Los que sean hallados culpables serán
enviados a casas de "reinserción social"
Indigna que pederastas conserven título de sacerdote
en las nuevas normas disciplinarias
DAVID USBORNE THE INDEPENDENT
Nueva York, 15 de junio. El escándalo de
abusos sexuales contra menores que ha estremecido a la Iglesia Católica
estadunidense sigue provocando ira después de que una conferencia
de obispos adoptó, el viernes, nuevas normas disciplinarias que
no incluyen la expulsión automática del sacerdocio de curas
que sean culpables de estos abusos.
Con
239 votos en favor y 13 en contra, la conferencia de obispos, celebrada
durante dos días en un hotel de Dallas, Texas, adoptó normas
encaminadas a castigar a sacerdotes que se descubra han molestado sexualmente
a niños y adolescentes, prohibiéndoles ejercer funciones
parroquiales.
Pero el texto, que aún tiene que lograr la aprobación
del Vaticano, fue inmediatamente condenado por grupos de víctimas
que dijeron que las medidas no son suficientes para poner fin al riesgo
de que niños sufran abusos sexuales a manos de sacerdotes.
Las nuevas directivas dentro de la Iglesia estipulan que
cualquier sacerdote culpable de haber abusado de un menor, ya sea en el
pasado, en el presente o el futuro, tendrá prohibido cumplir con
deberes eclesiásticos, no podrá convivir con feligreses ni
vestir el hábito sacerdotal.
Quien haya cometido las ofensas, sin embargo, no necesariamente
será devuelto al ámbito laico, es decir, que no se le despojará
del estatus sacerdotal. El obispo de la diócesis a la que pertenezca
el acusado en cuestión deberá decidir en cada caso si debe
o no despojársele del título de sacerdote. Se prevé
que el cura que sea culpable de abuso podrá ser enviado al equivalente
eclesiástico de una casa de reinserción social donde llevará
una vida de "oración y penitencia", alejado de los fieles.
"De hoy en adelante, nadie que se sepa ha abusado sexualmente
de un menor trabajará en la Iglesia Católica de Estados Unidos"
dijo el obispo Wilton Gregori, el presidente de la conferencia, antes de
ofrecer disculpas por "nuestra reacción, trágicamente lenta,
en reconocer el horror del abuso sexual".
Al adoptar algo que los medios llamaron "tolerancia casi
cero", los obispos tenían la mirada puesta en el Vaticano, que con
toda probabilidad hubiera protestado ante normativas más severas.
Ya se ha manifestado desde Roma la sospecha de que el escándalo
en Estados Unidos fue exagerado y sacado de proporción por los medios
de comunicación.
La crisis se precipitó por el encarcelamiento,
en enero pasado, de John Geoghan, un ex sacerdote de Boston, por haber
manoseado a un niño en una piscina. Se descubrió posteriormente
que el cardenal de Boston, Bernard Law, sabía de las acusaciones
que pesaban contra Geoghan y su respuesta fue cambiar al sacerdote de una
parroquia a otra.
Durante los meses que siguieron, la Iglesia ha sufrido
los embates de cada vez más revelaciones de antiguos casos de abuso.
Unos 250 curas han perdido sus empleos debido a acusaciones que surgieron
en su contra y cuatro obispos han renunciado. Asimismo, dos sacerdotes
se han suicidado.
Los críticos de las nuevas normas de la iglesia
manifestaron su sorpresa ante el hecho de que quienes han cometido abuso
sexual aún podrán llamarse curas, aún si ya no tienen
derecho a llevar el hábito. "Mientras un perpetrador de abusos pueda
seguir autonombrándose 'Padre', potencialmente tiene la capacidad
de atraer a sus víctimas", señaló Sheila Daley, del
grupo católico liberal Llamando a la Acción. El jueves pasado,
la conferencia de obispos escuchó a cuatro víctimas que rindieron
testimonios muy descriptivos de los abusos que sufrieron.
"Esto es equivalente a decirle a un asesino callejero
que comete sus crímenes en la ciudad: 'Te vamos a mandar al campo'",
dijo Mark Serrano, de la Red de Sobrevivientes de Abusos cometidos por
Curas. "Siempre podrán encontrar niños a los que convertirán
en sus presas".
En encuestas realizadas antes de la conferencia, católicos
comunes manifestaron un mayoritario apoyo por una política de tolerancia
cero contra quienes cometieran abusos, sin permitir márgenes a usar
la discrecionalidad hacia ellos. La iglesia enfrenta ahora una carrera
cuesta arriba para explicar porqué esto no ocurrió. "Esto
va a confundir a muchos estadunidenses", dijo Chester Gillis, un profesor
de teología de la Universidad de Georgetown en Washington. "No se
trata de la medida terminante que algunas de las víctimas exigían",
agregó el académico.
©The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca