Retrato de un desconocido
José Hierro
Tuvo unas barbas húmedas, marinas,
Y pálida y desnuda era la frente.
Adorador del fuego del poniente
Entre las piedras de las propias ruinas...
Viajero en alas de las golondrinas
Se desnudó a la luz resplandeciente.
Desnudo -nuevamente adolescente-
Con el dolor jugó a las cuatro esquinas.
La carne está en su ocaso. Queda el gesto.
Es la luz su mejor libro de texto
Y reza, rosa a rosa, su rosario.
Ama las horas porque borran huellas
En la serenidad, y en las estrellas
Estudian su futuro itinerario.