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Economía
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ECONOMIA MORAL
Julio Boltvinik
Hacia una teoría de la pobreza rural
La economía moral es convocada a existir como resistencia
a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede
equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de
la gente
Subsidios y cumbres agrícolas
EL CONGRESO DE Estados Unidos, pasando por encima de
las reglas internacionales establecidas (incluido el TLC), y ante la pasividad
de nuestras autoridades, emitió la "Ley sobre la seguridad agrícola
y la inversión rural de 2002", que aumenta sustancialmente los subsidios
agrícolas. Por su parte, la cumbre mundial de la FAO (Organización
de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) ha sido
prácticamente boicoteada por los países del Primer Mundo.
Al tiempo, los agricultores pequeños y medianos de Europa se movilizan
cada vez más activamente para resistir las tendencias hacia la reducción
de subsidios a la agricultura. Estos hechos muestran que, en materia agrícola,
no hay posibilidad alguna de reglas internacionales que se respeten y que
cada país debe velar por el bienestar de sus propios productores.
En estas circunstancias me ha parecido oportuno difundir un esbozo de teoría
sobre la pobreza rural que elaboré hace ya más de una década1.
La agricultura es estacional
UNA TEORIA DE LA pobreza rural, o una teoría de
la pobreza de los productores agrícolas familiares, que es mucho
más específica que una teoría general de la pobreza,
debe empezar estableciendo las diferencias entre la agricultura y la industria.
La agricultura trabaja con material vivo. La producción agrícola
consiste básicamente en cuidar y estimular el proceso biológico
natural de crecimiento de las plantas. En contraste, en la industria los
objetos del proceso de trabajo son materiales inertes. Las plantas tienen
un ciclo biológico -un periodo de crecimiento- y crecen en la tierra.
Por tanto, el trabajo en la agricultura tiene que hacerse en función
de la etapa de crecimiento de la planta y debe realizarse en el sitio donde
ésta se encuentra. Es decir, el proceso biológico impone
reglas, tanto temporales como espaciales, a las actividades del hombre.
En la industria, en cambio, donde se trabaja con fibras, metales, madera,
plásticos, granos cosechados, el proceso de trabajo no está
constreñido ni espacial ni temporalmente. La velocidad del proceso
y el sitio donde se realiza están dictados por el hombre. Estas
diferencias pueden resumirse diciendo que, mientras en la industria los
procesos pueden ser continuos (24 horas al día, 365 días
al año), en la agricultura son estacionales (cosecha en pocas semanas
del año, por ejemplo).
¿Quién asume el costo de la estacionalidad?
LA ESTACIONALIDAD AGRICOLA se expresa en requerimientos
de fuerza de trabajo desiguales a lo largo del año. En cambio en
la industria, estos requerimientos son, en principio, constantes a lo largo
del año. Esta diferencia genera consecuencias poco analizadas. La
más importante es la relacionada con la pregunta ¿Quién
paga el costo de reproducción (manutención) de la fuerza
de trabajo -y de sus familias- durante los periodos de escasa o nula actividad
agrícola? Esta pregunta puede reformularse así: ¿cuáles
son los costos de mano de obra pertinentes en la formación de los
precios agrícolas? ¿El costo de los días trabajados
únicamente o el costo de reproducción, durante todo el año,
del productor y su familia? En la industria (y en los servicios) este dilema
no se presenta. En la medida que se trabaja todo el año, el salario
está asociado con la manutención del asalariado y su familia
también durante todo el año. La presencia de este dilema
en la agricultura explica la enorme variedad de formas de producción
presentes en ella. Cada forma de producción es una manera particular
de solucionar el dilema.
