GUERRA FRIA EN MEXICO
El terror en las comunidades comenzó con un
plan de despistolización, señala
Sólo nos quedó el camino de las armas:
Sotelo Pérez
"Guerrero aún espera la justicia", asegura el
compañero de batallas de Genaro Vázquez
INVESTIGACION REALIZADA POR MIREYA CUELLAR, ALONSO
URRUTIA, VICTOR BALLINAS Y GUSTAVO CASTILLO
Exiliado 12 años en Cuba, de noviembre de 1971
a octubre de 1983, tras haber participado en un secuestro que organizó
Genaro Vázquez en Guerrero, el profesor Antonio Sotelo Pérez,
ex integrante de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria
(ACNR), recuerda aquellos años de violencia que vivió: "No
había opción. El gobierno ya había cerrado los espacios
de legalidad. No había justicia. Sólo nos quedó el
camino de las armas".
La
historia que vivió al lado de Genaro Vázquez es larga. "Conocí
a Genaro en la Escuela Nacional de Maestros, allá por los años
50, y con él viví las luchas sociales como estudiante, como
maestro, como cívicos y en la guerrilla.
"Participamos en elecciones para la sociedad de alumnos
de la Normal, pero perdimos. Apoyamos el movimiento del profesor Othón
Salazar, hasta que se atravesó en el camino el general Raúl
Caballero Aburto, quien gobernó Guerrero con pandilleros y pistoleros.
Con él como mandatario se dieron los más brutales allanamientos
de morada, asesinatos, violaciones de mujeres, torturas y desapariciones
de campesinos", asevera el ex guerrillero.
Caballero Aburto, abunda Sotelo en entrevista, puso en
marcha un plan de despistolización en Guerrero. "Ordenó limpiar
todos los hogares de armas, que según él atentaban contra
la seguridad pública. Ahí empezó el terror para las
comunidades, porque las armas las tenían las guardias blancas,
los campesinos no tenían para comer, aunque algunos sólo
poseían rifles calibre 22 para cuidar sus milpas."
La Asociación Cívica Guerrerense "la habíamos
constituido en 1959 en el Distrito Federal los oriundos de aquel estado
radicados aquí, pero al conocer de los atropellos, asesinatos y
represión brutal contra los campesinos nos trasladamos a Chilpancingo.
Allá nos aliamos con los estudiantes del Colegio del Estado, que
ahora es la Universidad Autonóma de Guerrero (UAG), para sacar a
Aburto. El resultado fue fatal: el 30 de diciembre de 1960 fueron acribillados
por el Ejército 18 ciudadanos; hubo además 20 heridos y 400
detenidos.
"Esto -rememora- ocurrió allá por la alameda
Granados Maldonado, en Chilpancingo. Cayó Aburto, pero la violencia
siguió. Hubo otras masacres, como la de los copreros, ocurrida el
20 de agosto de 1967. Era una protesta pacífica y fueron acribillados.
Hubo 81 muertos y más de 100 heridos... aún no se ha hecho
justicia.
Genaro, dice el profesor Sotelo, "era un hombre culto.
Formamos parte del Movimiento de Liberación Nacional, que dirigía
Heberto Castillo. Diferíamos de él en ideología; en
realidad era un hombre progresista que no quería salirse de los
cánones tradicionales. Genaro era marxista-leninista. Era estudioso
y asiduo de las obras de Zapata, Villa, Marx, Engels. Su libro de cabecera
era uno de Ernesto Che Guevara. Admiraba al movimiento revolucionario
de la época".
La idea de Genaro, asegura Sotelo, era que los pobres
gozaran de todas las garantías. Por eso, como los campesinos eran
los más explotados, "formamos la Liga Agraria Revolucionaria del
Sur, el 21 y 22 de marzo de 1963".
Antes de eso, recuerda, "la Asociación Cívica
Guerrense participó en las elecciones estatales de 1962; el candidato
fue José María Suárez Téllez. Lanzamos a muchos
como candidatos para diputados y presidentes municipales; perdimos contra
el PRI, pero ellos (los priístas) no ganaron ninguna comisaría
municipal".
A sus 73 años de edad, Sotelo, con problemas de
salud, busca los recuerdos en su memoria. Hace esfuerzos por aclarar los
tiempos. "No me quiero equivocar. Han pasado tantos años..."
Rememora entonces que Genaro también constituyó
un grupo de solicitantes de tierra, en el que participaron Ramón
Danzós Palomino y Alfonso Garzón Santibáñez.
"Nos separamos de ellos después y formamos la Liga Agraria del Sur
Emiliano Zapata. Organizamos varios ramales: las uniones libres copreras,
de productores de café, de ajonjolineros de Tierra Caliente y la
de tejedores de palma de la montaña de Guerrero."
Genaro se involucró en la sierra y en la costa
con los campesinos e indígenas, agregó. "Allá llevamos
médicos, cultura, hicimos obras de ayuda a la comunidad, por eso
es que las guerrillas conquistan a los pueblos. El pueblo le tiene miedo
al Ejército, porque saquea, mata y viola. A la guerrilla le dan
cobijo, comida y la ayudan porque es la esperanza de los que viven en la
miseria.
"Estuvimos de un lugar a otro como guerrilleros, hasta
que me detuvieron. La ACNR -convertida ya en guerrilla- secuestró
en diciembre de 1970 a Donaciano Luna Radilla, gerente del Banco del Sur
de Atoyac; pedimos medio millón de pesos de rescate; yo serví
de correo para cobrarlo. Lo liberamos, pero detuvieron a unos compañeros
y cantaron, porque los torturaron. Por eso me detuvieron.
"Después,
en 1971, en noviembre 19, la gente de Genaro secuestró al rector
de la UAG, Jaime Castrejón Diez, quien también era gerente
de la Coca-Cola. Como rescate se pidió la excarcelación de
presos políticos y dinero.
"El 27 de diciembre me liberaron junto con Mario Renato
Menéndez Rodríguez, Demóstenes Onofre Valdovinos,
María Concepción Solís, Florentino Jaimes Hernández,
Santos Méndez Bailón, Ismael Bracho Campos, Ceferino Contreras
Ventura y Rafael Olea Castaneira, y nos exiliaron hacia Cuba.
"En el noticiario de Jacobo Zabludovsky se leyeron las
condiciones del rescate para liberar al rector. Decía el comunicado
de Genaro que si no nos liberaban, Castrejón Diez sería pasado
por las armas. Nosotros estábamos en la cárcel de Chilpancingo,
y en 24 horas nos juntaron a todos. Nos llevaron a las instalaciones militares
de la capital guerrerense. Pensé, ¡ahora sí nos van
a matar esos desgraciados!
"Nos trajeron al Distrito Federal, a la Escuela Nacional
de Maestros, y de ahí al Campo Militar número Uno. Nos preguntaron
adónde queríamos ir -a cada uno por separado-, y todos coincidimos:
a Cuba.
"Es que ahí hablan nuestro idioma. Sabíamos
que ahí nos iban a tratar bien. Por eso quisimos irnos a allá.
Nos llevaron en un avión militar que hizo escala en Mérida,
Yucatán, para cargar combustible. Cuando llegamos a Cuba, los soldados
mexicanos querían bajar del avión en el aeropuerto José
Martí, pero no los dejaron los guardias cubanos. Les dijeron: 'sólo
los prisioneros, ustedes pueden cargar combustible y regresar a México'."
En Cuba, rememora Sotelo, "estuve 12 años. Allá
me enteré de la muerte de Genaro en 1972. El costo fue muy alto...
Guerrero aún espera la justicia".