Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 27 de abril de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Cultura
LA MUESTRA

Carlos Bonfil

Juana la Loca

''UN GUION TREMEBUNDO y altisonante, realzado por una puesta en escena adecuadamente ampulosa para una historia cuyo mayor encanto reside en su nada encubierta necrofilia." Así describe el escritor español Carlos Aguilar (Guía del video-cine, Cátedra, 1986) la versión fílmica más célebre de la historia de Juana I de Castilla, conocida como Juana la Loca. La cinta, de 1948, es Locura de amor, de Juan de Orduña (realizador también de El último cuplé), y la protagonizan Aurora Bautista (Juana), Fernando Rey (Felipe el Hermoso) y Sarita Montiel como la seductora hechicera que precipita la demencia de la reina.

LO DICHO POR el comentarista a propósito de aquel melodrama puede aplicarse hoy, medio siglo después, palabra por palabra, a la adaptación que hace Vicente Aranda (Amantes, La pasión turca) del texto teatral decimonónico de don Manuel Tamayo y Baus, texto que el realizador califica de ''lamentable".

¿QUE INTERESA ENTONCES al cineasta? La novedad que detecta Aranda en el texto farragoso es su manera de interpretar, desde mediados del siglo XIX, la pasión amorosa como una exaltación de los sentidos, como una prefiguración del ''amor loco" surrealista. Fascinado con esa idea, privilegia entonces el drama intimista (el asedio de una reina celosa a su monarca infiel) sobre la crónica de los sucesos de la época (la rivalidad política, a principios del siglo XVI, entre Flandes y Castilla).

ARANDA CONSIGUE UNA meticulosa y muy pulcra ambientación histórica, algo más que el ''cine de cartón-piedra y peluca" que fue Locura de amor en su época, pero no logra por ello apartarse de los clichés más socorridos del tema que le interesa: la tiranía amorosa. Consigue con la actriz Pilar López de Ayala un atractivo retrato femenino, pero el modelo de heroína romántica no disimula su desgaste si se le compara con varios antecedentes fílmicos; uno de ellos, el que encarna una Isabelle Adjani devorada por la pasión en La historia de Adela H., de François Truffaut. Y lo que hace casi 30 años parecía ya reiterativo y complaciente, hoy se revela totalmente anticuado. Si el tema de la enajenación amorosa varía muy poco de la Medea de Eurípides a la Fedra de Racine, incluso al drama histórico que propone Aranda, lo que sí ha evolucionado, y mucho, es la manera de abordarlo, los recursos narrativos, y el estilo de las actuaciones.

JUANA LA LOCA: una reina anciana recuerda los días primeros de su naufragio amoroso, mientras sobre una mesa reposa el óleo de su amado desaparecido. Sigue un flashback, sigue una didáctica narración en off (para las cuestiones históricas), luego la tumultuosa historia de amor y finalmente el regreso a la anciana añorante que contempla todavía el cuadro. Fin.

¿PARA QUE COMPLICAR la narración si el género ha funcionado muy bien así en las series televisivas? ¿Para qué una búsqueda artística, como la del portugués Manoel de Oliveira al abordar el tema de la pasión en La carta, versión novedosa de La princesa de Cleves, novela del siglo XVII francés? Aranda se desentiende de modernidades estorbosas. Prefiere maquillar un texto mediocre, deslumbrar con fastos ornamentales, conmover con desbordamientos dramáticos.

CUANDO FILMA UNA disputa entre la reina y su rival amorosa, el lenguaje es, irremediablemente, el de una telenovela, y la justificación, su apego al hecho histórico o a la convicción de que si las cosas no sucedieron así, de esa manera pudieron haber sucedido. Dice Aranda: ''La historia del reino de Castilla podría dar para una revista Hola! de la época". Después de ver Juana la loca, ¿quién podría dudarlo?

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año