Empataron a un gol; nada está decidido en el grupo H
Túnez y Bélgica, aún con esperanzas de clasificar a la siguiente fase
Los jugadores europeos sólo sobresalieron en estatura
REUTERS Y AFP
Oita, japon, 10 de junio. Las selecciones de Túnez y Bélgica empataron 1-1 este lunes, con lo que ambas mantienen vivas sus aspiraciones de avanzar a los octavos de final de la Copa del Mundo en el grupo H.
Con el empate, Túnez logró su primer punto, mientras que Bélgica llegó a dos, detrás de Rusia con tres unidades y del coanfitrión del torneo, Japón, que tiene cuatro.
El gol de los Diablos Rojos lo consiguió al minuto 13 su capitán Marc Wilmots. El zaguero Peter van der Heyden envió un centro al corazón del área, que bajó con la frente el delantero Branko Strupar para que Wilmots empujara de pierna derecha casi cayendo al suelo para el 1-0.
Aguijoneados por este revés, los tunecinos se fueron arriba y sólo tardaron cuatro minutos en cobrar la renta de su entusiasmo, gracias a un tiro libre ejecutado con precisión, fuerza y a media altura por el defensa Raouf Bouzaiane, lejos del alcance del portero Geert De Vlieger.
No se demostró en el campo la superioridad de los europeos, como podía presumirse a la luz de las estadísticas. Ni supieron sacar ventaja de su enorme estatura, comparada con la de sus rivales tunecinos que, voluntariosos, se aplicaban a tejer en el medio campo jugadas colectivas, la cuales generaban peligro en la valla belga de modo intermitente.
Salvo en la estatura, en todo lo demás el encuentro fue equilibrado, de poder a poder entre dos conjuntos impotentes, bastante limitados y, por lo que se refiere a Bélgica, muy cansado. Privó más el miedo a no perder que las ansias de ganar.
Viendo que su equipo era incapaz de levantar vuelo, el entrenador belga, Robert Waseige, sustituyó al comenzar el segundo tiempo al enorme Strupar (1.90 metros) por el pequeño Wesley Sonck (1.74) para dar mayor vivacidad a la vanguardia.
De inmediato se notó una evidente dominación territorial de los Diablos Rojos, y una no menos evidente falta de ideas.
Los tunecinos se vieron obligados a replegar sus líneas para repeler los insulsos y esporádicos ataques de los europeos, sin mayores apuros, salvo en los duelos aéreos, en los que nada podían hacer contra las torres belgas.
Cuando faltaban 10 minutos para el final, los tunecinos se sacudieron su complejo y enviaron hacia delante a algunos de sus hombres para probar fortuna, pero no tienen en sus filas a ningún delantero peligroso, como se deduce por su actuación en la reciente Copa Africana de Naciones, en la que no anotaron un solo gol.