Antonio Gershenson

ƑDar clases a otros países?

Cuando el canciller Jorge G. Castañeda fue llamado a comparecer ante la Cámara de Senadores, ya sabía que unos días después ese mismo órgano legislativo tendría que votar sobre si autorizaba o no la salida del país del presidente Vicente Fox Quesada. Sin embargo, rechazó la invitación diciendo que estaba muy ocupado. Este fue el punto culminante de una actitud del Poder Ejecutivo, desde el principio del sexenio, de menosprecio a las cámaras, en las cuales su instituto político, el Partido Acción Nacional (PAN), estaba y está en minoría.

El hecho es que hubo tensiones entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, que ya existían pero que alcanzaron ahora un nivel de agudeza que obliga al gobierno federal a tomar más en cuenta a los legisladores.

También se ve, en el fondo, que se trata de romper con la política de autodeterminación y no intervención. Uno de los puntos ha sido la "predilección" del secretario de Relaciones Exteriores por la parte más agresiva del exilio cubano, y el que se pretenda condenar a Cuba por cuestiones de derechos humanos. Con la falta de diplomacia, por no decir otra cosa, que se apreció en la reunión de Monterrey, el problema se hizo notorio. Se ha mencionado al respecto que hay conflictos relacionados con los derechos humanos en todo el mundo: Medio Oriente; México, con la impunidad de las matanzas de Aguas Blancas y Chiapas, o con la tortura; con los mexicanos en Estados Unidos, etc., sin que ese secretario de Estado se tome la molestia de hacer campaña al respecto o sumarse a una supuesta condena internacional.

Aquí queremos abordar el asunto desde otra perspectiva: ƑQuién nos dio el derecho de juzgar qué país debe ser condenado por problemas de derechos humanos? ƑQuién le dio al gobierno mexicano, al estadunidense o a cualquier otro la facultad de decidir qué conflictos de garantías en la materia deben ser motivo de condena internacional y cuáles no?

Creo que, en vez de pretender dar clases a otros pueblos asumiéndonos como grandes maestros, debemos aprovechar nuestras relaciones internacionales para aprender de ellos. En vez de tanta soberbia, un poco de humildad. Pongo sólo dos ejemplos, en América Latina, para no ir más lejos.

El primero es Argentina. Un modelo económico similar al que se ha implantado aquí, desde que los tecnócratas llegaron al poder, pero más extremo, "reventó" y dejó un país arruinado, con una población casi sublevada. ƑAcaso no tenemos nada que aprender de esa experiencia, por lo menos para tratar de evitar problemas como los que se dieron allá?

El segundo: Venezuela. Un sistema de partidos fracasó en la solución de los problemas del país, y los votantes optaron por una opción distinta sufragando abrumadoramente por Hugo Chávez, ex militar que se aliaba con un sector de la izquierda. Lo primero que nos llegó de ese relevo fue un cambio en la política de precios internacionales del petróleo. El antiguo régimen había estado aumentando la producción de crudo, como se hacía también aquí y en otros lados, aunque eso saturara el mercado, hiciera bajar los precios petroleros y redujera el ingreso real de nuestras naciones.

El gobierno de Hugo Chávez, en cambio, intentó defender esos precios, junto con el resto de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), a la que pertenece Venezuela, pero además buscó y logró la coordinación con México y Arabia Saudita. No podemos olvidar que los acuerdos de esas tres naciones fueron uno de los puntos de partida del proceso que ha permitido una recuperación sólida de los precios petroleros. El costo anual, para no hablar de plazos cortitos, en 2000 y 2001 ha sido el doble del promedio de los cinco años anteriores.

Luego en Venezuela se emprendió un camino de reformas. Se renovaron la legislación y el Poder Legislativo. Ya más recientemente se expidieron más de 40 leyes que incluyeron, entre otras cosas, la reforma agraria y medidas de recuperación del papel del Estado en la industria petrolera.

Los dueños de los canales de televisión y otros intereses afectados emprendieron una fuerte campaña contra el gobierno de Chávez, que ahora culmina con un golpe de Estado. ƑAcaso no es una experiencia importante?

Una de las muchas cosas que podemos aprender de ésas y otras experiencias es el hecho de que, en última instancia, el que califica a un gobierno es su propio pueblo. Si el pueblo rechaza un sistema de partidos o un modelo económico éste quedará reprobado, aunque del exterior haya recibido diplomas y menciones honoríficas.