Insta a detractores de alcaldes panistas a desistir de peticiones de revocar mandatos
Pide obispo a guanajuatenses calma ante brotes de violencia
MARTIN DIEGO CORRESPONSAL
Leon, Gto., 16 de junio. El obispo de esta ciudad, José Guadalupe Martín Rábago, llamó a los católicos de Guanajuato a "no tener un espíritu alarmista", a raíz de que esta semana elementos policiacos arremetieron con violencia contra grupos detractores de los gobiernos municipales panistas en Irapuato, San Luis de la Paz, Romita y Celaya, hechos que dejaron varias personas heridas, y por los que la Procuraduría Estatal de los Derechos Humanos emitió recomendaciones en cuanto a investigar las posibles violaciones a las garantías ciudadanas de los manifestantes.
En el enfrentamiento que hubo en Irapuato, una mujer con un embarazo de ocho meses fue intervenida de urgencia por los golpes que le propinaron policías municipales. En San Luis de la Paz se registraron varios lesionados, mientras que en Celaya al menos ocho manifestantes fueron reportados como desaparecidos.
Después de oficiar misa en la catedral de León, Martín Rábago ofreció una rueda de prensa en la que afirmó que no obstante que en Guanajuato "ha habido brotes de violencia, honestamente, si consideramos lo que pasa en otras partes de México, lo que sucede en el estado no tiene las mismas dimensiones".
El prelado llamó a los grupos inconformes con las administraciones municipales de Romita, San Luis de la Paz, Irapuato y Celaya a "respetar la legalidad, evitar que existan criterios egoístas que se quieran imponer a los intereses de la comunidad".
Además les pidió tener "la capacidad de reconocer que el diálogo significa reconocer también la verdad que tiene la otra parte" es decir, los gobiernos locales.
Monseñor Martín Rábago invitó de igual forma a los ciudadanos descontentos a desistir de sus peticiones de que se revoquen los mandatos de los ediles Ricardo Ortiz, Armando Rangel, Elías Hernández y José Manuel Mendoza de Irapuato, San Luis de la Paz, Romita y Celaya, respectivamente. Los alcaldes son acusados de "represores" y de encubrir actos de corrupción en los ayuntamientos que encabezan.
De acuerdo con el obispo, ceder ante estas peticiones "mucho puede afectar la convivencia. Es preferible un mal arreglo que un buen pleito".