Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 20 de abril de 2002
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Cultura

Juan Arturo Brennan

Un gran Réquiem portugués

Lisboa. Fundada en 1150 para conmemorar la reconquista de la ciudad de manos de los moros, la Catedral de Lisboa es un austero templo de estilo románico, situado a mitad del camino en la cuesta que lleva desde la parte baja de la ciudad (la Baixa) hasta el castillo de San Jorge. Como casi todos los templos de aquella época, la Sé de Lisboa (así llaman allá a las catedrales) tiene entre sus principales cualidades una acústica hospitalaria y resonante. En ese rico ámbito sonoro, entre las recias columnas y los pétreos muros de la catedral lisboeta, ocurrió hace algunas semanas un acontecimiento muy significativo para la música portuguesa: la primera ejecución en Portugal del Réquiem a seis voces de Duarte Lobo (ca. 1565-1646).

Conocido también como Eduardo Lupus, versión latina de su nombre, Duarte Lobo fue quizá el más importante polifonista portugués del Renacimiento; sus obras fueron conocidas, reconocidas y admiradas por toda la península ibérica, y se difundieron en el resto de Europa gracias a las ediciones de sus partituras realizadas por la casa Plantin de Amberes.

La ejecución del Réquiem de Lobo en la Catedral de Lisboa estuvo a cargo del Coro de Cámara de la Universidad de Lisboa, cuyo preciso y disciplinado director, José Robert, comentó que los datos históricos y musicológicos indican que, en efecto, la obra no había sido cantada anteriormente en Portugal, por lo cual este estreno nacional tuvo una importancia singular. Este Réquiem de Lobo es una misa de muertos austera, contemplativa, de gran belleza, en la que el experto entramado polifónico nunca atenta contra la claridad del texto o su intención dramática. En este sentido, tal y como ocurre con muchas otras misas de muertos, el Réquiem de Duarte Lobo lleva la mayor parte de su peso expresivo en la secuencia del Dies irae, en la que los horrores del juicio final están comentados con una música severa y profunda que es, al mismo tiempo, etérea y de una gran transparencia.

La versión del Coro de Cámara de la Universidad de Lisboa fue ejemplar, tanto en lo que se refiere al estilo como al equilibrio del timbre y la dinámica, además de una disciplina rítmica impecable, notable sobre todo en las secuencias de canto llano que preludian algunas secciones del Réquiem. En estas secuencias destacaron especialmente las voces masculinas encargadas de introducir el canto llano, con unísonos de una claridad intachable, así como la primera soprano del coro, poseedora de una voz diáfana, segura, precisa y bien centrada.

En el programa de mano de esa noche se anunciaba que la ejecución del Réquiem de Duarte Lobo habría de repetirse dos días más tarde en la Catedral de Evora. La belleza de la música y la calidad de la interpretación hicieron irresistible la convocatoria, así que empaqué mis pertenencias, alquilé un auto y me fui a Evora. La segunda interpretación de la obra fue aún más notable que la primera, gracias a las mejores cualidades acústicas de la Sé de Evora. Esas dos noches, el atractivo propio de la música de Lobo y la excelencia del Coro de Cámara de la Universidad de Lisboa fueron complementados por el hecho histórico de que Duarte Lobo se educó en la Catedral de Evora, y llegó a ser maestro de capilla de la Catedral de Lisboa. ƑQué más se puede pedir?

Como corolario de esta reseña quisiera comentar que uno de los secretos musicales mejor guardados de nuestro tiempo es la espléndida polifonía renacentista portuguesa. Con Duarte Lobo, músicos notables como Manuel Cardoso, Filipe de Magalhaes, Manuel da Fonseca, Pedro Escobar y Bartolomeo Trosylho crearon un auténtico tesoro de música vocal que no le pide nada a las tradiciones polifónicas de otras regiones de Europa. En verdad, la polifonía del Portugal renacentista es música excelente que merece ser escuchada con atención.

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