Ventaja capitalista: paga lo que usa
JOHN W. BREWSTER2, quien fue llamado el filósofo
de la agricultura estadunidense, buscando una respuesta a la pregunta sobre
los factores que determinan el tipo de granja (familiar o capitalista)
que predomina en la agricultura estadunidense, tanto antes como después
de la mecanización, señala:
"LA RESPUESTA PARECE estar en (1) la medida en la cual
un área agrícola sea aproximadamente más adecuada
para monocultivos o para cultivos múltiples; y (2) las costumbres
que liberan a los operadores capitalistas del mantenimiento de los trabajadores
en periodos de desempleo en la granja". Continúa señalando:
"... mientras menos y menos productos se cultiven en la granja, más
aumentan los periodos de desempleo entre operaciones. Puesto que la mayor
parte de los trabajadores en las granjas familiares son trabajadores familiares,
esto significa que los operadores familiares deben pagar (en la forma de
gastos de manutención de la familia) por su trabajo tanto en periodos
de empleo como de desempleo en la granja. En otras palabras, el trabajo
es, mayoritariamente, un costo fijo para el operador familiar, pero no
para el operador de mayor escala que paga el trabajo sólo por el
tiempo que lo utiliza en su granja. Si existiera una costumbre que liberara
a la granja familiar del mantenimiento de los trabajadores durante los
largos periodos de desempleo entre las operaciones agrícolas, sería
muy dudoso que las ventajas gerenciales del operador a gran escala le permitieran
desplazar al operador familiar, ni siquiera en áreas de monocultivo
(pp.5-6).
LAS GRANDES UNIDADES agrícolas del pasado latinoamericano,
como las haciendas mexicanas, resolvieron de una manera inteligente -para
sus propios intereses- el problema de la manutención de la fuerza
de trabajo en los periodos de desempleo: dándole al campesino el
derecho de explotación de una parcela para que derivara de ella
su subsistencia y, al mismo tiempo, estuviera disponible para trabajar
para el patrón. Se trata, en esencia, de la misma solución
de los sistemas feudales y de las aparcerías: otorgando a las familias
los derechos de explotación de la tierra, el problema estacional
de la agricultura lo asumen ellos, lo que libera al señor feudal
o al patrón de tal compromiso. En la agricultura capitalista, como
señala Brewster, el problema de la manutención del asalariado
en los periodos de desempleo es un asunto suyo y no del capitalista.
Precios ruinosos para el campesino
LA FORMACION DE los precios en un mercado de productos
agrícolas en el cual participan significativamente empresas capitalistas,
estará determinada solamente por el costo de la mano de obra durante
los días efectivamente trabajados. En la medida en que el productor
familiar, sea éste farmer o campesino, concurre a los mismos
mercados que los productores capitalistas, y actúa en ellos como
tomador de precios, los precios de sus productos sólo pueden remunerar
los días efectivamente trabajados. Sin embargo, el campesino y su
familia tienen que comer todo el año. He aquí la causa más
importante de la pobreza de los campesinos en todo el mundo.
Explicando la desaparición de la esclavitud
A DIFERENCIA DE estas formas productivas, que trasladan
el costo de la estacionalidad a los campesinos o a los asalariados, la
economía esclavista en la agricultura tenía que sufragar
los gastos de mantenimiento de sus esclavos durante todo el año
-como se tiene que hacer, en cualquier forma productiva, con los animales
de trabajo- lo cual, sin duda, debe haber minado su capacidad competitiva
con la economía capitalista que, como se ha visto, remunera sólo
los días trabajados. Mientras la economía esclavista se proveía
de esclavos adultos en forma barata, la desventaja apuntada era compensada
con la eliminación de los costos de la reproducción intergeneracional
de los esclavos. Pero como señaló el notable investigador
ruso A. V. Chayanov (1966; 15-16):
"A MEDIDA QUE las fuentes guerreras de captura de esclavos
empezaban a agotarse por los ataques frecuentes, el costo primo de adquirir
esclavos aumentó; su precio de mercado creció rápidamente
y muchos usos de los esclavos que generaban una renta esclavista pequeña,
dejaron de ser rentables... un factor importante en la declinación
del antiguo sistema esclavista fue que, para poder asegurar el abastecimiento
de esclavos, los métodos de guerra y captura tuvieron que ser sustituidos
por producción pacífica mediante la reproducción natural.
Aquí, la unidad económica antigua enfrentaba costos primos
tan altos que empezaron a superar la renta esclavista capitalizada3.
