ANTROS
Jaime Whaley
50 años del bar León
UN PARCO ANUNCIO en la entrada del bar León
advierte que hoy, sábado 27 de abril, se celebrará su 50
aniversario y que actuará Güicho Martínez. Eso es todo
lo que queda del esplendor del sitio donde una vez la rumba fue cultura.
Pensamos que es el colmo, porque este antro formó a cuatro generaciones
y es referencia obligada de la fiesta nocturna chilanga, y ahora que cumple
medio siglo deberían hacer una fiesta interminable los siguientes
fines de semana, apoyados por el Instituto de Cultura, el CNCA y otras
instituciones... pero no. Habrá fiesta, sí, pero no como
debiera ser. Los 50 años del bar León son más importantes
que nuestra propia vida íntima.
FUNDADO
PRECISAMENTE HACE medio siglo en la por entonces muy transitada primera
calle de Brasil, precisamente en el número 5, por el señor
Armando Gutiérrez, ingeniero de profesión y oriundo de León,
Guanajuato -de ahí el nombre-, el lúgubre bar se convirtió
al paso de los años en la ciudadela del buen son, cuando una corriente
de intelectuales universitarios descubrió el sitio.
''AHI ESTUVO LA mata, ahí renació
lo que se conoció como la salsa'', recuerda Carlos Bellamy, hoy
odontólogo y hace un cuarto de siglo ocasional asistente a las animadas
tertulias que en el León celebraba Froylán López Narváez,
profesor de sociológía.
EL LEON PASO de barecito del rumbo a uno de rumba,
lugar postinero en cuyo reducido foro se llegaron a presentar grandes orquestas
cubanas, como la de Enrique Jorrín, la Aragón, los Van Van,
y otras agrupaciones igualmente famosas, como la Sonora Ponceña,
El Gran Combo y Oscar D'León, quien tiene el récord de asistencia
pues, recuerda Carlitos González, el día que se presentó
unas 400 personas se apretujaron cuando el aforo del León es nada
más para 160.
OTROS DE RENOMBRE que pasaron lista de presentes
fueron Rubén Blades, la Rumbahabana y vale recordar que ahí
se generó el Grupo Caliente que hoy, con sus nuevos elementos, a
excepción de Miguelón González -quien es el pie fundador-
estará en el festín.
SIN EMBARGO, LA época dorada del León
indudablemente fue cuando se adueñaron del escenario Pepe Arévalo
y su Tremenda Charanga; con ellos alternaron Olivia del Río, la
famosa China y El Gallego, entre otros. El mismo Arévalo, en un
libro editado por el Instituto Veracruzano de Cultura, recuerda sus primeros
pasos en el León cuando armó una guerrilla con Mario Robledo,
que tiempo después cayó muerto en plena actuación
fulminado por un infarto. Coincidentemente, su hijo Mario también
falleció en el lugar, por ahí de 1983, pero a causa de un
balazo. El cubano Felix Bequet, y perdónese la disgresión,
fue otro de los músicos convocados originalmente.
EN EL LEON se podría decir que comenzaron
sus balbuceos grupos como La Justicia y La Libertad y músicos como
Jorge Barrientos e Isaias Lara. También fue el León precursor
de un sinúmero de sitios dedicados al cultivo de este género
de música. Florecieron en la época, entre otros, Los Infiernos,
el Africa, el Riviere, el King Kong, con la salvedad de que en estos lugares
sí había sitio para soltar el cuerpo e irónicamente
el León fue el último en obtener permiso para instalar una
pista de baile, chica, pero al fin pista.
EN SUS PRINCIPIOS el León fue frecuentado
por abogados, de aquellos que iban a los tribunales entonces instalados
en la calle de Donceles; empleados de la Secretaría de Hacienda,
que estaba en Palacio Nacional, prostitutas, boxeadores, luchadores y uno
que otro pelotero que ahí iba a lavar la derrota o a festejar los
triunfos ocurridos en el inolvidable diamante del Seguro Social.
DE AQUELLOS QUE con el intelecto se ganan el pan
y que hicieron del León su refugio, además de López
Narváez, pulularon por ahí Gonzalo Celorio, quien hasta un
libro escribió. José Alvarez Lima, de quien dice Arévalo
que ahí conoció a su esposa Verónica Rascón;
Angeles Mastretta; Arturo Ripstein, el director de cine, quien lanzó
a la fama fílmica, al público masivo, a la Tremenda Charanga,
que ya para entonces interpretaba Oye Salomé, composición
cubana que, con otro ritmo, el trío de los Martínez Gil interpretó
en los años 40 bajo el título de Falsaria, aunque
Arévalo está presto para aclarar que el nombre original es
Doble conciencia y se debe al antillano Rubén Corona, y que
en Cuba la popularizó Teresa Vera.
PARA LA CELEBRACION sabatina Eduardo Casab, el
actual propietario, ha hecho un llamado a todos los sobrevivientes de los
miles de litros de ron ahí vertidos, a todos los que ahí
encontraron el amor o se dieron cuenta del desengaño, a todos los
que han invertido miles de horas-rumba para que, otra vez, se den cita
poetas, pensadores y bohemios, y brinden por otros 50 años que son
muchos para un león, y si no ?agrega Casab? que lo digan los muertos
y los niños.
EL HIELO SE está enfriando, y nosotros,
calentando.