Alberto Aziz Nassif
Nuevos retos para el IFE
El Instituto Federal Electoral (IFE) es una de las pocas instituciones con legitimidad y prestigio en una época en la que casi todo el entramado institucional público está cuestionado. A partir de la reforma electoral de 1996 logró autonomía y su función pública de organización de las elecciones quedó ubicada como de Estado y no de gobierno.
El IFE se ha legitimado de forma importante en los dos últimos procesos de comicios federales: 1997 y 2 de julio de 2000. Sin embargo, como en otros momentos del pasado reciente, hoy enfrenta un nuevo desafío: ser un árbitro objetivo de los intereses partidistas y de las finanzas que manejan los partidos en dos litigios complicados: el de los Amigos de Fox y el del Pemexgate.
La memoria es corta, pero hasta hace muy poco no había en México la más mínima confianza en las elecciones; prácticamente todo el mundo de los comicios estaba dominado por la cultura del fraude. Después de una consistente lucha, que duró años, se hicieron las reformas pertinentes para lograr comicios transparentes y en condiciones de equidad. De esas reformas surgieron nuevas reglas y el IFE es la institucionalización de esos procesos.
El resultado fue exitoso, a tal grado que es el espacio electoral donde se pueden ver con mayor claridad las diferencias entre el viejo y el nuevo régimen político. Los dos casos en litigio representan para los partidos involucrados, PRI y PAN, una confrontación más.
Desde el punto de vista legal, ambos casos son relevantes y requieren un seguimiento de normas y procedimientos. Sin embargo, desde lo político se pueden hacer diferencias importantes: en primer lugar, el monto. En los Amigos de Fox parece que se trata de una cifra menor a 4 millones de pesos; en el caso Pemex la cifra supera mil 500 millones de pesos. Otra diferencia es que en un caso son fondos de origen privado, en el otro se trata de dinero público.
En las últimas semanas estos casos han sido motivo de amplia cobertura en los medios de comunicación, incluso en una primera impresión se observa que el tema de los Amigos de Fox ha recibido cobertura más notoria que el de Pemex. A pesar de ello, recientemente ha salido más información de cómo el dinero de Pemex fue a dar a lo que se ha denominado los "amigos de Labastida", quienes recibieron en bolsas de plástico 500 millones en efectivo, los cuales fueron distribuidos de forma oscura a la campaña del PRI (El Universal, 16/06/02). Seguramente estos casos seguirán siendo noticia durante las siguientes semanas y meses, y estarán en la guerra sucia de las campañas para la elección intermedia de 2003.
Uno de los últimos acentos que se han puesto ha sido en una diferencia interna entre los nueve consejeros electorales del IFE, la cual ha sido más inflada de lo que en realidad debería ser en este tipo de debates. Dos consejeros buscan sus 15 minutos de fama y se ubican en el lugar del héroe civil presionado por los intereses y la burocracia, pero en realidad parece que confunden planos y ven presiones donde sólo hay invitaciones a no divulgar resultados incompletos y parciales. Los otros siete consejeros han aclarado el punto y afirman que no hay ni presiones ni ocultamiento de información (La Jornada, 15/06/02). Lo importante para nuestra incipiente democracia será aclarar los financiamientos ilegítimos de los partidos políticos, tema que cada vez será más relevante para el país mientras se mantenga el actual modelo de financiamiento público y de acceso de los partidos a los medios de comunicación.
En estos tiempos en que las elecciones se han llevado artificialmente al plano del litigio, hay que reconocer que experimentamos una suerte de democracia "litigiosa". Las elecciones federales de 2000 fueron casi las últimas en que el PRI aceptó una derrota sin recurrir a los tribunales. Lo más probable es que de ahora en adelante las elecciones estén sometidas por sistema a dos circuitos de desgaste: antes de las urnas, con una intensa guerra sucia, y después del voto, en los casos en que pierda el PRI habrá una etapa de litigio y desgaste en los tribunales.
En ambos casos, el IFE como autoridad, y el tribunal como instancia para resolver controversias, tendrá un papel clave en las campañas con el monitoreo de los gastos de los partidos y después frente a las controversias, reales o inventadas, sobre la validez de los votos. Es importante que el IFE siga siendo un árbitro eficiente y que no se desgaste en pleitos internos.