Reúne algunos de sus temas hechos entre
1986 y 1996
Verde, Blanco y Colorado, el libro-disco de
microhistoria de Guillermo Briseño
CESAR GÜEMES
Es un clásico desde que apareció, hace no
mucho tiempo, frente a un sintetizador o pulsando una guitarra. Es difícil,
pese a lo complejo del medio musical del país, que exista alguien
que no lo conozca o no haya escuchado al menos dos de las piezas de su
autoría. Guillermo Briseño tiene, entre otras, la cualidad
de la presencia, que es decir la calidez solidaria. Indispensable ya en
el panorama musical de México, recientemente dio a conocer el álbum
de título Verde, Blanco y Colorado, tres discos que abarcan
más de diez años de labor ininterrumpida.
Resulta
muy claro, al acercarse a este esfuerzo, que en la amplia viña social
a Briseño le ha tocado de todo lo que hay en ella. Explica así
la diversidad del álbum: "Todas las canciones tienen un ojo abierto
a lo que ocurre en la sociedad. Aunque me permito juegos que se acercan
al amor, asuntos humorísticos o tiernos. El contenido global de
los discos, diría, es la suma de puntos de vista, observaciones
e incitaciones a la conversación, afirmación o negación
de criterios y opiniones. Es un juego de muy diversos ánimos, aunque
no está todo aquello de lo que pude hablar sobre la situación
del mundo y del país, sino sólo un fragmento. Es por eso
que tengo un enorme respeto por los juglares reales como Guillermo Velázquez
y los Leones de la Sierra de Xichú, que recuperan la idea de observar
al mundo y rápidamente reproducir lo que miran. En mi caso lo que
puedo hacer es acercarme a la realidad, digerirla y tratar de convertirla
en una obra que mantenga su vigencia. Me explico: he hablado de la justicia
y es un tema que tenemos enfrente, lo mismo pasa con el corrido que se
refiere a la relación México-Estados Unidos, de clara presencia".
En cuanto al periodo que da cuerpo a la recopilación,
Briseño establece: "Hablamos de diez años, más o menos
del 86 al 96. La única pieza posterior es Demogracia, que
inclusive la grabamos muy recientemente. Ese término lo escuché,
por cierto, de un comandante zapatista quien durante un discurso sobre
la democracia pronunció de esa forma el término como si esa
fuera su naturaleza. Me encantó, tomé el título y
la consigna de 'no somos uno, ni somos cien...', pronunciada en La Realidad,
durante el aniversario del ataque a Guadalupe Tepeyac. Así que casi
cualquiera de las piezas que conforman estos discos tiene un nexo, un lazo
con la vida cotidiana, con el acontecer social sin que con ello hable de
panfletos ni nada parecido".
-De algún modo Verde, Blanco y Colorado
se puede ver como un libro de historia, de microhistoria si te parece.
-Puede ser, sí. Mucho de mi trabajo se ha hecho
durante periodos importantes de la historia del país. De cualquier
forma me despojaría de toda soberbia al pensar que los escuchas
se pueden enterar de la historia a partir de estas grabaciones, sin embargo,
sí es una ventana para sentir ese lapso de que hablamos. Por eso
tuve que narrar, en el texto que acompaña los discos, una pequeña
historia, la mía, en la cual queda claro cómo fue que llegué
a la historia de todos. Veo que la música no es sólo un reflejo
de lo que ocurre, sino también una especie de despertador: a veces
escuchar algo funciona para despertar una reacción instintiva en
nosotros, algo que sucede con la realidad o a despecho de ella. La música
es muy insumisa como para solicitar el perdón de las disqueras o
de los programadores de radio. Las formas musicales nos sirven para establecer
conversaciones con amigos, compañeros, o con uno mismo. Pienso que
continuamente hay que asumir esa actitud ante la creación, ya otros
harán su parte y entre todos colaboraremos con la necesaria rebeldía
en contra de la estupidez.
-El hecho de que una determinada canción aparezca
en tal o cual disco, tomando en cuenta que son de tres colores distintos,
¿tiene alguna intención?
-En el Verde, por ejemplo, aparecen las canciones en donde
me doy cuenta que tengo la voluntad creativa. Es el principio. No quiero
decir que haya estado inmaduro, sino que iniciaba con tal o cual corriente.
Si bien vengo desde antes intentando la profesionalización en la
música, elegí que ese periodo se llamara verde porque nacía
una determinada inquietud. Después vino otro en el cual busqué
distanciarme de las curiosidades del lenguaje que varias personas tenían
como divisa. Quise, entonces, buscar la solución para hablar de
un tema específico, como cuando me invitaron al programa Nexos
en donde me correspondía hablar sobre temas delicados y que implicaban
lecturas y reflexión.
Concluye Guillermo Briseño con este apunte personal:
"Además de que hay también un intento de travesura en Verde,
Blanco y Colorado porque es como yo me pongo cuando me subo a un escenario.
De verdad me ocurre, además de cambiar hacia otros colores. Entonces,
hablamos del inicio, de la parte más florida que corresponde a mi
periodo con La Banda de Guerra, y por último a una fuerte presencia
del tema del amor, la sensualidad, la ternura, la poesía o de plano
el amor por la rebelión y la independencia".