí un Cristo de El Greco parece que está mezclado con Autorretrato de Delacroix; esta es una ''Verónica" (no taurina) también de El Greco.
Sólo en un caso no podía encontrar el referente y pensé que no lo había, porque me tomó tiempo registrar la fisonomía escondida en los patterns de tipo pos-impresionista -un poco a la Seurat- que hacían pensar simplemente en una pintura abstracta, texturada, saturada. Había que mirar en sesgo (no demasiado) y tomar un solo elemento a partir del cual la figura se aparecía: era el Cristo de Velázquez (Prado), aquel con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo. El hecho de que la imagen no se me revelara hasta pasado cierto tiempo, me hizo caer en la cuenta de que son los vértices del triángulo integrado por los dos ojos, las fosas o el final de la nariz y la hendidura de la boca los puntos que conforman una fisonomía estable. Ninguna de las piezas exhibidas, salvo el retrato mencionado y alguna otra, es identificable de primera mano. En eso consiste su ''multiestabilidad", las ve uno de un modo y alternando la visión puede ver otra composición en ellas.
Además de las pinturas, en una sección aparte, el pintor exhibe monotipos que se complementan con una serie de imágenes digitales pero no referidas a las que forman un estadio en la producción de los cuadros. Son conclusivas por ellas mismas y están muy bien impresas, pese a que el impresor se ''estrena" de algún modo como impresor de artistas con estos trabajos. En el momento presente funcionan también como monotipos, pues se me informó que no hay tiraje. Me pregunto, si lo hubiera, Ƒqué decisión tomaría el artista? ƑCuántas imágenes digitales pueden imprimirse de modo que su multirreproductibilidad se corresponda con la de la gráfica? Creo que eso tardará en suceder.
La gráfica tradicional ha ganado mucho más campo, no obstante que las imágenes digitalizadas pueden ser de lo más atractivas. Entre las que se exhiben hay una que se volverá predilecta, pues corresponde a la muchacha con arete de perla de Vermeer, misma que dio lugar a la novela de Tracy Chevalier del mismo nombre.
(Multiestables concluirá exhibición el 12 de abril.)