JAZZ
Antonio Malacara
Cynthya Snell
DE 10 AÑOS a la fecha, la escena del jazz
en México ha sido asaltada y fortalecida como nunca por el dinamismo
de una generación tan talentosa como persistente. En apariencia
infatigables, estos nuevos músicos han asimilado las diferentes
vertientes de la historia para conformar su propia versión de los
hechos, para recrear o reafirmar el sonido, pero sobre todo, para dar continuidad
a la labor artística de una pléyade de jazzistas mexicanos
que deambularon por el siglo XX sin alcanzar el reconocimiento que su capacidad
y su ingenio merecían.
PERO
DEJEMOS A un lado la triste solemnidad de esta infamia y pasemos mejor
al placentero quehacer musical de Cynthya Snell, joven vocalista, arreglista
y compositora que ilustra a la perfección el renovado impulso que
ha adquirido nuestro jazz.
ORIUNDA DE LA ciudad de México (el apellido
se remonta a un bisabuelo inglés), Cynthya creció en las
latitudes de la colonia Moctezuma y desde los 15 años empezó
a cantar profesionalmente. Después de la prepa estudió
canto clásico en la Escuela Superior de Música, pero siete
años después, en 1999, decidió tomar a la síncopa
por los cuernos y se inscribió en la licenciatura en jazz que, como
ya sabemos, sólo se imparte en esta misma escuela del INBA.
ACTUALMENTE, A PUNTO de terminar una carrera de
canto y scat en calidad de sobresaliente (avalado esto por la cátedra
de Verónica Ituarte), el nombre de Cynthya Snell figura ya en el
medio jazzístico nacional. Invariablemente, su voz aparece determinante
y fresca, profunda, flotando con la misma intensidad entre graves y agudos,
con el desenfado que le dan las tablas, con la solidez que le da la técnica;
su fraseo, a veces sereno, a veces apasionado, termina envolviéndote
de manera inevitable.
TODOS LOS MIERCOLES, la joven cantante sube al
escenario del bar Blu con un programa que va de los estándares clásicos
a sus propias composiciones, girando estas últimas alrededor de
un scat multifacético, que lo mismo abreva en la fragancia
del swing y las insinuaciones de la bossa nova (Soñando y
A new baby) o va a estallar en los intrincados compases de Sitro
o la espesura bebopera y free de Lluvia dorada.
AL MOMENTO DE arribar a los covers, Cynthya
no se queda en la superficie de las melodías, sino que las digiere,
las disfruta, las hace suyas. Destaca su interpretación y arreglo
a In a sentimental mood (uno de los temas preferidos de Héctor
Infanzón), pero sobre todo nos llamó la atención su
versión de la multirrecurrente Aguas de marzo, pues hasta
ahora no la habíamos escuchado en una voz sin pretensiones de emular
el estilo de Elis Regina, y esto, vamos, es ya todo un hallazgo.
FINALMENTE, Y POR si todo lo anterior no fuese
suficiente, Cynthya Snell se hace acompañar por tres excelentes
músicos que complementan inmejorablemente la propuesta: ahí
(en el Blu) está el contrabajo de Israel Cupich, quien ha tocado
con el Cuarteto Mexicano de Jazz y Pablo Wong; la batería de Giovanni
Figueroa, sorprendente chavillo que ha acompañado a Verónica
Ituarte y a Juan Alzate; y el portentoso piano del maestro Mario Patrón
(el hijo, obviamente), quien ahora divide su tiempo entre las redentoras
canciones de Yuri y la mágica presencia de Cynthya.