El resultado tuvo sabor a "venganza olímpica" para los anfitriones
En partido de alta seguridad, Sudcorea y EU empatan 1-1
AGENCIAS
Daegu, Corea del Sur, 10 de junio. Una fiesta cargada de fervor patriótico se desató en Corea del Sur tras el empate del equipo anfitrión con Estados Unidos 1-1. La nación se paralizó durante el partido disputado en Daegu, y sólo respiró con alivio ante el gol del suplente Ahn Jung-hwan al minuto 79. En el grupo D todo se definirá en el tercer juego.
Más de 250 mil aficionados vestidos con camisetas rojas ignoraron la lluvia en Seúl para ver el partido en pantallas gigantes de televisión. Hubo escenas similares en todo el país, e incluso el juego se mostró en las cárceles.
Decenas de miles de policías fueron desplegados en Daegu y Seúl para prevenir protestas contra los 37 mil soldados estadunidenses apostados para proteger a Corea del Sur de su vecino comunista, Norcorea.
En el estadio, colmado por 60 mil 778 aficionados, el silencio se impuso tras el gol anotado por Clint Mathis, que desde el minuto 24 dejó en ventaja a los pupilos de Bruce Arena. Y de plano la incertidumbre reinó cuando el portero Brad Friedel atajó un penal lanzado por Lee Eul-yong al minuto 40. Fue el primero de los 11 penales del torneo que no terminó en gol.
Horas antes del juego, cientos de manifestantes se enfrentaron a la policía cerca de la embajada de Estados Unidos en Seúl. Y a pesar de que una pareja de estadunidenses desplegó en las gradas una manta que rezaba "šFutbol y no política!", los tambores de los coreanos batieron sin cesar, los cánticos tampoco tuvieron freno y nadie se amedrentó ante el ruido de los helicópteros militares que sobrevolaban el estadio, ni ante la certeza de que el techo estaba sembrado con misiles antiaéreos.
El delirio se desbordó con el gol del empate que tuvo sabor de "venganza olímpica", por la historia del local Kim Dong-sung -considerado héroe nacional-, quien fue "despojado" de la medalla de oro para favorecer a un estadunidense en los juegos de invierno de Salt Lake City.
Ahn Jung-Hwan anotó con certero cabezazo y celebró imitando a un patinador de velocidad. Fue un homenaje original que se celebró desde las tribunas ruidosamente, con aplausos y gritos.
Muchas empresas dieron la tarde libre a sus empleados; Samsung cerró la mayor parte de sus fábricas; no hubo clases en las escuelas y, según cálculos del instituto Hyundai, si el equipo avanza a octavos de final se generaría un efecto económico de 14 mil millones de dólares en la economía del país.
"El entusiasmo excede todo lo esperado. Hay realmente una fiebre de futbol", dijo el portavoz de FIFA, Keith Cooper.
El resultado de paso dio ánimos a la gente, angustiada ante la posibilidad de que Japón clasifique y ellos no. "šTaehan Minguk!" era el grito unánime en las calles, cuya traducción es "šGran país coreano!" El orgullo nacional quedó a salvo.