Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 7 de abril de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Cultura
Bárbara Jacobs

Es el viento al pasar

De lo más difícil que he enfrentado es declarar con sencillez que lo que busco es la verdad. Y no es tan difícil declararlo como aceptar que tu cuerpo te lo recuerde cuando flaqueas y estás por resignarte a una media verdad. 0 toda la verdad, o nada, te dices, sin querer oírlo. Quería escribir sobre Tolstói, de hecho escribí unas páginas alrededor de la complejidad que plantea la síntesis de su filosofía de vida, "Vivir de la manera más sencilla posible", a la vista de que no la alcanzó sino apenas unos días antes de morir, y ¿cómo iba entonces a transmitirla a sus hijos, a los que había educado mientras él buscaba cómo educarse a sí mismo?

Digamos que esto iba bien; pero simultáneamente quería hablar de la inocencia, de si es una cualidad innata del ser humano y entonces por qué la pierde; o de si en cambio se trata de una cualidad que, cuando se da, sólo se da en los años de infancia, y entonces el adulto que la conserva es un perturbado, puesto que no la sustituyó con la madurez. Leía lo escrito sobre Tolstói y sus hijos y lo veía trunco; le faltaba el tema de la inocencia, y no veía cómo entretejérselo si no era hablando de Marilyn Monroe.

¿Qué digo? La imagen de Marilyn Monroe deteniéndose la falda que el aire de un extractor del metropolitano le hacía volar a través del enrejado sobre el que el director de escena hizo parar a la actriz para filmarla inclinándose hacia adelante y deteniéndose la falda que el aire le levantaba de los pies hacia arriba, irrumpía de modo espontáneo en mi mente al tiempo que yo procuraba hablar de la inocencia en relación con Tolstói.

Toda la verdad consiste en oírla y decirla; y, si oía a Marilyn Monroe, ¿cómo callar lo que me decía? Entender la verdad no es tan necesario como decirla completa. Así que mi inquietud de encontrarla me quitó el sueño y en la madrugada me condujo a entresacar de un montón de libros en espera de ser leídos la autobiografía de Carson McCullers, inacabada, y que se publica por primera vez a más de treinta años de la muerte de su autora, autora igualmente del cuento "¿Quién ha visto el viento?", que recoge una canción de cuna que contesta, "Ni tú ni yo: Pero cuando los árboles inclinan su cabeza hacia adelante, el viento está pasando".

Oí a una pequeña de nueve años declarar que ya no la preocupa que le levanten la falda. ¿Quién te la levantaba? "El viento", respondió con naturalidad, ajena a cualquier noción de que existiera ninguna otra causa que se la levantara. ¿Y por qué ya no te preocupa? A la vez que se levantaba la falda, contestó que porque ahora usaba pantalones cortos debajo de la falda.

El papá de Carson McCullers se refirió a su hija como, "Una niña ingenua", o lo que es lo mismo: inocente, o sencilla, o natural , o infantil. De ahí que Carson aceptara con naturalidad que la chispa creadora fuera un misterio; de ahí que se preguntara cuáles son las fuentes de lo que ella llama "iluminaciones". "A mí me llegan después de horas (meses, años) de búsqueda y de mantener mi alma lista", a la espera de recibirlas. Son lo que pone en marcha "Mi larga búsqueda de la verdad de un cuento; lo que ilumina el largo camino" que implica escribir esa verdad.

Carson recorre su vida con sencillez. Se detiene en recuerdos, como el de la ocasión en que, para satisfacer un deseo de Isak Dinesen, de visita en Nueva York, Carson le organiza en su casa una cena para que conociera a Marilyn Monroe, y Marilyn, en su candidez, pregunta a la anfitriona si debe llevar escote o no. Carson se refiere también a las lecturas de su vida, y recoge por ejemplo las últimas palabras de Tolstói, dedicadas a su hija: "Quiero que recuerdes que en el mundo hay muchos otros hombres además de León Tolstói, y que éste que estás viendo morir no es sino un León entre los otros", palabras que, como el viento a los árboles, habrán hecho que la hija inclinara la cabeza hacia adelante, aunque no sé si precisamente para dejarlas pasar.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año