Recibe pésima atención en una clínica del ISSSTE, "porque no hay nada qué hacer"
Denuncian maltrato a un seropositivo en Aguascalientes
JENARO VILLAMIL
El 4 de abril pasado, un joven de 28 años, hermano de Martha Elena Valle Rodríguez, acudió a la clínica familiar del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en la ciudad de Aguascalientes; presentaba un cuadro de emergencia: dolor en el estómago, vómito, diarrea y jaqueca intensa. Cuatro días después volvió y los médicos del ISSSTE se negaron a atenderlo.
La semana siguiente retornó a la clínica, pero lo que era un cuadro atendible se convirtió en grave: el 14 de abril había perdido la vista, sufría convulsiones y no podía controlar las manos. Hasta el día siguiente los médicos informaron a los familiares que el joven tiene VIH/sida. Sin embargo, el director de la clínica, Juan Antonio Luna, se negó a firmar un oficio para solicitar un médico internista y les dijo que en este caso "no hay nada qué hacer", más que "brindarle atención para que ya no sufra".
En una carta enviada a la organización civil Falcons, Valle Rodríguez denuncia la desatención que sufrió su hermano en el ISSSTE y solicita un "trato digno" para su ser querido, que hoy sufre "la negligencia, desinterés y discriminación a que es sujeto".
El panorama para este joven y para las personas que viven con VIH/sida en Aguascalientes es desolador, indican miembros de ONG de la entidad. Recientemente, el Instituto Mexicano del Seguro Social suspendió los exámenes de carga viral para los derechohabientes seropositivos, y las clínicas del ISSSTE carecen de exámenes de conteo de células CD4 y carga viral, que miden la progresión de la enfermedad. La situación de Valle Rodríguez constituye un caso extremo de estas carencias y desatención.
En su relato, Valle Rodríguez indica que el 4 de abril compañeros de trabajo de su hermano lo ayudaron para ingresar al ISSSTE. Ahí, después de una revisión superficial, le informaron que los dolores de cabeza y los vómitos se debían a una posible salmonelosis, infección en la garganta y sangrado en la orina. Regresó a su casa en las mismas condiciones. El 9 de abril presentó convulsiones. La familia lo acompañó a la clínica de emergencias del ISSSTE, donde le realizaron unos estudios. El 10 de abril los médicos lo trasladaron a una habitación sin condiciones higiénicas adecuadas.
Las condiciones de salud se agravaron. Para el 14 de abril, escribe la hermana, "él ya ha perdido la vista por completo, el oído, tampoco puede hablar, se le traba la lengua y no controla sus manos ni su cuerpo. Esto ocasiona que él ya no se pueda mover y mucho menos levantarse de la camilla". Agrega que pidieron a una enfermera "una bata, sábanas limpias y un pañal para cambiarlo. Enojada, ofensiva y grosera, respondió que no tenía más sábanas limpias, que lo obliguemos a ir al baño, y que tampoco tiene pañales, que si queremos unos, los compremos de nuestra bolsa porque ellos no tienen presupuesto".
Al día siguiente, la familia acudió al sindicato del ISSSTE. Un dirigente platicó con la doctora Ana Zapata y ella comentó que en el instituto "no cuentan con un especialista en la enfermedad" del joven. Hasta ese momento los familiares se enteraron de su condición seropositiva.
El 17 de abril los familiares se entrevistaron con el director de la clínica, José Antonio Luna, quien les dijo que podían llevar al médico internista que quisieran, pero que no les firmaría ningún oficio ya que "para ellos no hay nada qué hacer en el caso".