Camelia La Texana inspiró su novela La
reina del sur
Arturo Pérez-Reverte pone de moda el narcocorrido
en España
El género, historia potente y circular, define
México, país de fascinantes contrastes; César Güemes,
capo en la trama
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 8 de junio. El escritor español
Arturo Pérez-Reverte estuvo 27 meses pensando, sintiendo, hablando
y actuando como mujer, como Teresa Mendoza, la protagonista de su reciente
novela que a su vez se inspiró en el narcocorrido mexicano
Camelia La Texana. La reina del sur (Alfaguara) empezó su
gestación hace varios años en una cantina de la ciudad de
México, donde el también autor de la saga del capitán
Alatriste descubrió, gracias a una rocola, cómo en ''tres
minutos de música y palabra'' se contaba la historia de la "heroína
cansada", de la mujer que vive en la frontera "del amor y la muerte, la
crueldad y la ternura, la violencia extrema y la amabilidad".
Pérez-Reverte, escritor español con más
ventas dentro y fuera del país, traducido a más de 20 idiomas
y buscador vehemente de la épica que lleva implícita la "dignidad"
y la "lealtad',' estuvo inmerso los recientes años en conocer y
observar de cerca la realidad social mexicana que dio origen al narcocorrido
y, por tanto, a La reina del sur.
Recuperó su oficio de periodista, profesión
que ejerció muchos años y que le llevó a vivir de
cerca algunas de las guerras más violentas de la historia reciente
de la humanidad, para inmiscuirse en el mundo del narcotráfico en
Sinaloa, donde el negocio de la droga "ha creado un tejido social e, incluso,
un nuevo lenguaje", explicó Pérez-Reverte que, sin proponérselo,
comienza a poner de moda el narcocorrido mexicano en España,
donde ya se venden discos antológicos de Los Tigres del Norte.
En el primer acercamiento al Culiacán del narcocorrido,
Pérez-Reverte contó con la orientación del escritor
Elmer Mendoza, del periodista de La Jornada César Güemes
-quien en la novela es el temido narcotraficante César Batman Güemes-
y de Julio Bernal, a quienes, además de dedicar su novela, debe
su colección particular de más de 500 narcocorridos de
Los Tigres del Norte, Los Tucanes de Tijuana y El Exterminador, pero sobre
todo las claves para adentrarse en el entorno de los narcos mexicanos
del norte del país.
México es corrido, no bolero
La reina del sur -dijo Pérez-Reverte- "es
una historia de amores contrariados que van muriéndose, quedando
atrás. Ella es además una mujer en un mundo de hombres, en
el que las reglas las han hecho los hombres y por lo tanto está
viviendo un corrido cuya letra la han escrito otros".
El también autor de La piel del tambor explicó
que esa situación adversa, como la de "un soldado perdido en territorio
enemigo", le inspiró la historia de su "heroína cansada",
condenada a la fatalidad, pero que asume ese trance con "dignidad" y "lealtad",
dos valores que considera fundamentales.
Pero Pérez-Reverte tiene además como fuente
de inspiración ese género musical que en "tres minutos" cuenta
una historia circular: el corrido mexicano, que conoció desde pequeño,
pero que ha redescubierto en su variante de narcocorrido.
''El corrido mexicano lo conozco bien; primero conocí
el de la Revolución, pues mi padre de pequeño me cantaba
corridos de Villa y de esa época. Es una música que he tenido
siempre en la cabeza, pero estando un día en la cantina Madrid,
de la ciudad de México, escuché por primera vez el corrido
Camelia La Texana; me quedé fascinado y me di cuenta de que
es el corrido clásico, pero adaptado a la nueva realidad social.
Por eso no puede ser que México se centre en el bolero y se olvide
del narcocorrido, porque el México de los boleros de Luis
Miguel es mentira, y el narcocorrido está ahí, entre
otras cosas porque México es un país que ha tenido muy mala
suerte en muchas cosas, y el narco ha sido una vía para que
la gente pueda comer. Por eso es curioso que haya más gente componiendo
boleros que corridos, que visto desde fuera es un esquema narrativo potente
y popular, justamente hecho por un país al que le han negado la
cultura los mismos de siempre: los curas, los ministros y los que han tenido
al pueblo agarrado por el cuello. Por eso creo que el narcocorrido naturalmente
se enlaza con el de la Revolución, al contener esa épica".
El autor, que sabe que abordar un asunto como el del tráfico
de drogas puede ser motivo de polémica, quiso dejar clara su posición
sobre lo que vio, sintió y constató en sus incursiones por
tierras mexicanas: "obviamente México no es únicamente el
narco, pero es evidente que hay una parte de México que por
razones históricas y sociales que todos conocemos ha sido sometida
a la pobreza y que por tanto ha tenido como única salida para cambiar
de condición el narcotráfico. El narco es un fenómeno
social que está ahí y que es inevitable; por tanto, cerrar
los ojos a eso y decir que no existe me parece que no es una política
adecuada; lo que hay que hacer es dar mecanismos alternativos y no dejar
sobre todo que el narco pudra la sociedad. Para dejar clara mi posición
respecto al narco en México, debo decir que yo comprendo
al campesino al que le pagan más por una paca de mariguana que por
un saco de frijoles. Pero eso no es asunto mío, pues mi novela no
tiene ninguna intención moral, no pretendía ni denunciar
ni explicar ni documentar ese fenómeno, lo que he hecho es contar
la historia de una mujer que vivió en una zona de fronteras, con
reglamentos de hombres, como es el mundo de la droga".
Además ?señala el autor? "el narco
fue fomentado en sus inicios por los gringos, que cuando estalló
la Segunda Guerra Mundial fueron a México para que les cultivaran
el opio barato y además son ellos los que consumen 70 por ciento
de las drogas del mundo. Es decir, hay mucha hipocresía a la hora
de enjuiciar al narco, pero en todo caso el narco da de comer a una sociedad
que no ha tenido otra salida para superar su condición de miseria.
En todo caso, lo que sí sé es que mientras los gringos quieran
seguir metiéndose cocaína y mariguana habrá gente
en Culiacán con su Gran Marquís y se pasee con su güera
vestida de leopardo, por eso es injusto que ahora sean los gringos los
que digan que no certifican, cuando son ellos los que han fomentado
y han blanqueado el dinero del narcotráfico".
El autor negó que su novela pretenda mostrar el
lado "romántico" del narcotráfico mexicano, ni que busque
mitificar a la protagonista, pero que México le "fascina" porque
"ahí se dan contrastes maravillosos: la crueldad y al mismo tiempo
la ternura; la violencia extrema y la amabilidad. Creo que el mexicano
conserva todavía esa inocencia antigua y al mismo tiempo la malicia
moderna, la cortesía y la bronca. Esos contrastes son muy impresionantes
y hacen que los mexicanos no hayan perdido eso que a mí me hace
admirar a la gente, que es la dignidad personal".