La pobreza campesina
LAS UNICAS FORMAS productivas que asumen los costos de
reproducción de la fuerza de trabajo agrícola durante todo
el año son las sociedades primitivas, la esclavista, la economía
familiar (campesina o farmer). Si la economía campesina no
concurriera a un mercado compitiendo con la economía capitalista
podría trasladar al consumidor, vía precios, los costos de
manutención familiar durante todo el año. Esto debe haber
ocurrido en las economías dominantemente campesinas en diferentes
partes del mundo. Pero en la medida en que los campesinos deben asumir
el "costo social" que el capitalismo impone a la agricultura, se ven obligados
a complementar sus ingresos como trabajadores asalariados fuera de la parcela
o realizando otras actividades. En algunos casos se ha observado que los
ingresos extraparcelarios representan más de 50 por ciento del total
familiar (vbgr. en el estado de Puebla o en el altiplano noroccidental
de Guatemala4).El costo humano de la migración estacional
involucrada es altísimo: separación de la familia, condiciones
de vida infrahumanas, en síntesis, la pobreza permanente o la migración
definitiva.
Vida digna y subsidios agrícolas
A DIFERENCIA DE los campesinos de América Latina,
los productores familiares de Europa, Estados Unidos y Japón, a
quienes sus gobiernos protegen de la competencia exterior y les otorgan
cuantiosos subsidios, obtienen suficientes ingresos para sus familias durante
todo el año, sin verse obligados a la venta temporal (e itinerante)
de su fuerza de trabajo. Estos subsidios pueden interpretarse como un reconocimiento
oficial a su derecho a un nivel de vida digno como productores agrícolas
independientes. Dada la formación de los precios al concurrir la
economía campesina (o familiar) con empresas capitalistas en los
mismos mercados, que sólo asumen el costo de la mano de obra efectivamente
utilizada, el nivel de vida digno sólo puede alcanzarse con subsidios
y/o protección de la competencia exterior. Cuando este derecho no
se reconoce se condena, por tanto, a los campesinos a la pobreza permanente
e itinerante.
Cargando el costo de la estacionalidad
EN UN MERCADO mundial unificado sin sistemas proteccionistas
ni subsidios, los precios de productos e insumos agrícolas tenderían
a la igualdad en todo el mundo y el ingreso de los productores agrícolas
familiares dependería sólo del valor agregado por ocupado.
La diferencia de ingresos entre los campesinos del Primer y del Tercer
Mundo sería igual sólo a la diferencia de la productividad
por hombre ocupado. Sin embargo, la teoría esbozada predice -lo
que habrá que comprobar empíricamente- que las diferencias
de ingresos son mucho mayores debido a que, mientras en el Primer Mundo
se ha decidido que sea la sociedad en su conjunto la que asuma el costo
de la estacionalidad del trabajo agrícola (vía precios altos
de los productos agrícolas y/o vía impuestos), en el Tercer
Mundo tal costo lo asumen enteramente los campesinos.
DE LO DICHO se sigue que lo que conviene a los países
del Tercer Mundo, si quieren abatir sustancialmente la pobreza rural, no
es combatir los subsidios agrícolas de los países del Primer
Mundo, sino también subsidiar a sus agricultores y protegerlos de
los precios bajos del exterior. Quedan muchos ángulos del problema
por analizar, como la pobreza de los jornaleros rurales y la migración
internacional. Están pendientes también evidencias y consecuencias
de la teoría esbozada.
1 Véase Julio Boltvinik, "Presentación",
en Economía popular. Una vía para el desarrollo sin pobreza
en América Latina, PNUD, Proyecto Regional para la Superación
de la Pobreza, RLA/86/004, Bogotá, pp. VII-LV
2 John W. Brewster, "The machine process in
agriculture and industry", en Karl A. Fox y D. Gale Johnson (eds.), Readings
in the Economics of Agriculture, George Allen & Unwin Ltd., Londres,
1970, pp. 3-13.
3 A.V. Chayanov, "On the theory of non-capitalist
economic systems", en A.V. Chayanov, The Theory of Peasant Economy,
Richard D. Irwin, Homewood, Illinois, 1966, pp. 15-16 (Existe traducción
al español, incluida en Chayanov, la Teoría de la Economía
Campesina, Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1987).
4 Alain de Janvry, "El caso latinoamericano",
en Campesinos y desarrollo en América Latina, Tercer Mundo
Editores, Bogotá, 1991 (cuadro 10).
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