Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 29 de abril de 2002
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Política

Sergio Yahni*

Primavera roja

No hay nada más lindo que la primavera en Palestina, donde florece con todos los colores que da la imaginación. Tampoco hay nada más fragil que esta primavera: sólo dura unas semanas hasta que el Sol, en un cielo ya sin nubes, quema las flores para darnos un paisaje amarillo e incandescente durante largos meses.

Escribo sobre la primavera porque el gobierno y el ejército israelí la escogieron para bañarla en sangre y destruir la frágil sociedad palestina. Aquí se destruyen los órganos civiles y sociales del pueblo palestino, aquellas frágiles entidades que fueron construidas con mucho sacrificio en los últimos siete años.

Los acuerdos de Oslo fueron los peores que la dirección palestina pudo haber firmado; casi fueron acuerdos políticos de rendición que reconocían la legitimidad del sionismo sin que Israel reconociera los derechos legítimos del pueblo palestino.

Durante siete años el pueblo palestino pudo utilizar el ínfimo espacio que le dejaron estos acuerdos, donde intentó reconstruir lo destruido durante los largos años de ocupación directa: escuelas, hospitales, usinas, instituciones civiles. Y esa reconstrucción se llevó a cabo en condiciones por demás difíciles: bajo la represión económica israelí y las imposiciones paralizantes del Fondo Monetario Internacional.

Pude entrar a Ramallah hace unos días y ver la destrucción y humillación que han dejado tras de sí los soldados en la ciudad. Las calles han sido borradas por la orugas de los tanques, los mismos que pusieron especial énfasis en destruir los parques y los pequeños bosques.

Vi también fosas comunes al lado de los hospitales, que seguirán siendo cavadas hasta que se levante el estado de sitio bajo el cual se encuentra la ciudad y los familiares puedan llegar a buscar a sus muertos.

Entré a Ramallah con un grupo de pacifistas israelíes, y burlando los controles del ejército manifestamos nuestra solidaridad con el pueblo palestino y su dirección cautiva.

En el hospital encontré a un combatiente palestino que fue herido mientras luchaba. La ambulancia que lo trasladaba fue detenida por soldados israelíes que arrestaron al equipo médico para llevarse al combatiente herido a un centro de interrogatorios, donde lo dejaron desangrándose bajo la lluvia y sin asistencia médica. De vez en cuando aparecía un oficial de inteligencia que insistía en interrogarlo.

Tres horas más tarde llegó un médico que le dio la asistencia básica y juzgó que no estaba para morirse, por lo que permitió que continuara el interrogatorio. Cuatro horas después fue trasladado a la Cruz Roja.

No esperaba que los palestinos de esta ciudad sitiada nos recibieran con los brazos abiertos, ya que fueron tropas israelíes quienes destruyeron la ciudad y asesinaron a sus habitantes. Pero tanto este combatiente como muchos otros residentes de Ramallah nos recibieron con eso que las orugas de los tanques y los misiles de los helicópteros no han podido destruir: calor humano.

Los especialistas de Naciones Unidas ya discuten si en Jenin hubo una masacre. ƑCómo definirán masacre? ƑMasacre es destruir un edificio sobre sus habitantes o se trata de una necesidad militar? ƑEs masacre dejar que los heridos se desangren en las calles hasta morir? ƑFueron ejecutados prisioneros de la batalla o no es más que imaginación oriental?

Estas y otras preguntas se harán los especialistas cuando regresen a Ginebra a condenar con palabras vacías al invasor. Pero la batalla de Jenin, igual que el gueto de Varsovia, entrará en la historia como ejemplo de resistencia desesperada en la que las ansias de vivir, manifiestas en los pequeños bultos que llevan los refugiados, han podido contra tanques Merkava Siman Shalosh, equipados para una guerra nuclear. El ejército israelí ha perdido más soldados en Jenin que en todas las batallas de Cisjordania juntas.

Israel lleva a cabo un genocidio del pueblo palestino. Lo hace con odio y frialdad; su enemigo no son los guerrilleros palestinos armados, sino la misma humanidad palestina. Eso es lo que la resistencia en Ramallah, en Jenin y en la Basílica de la Natividad en Belén han logrado cuidar. Porque ésta es una lucha por el derecho a ser y por el derecho a ser humano.

En esta lucha el pueblo palestino ha triunfado. La independencia llegará, de eso estoy seguro, y habrá un Estado palestino, que será como tantos otros estados en el Medio Oriente y por ende tendrá problemas sociales, económicos y políticos como los tienen Siria, Egipto, Jordania. Y la lucha continuará, será por la justicia social y contra el subdesarrollo. Y en esta guerra el pueblo palestino llevará un arma que se ganó en la batalla contra el más cruel de los conquistadores del Medio Oriente: su humanidad defendida.

* El autor es un pacifista israelí que se negó a realizar el servicio militar. Su familia emigró de Argentina a Israel huyendo de los horrores de la dictadura que rigió en la nación sudamericana de 1976 a 1983
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