Descarta que se reanude el diálogo zapatistas-gobierno
El EZLN se volvió fuerza política: Felipe Arizmendi
No se valora lo suficiente que el grupo rebelde "en la práctica ha renunciado a las armas", opina el obispo
Falta resolver temas más complicados, como justicia, democracia y educación, entre otros, manifiesta
JOSE ANTONIO ROMAN ENVIADO
Oaxaca, Oax., 24 de abril. Tras afirmar que ni el gobierno ni la sociedad en general han valorado de modo suficiente la decisión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de abandonar las armas, el obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, consideró que por ahora no hay esperanza alguna de que se reanuden las negociaciones por la paz en Chiapas.
Lo importante del diálogo "fue que en su momento detuvo la guerra, y eso es lo más valioso si comparamos al EZLN con otras guerrillas, de dentro y fuera del país. Creo que nunca acabaremos de valorar suficientemente que en la práctica ha renunciado a las armas y se ha convertido en una fuerza política, más que militar".
Arizmendi asiste en esta ciudad al encuentro Emergencia indígena, un desafío pastoral para la Iglesia, convocado por el Consejo del Episcopado Latinoamericano (Celam). Muestra su pesimismo respecto a una reanudación del diálogo. "No veo ninguna esperanza" de que eso ocurra, no sólo porque para los zapatistas no se han cumplido sus condiciones, sino porque hay concepciones de una y otra parte que no sólo son distintas, sino que a veces hasta son excluyentes.
Lo que está en el fondo de los planteamientos zapatistas, abundó, no es una ley constitucional en materia de derechos y cultura indígenas, sino una verdadera reforma del Estado y la construcción de una nueva sociedad.
Señala que si la ley indígena hubiera sido aprobada como el EZLN quería, y si los presos zapatistas hubieran sido excarcelados, si no hubiera ningún problema con los militares y el diálogo de paz se hubiera reanudado, "tarde que temprano" este último se vería roto por cualquier otro motivo. Las posturas entre el gobierno, el EZLN y una buena parte de la sociedad prácticamente son irreconciliables.
Las partes acordaron en su momento iniciar el diálogo de paz con el tema indígena, con la premisa de que éste era el más sencillo, en el cual podían encontrarse coincidencias y consensos, declaró. De aprobarse éste, faltarían temas mucho más complicados, como justicia, democracia y educación, entre otros, en torno a los cuales las posturas son más contrastantes.
En este momento, señaló, al EZLN ya no le interesa seguir en la discusión por la ley indígena ni pedir que se reanude el diálogo. Lo que está haciendo en la práctica es implementar las autonomías como ellos las entienden, en educación, proyectos productivos alternativos, organización y vida comunitaria.
En esto, dijo el obispo Arizmendi, está la esperanza, pero también el problema, debido a que hay muchos indígenas que no están de acuerdo con el zapatismo, lo cual genera graves divisiones en las comunidades. Así, señala, el problema más serio que existe en estos momentos no es la posibilidad de un enfrentamiento militar, sino la división dentro de las pequeñas comunidades.
Hay comunidades que están de acuerdo con el EZLN y permanecen en una resistencia muy sufrida, pero otras han decidido aceptar los programas asistenciales y de ayuda gubernamental, pues ven en ellos la solución a problemas ancestrales. Otros, sin dejar de ser zapatistas, también han optado por aceptar la ayuda del gobierno.
Señala que entre los pueblos y las comunidades indígenas ha crecido la conciencia de la dignidad de sus derechos. Eso ha sido muy importante, dice, pero aclara que no es fruto exclusivo del zapatismo, sino que es un trabajo de la historia, donde la diócesis de San Cristóbal de las Casas, y su antecesor, Samuel Ruiz García, han estado presentes.