José Antonio Rojas Nieto
Maracaibo en la noche... desde lejos
Maracaibo en la noche...desde lo lejos... Así comienza
ese alegre pregón venezolano que canta la vida cotidiana de las
plazas en la capital petrolera de Venezuela en el estado de Zulia, en el
que se encuentra el rico lago de Maracaibo, que desde principios de siglo
albergó compañías extranjeras que perforaron y extrajeron
los famosos crudos que prestigian ese hermosísimo país del
Delta del Orinoco y del Macizo de las Guyanas.
Sí, ahí donde se producen desde 1917 los
crudos pesados Ambrosio y Cabimas; y desde 1926 y 1930 los
referentes Tía Juana y Bachaquero; en ese vital país
en el que se tocan y cantan los golpes tocuyanos, los polos cumaneses,
los valses andinos y los calypsos guayaneses; y en el que viven amigas
y amigos queridísimos ?de Maracay, de Valencia, Puerto Ordaz y de
Caracas (Welkis, Tito, Henry, Alex)? de tan estimada influencia, allí
mismo se vive una de las más dramáticas y terribles crisis
políticas recientes de América Latina.
Y por más que se diga que se trata de una situación
que no ha sorprendido y que varios ya veían venir, nada, absolutamente
nada, justifica el golpe de Estado en Venezuela que lo tiene dividido en
dos: por un lado, las cúpulas y una clase media que se sintió
agredida por Chávez y, por otro, las masas empobrecidas, crecientemente
despreciadas por aquellos. Se trata de un golpe que ni siquiera se justifica
con lo que amigos venezolanos caracterizan como lamentables errores e imprudencias
de Chávez, al menospreciar el reclamo de los trabajadores de cuello
blanco de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA),
quienes se le enfrentaron por el nombramiento de una nueva junta directiva
que pretendía mayor control gubernamental de una de las más
importantes empresas petroleras del mundo, cuya producción actual,
cercana a 3 millones de barriles al día, le permitió convertirse
en algunos momentos ?¡oh paradoja¡? en el principal abastecedor
de Estados Unidos, compartiendo oscilantemente ese lugar con Arabia Saudita,
pero ?¡sorpréndase!? también con México, que
en algunos meses recientes ocupó ese lugar.
Paradójico también resulta que los golpistas
estén encabezados y apoyados ya no sólo por ese bloque de
dirigentes corporativos empresariales, bancarios, financieros, eclesiásticos
y obreros, sino por algunos de los mismos compañeros militares de
Chávez, para conformar lo que el corresponsal de Le Monde
en Caracas llama "un gobierno de caricatura", encabezado por el dirigente
de la cúpula empresarial.
Asimismo, resulta paradójico que una de las formas
legal bajo la cual se trata de justificar este golpe sea la del artículo
328 de la Constitución bolivariana, aprobada recientemente en un
referéndum nacional, y según el cual es justificable una
rebelión de militares en caso de violación de los derechos
humanos de la población. Y eso, precisamente eso, es lo que hoy
se discute en Venezuela a propósito de la decena de lamentables
muertes de este jueves, cuya responsabilidad aún se debate intensamente.
Y frente a esta triste situación no se puede menos
que lamentar ?como bien lo señala el director del Instituto de Altos
Estudios de América Latina en París, Jean-Michel Blanquer?
esa especie de maldición reciente en cada vez más países
de América Latina, en los que se han experimentado profundas crisis
de gobernabilidad: en Ecuador frente a Jamil Mahuad; en Perú frente
a Alberto Fujimori; en Argentina frente a Fernando de la Rúa, y
ahora en Venezuela frente a Hugo Chávez y esos golpistas encabezados
hoy por el máximo dirigente de las cámaras patronales (Fedecámaras).
Y menos aún ignorar el respaldo estadunidense a este golpe, que
nos hace recordar ?salvadas todas las diferencias?, el golpe contra Salvador
Allende.
Un respaldo que sigue al enojo de nuestros vecinos del
norte por la mayor proximidad de Venezuela a Arabia Saudita y su ánimo
por fortalecer a la OPEP, cuyo futuro se pudiera tornar muy incierto si
?como ya señalan varios especialistas? la coalición que tiene
el mando actual en el país de los polos margariteños no sólo
tomara distancia de las políticas recientes de control de la producción
(apoyadas por cierto y pese a todo por México) sino ?como ya se
especula? decidiera salir de la OPEP.
Esto ya lo reconocieron los eufemísticamente denominados
mercados, que esta semana hicieron descender el precio del crudo en cuatro
dólares, y que hoy ?gracias a esa acción que violenta la
vida democrática de Venezuela? se tornan más seguros para
los grandes consumidores que ya veían la mezcla OPEP cerca de los
30 dólares por barril. Resultó intolerable que la OPEP se
fortaleciera. Resultó intolerable que se impulsaran con éxito
acuerdos entre productores que llevaron el precio de la mezcla mexicana
de exportación de poco más de siete dólares, en diciembre
de 1998; a poco más de 27, en septiembre de 2000, y que en estos
días, nuevamente, trataban de recuperar el descenso por las acciones
que la habían colocado en 14 dólares a finales del año
pasado.
México debiera tomar severa distancia de acciones
golpistas como la de este jueves en la noche y exigir que lo antes posible
se manifieste la autodeterminación del pueblo venezolano.
Como siempre, sería lo menos frente al relampagueo
del país del Zulia.