Se habilitarán talleres y naves industriales actualmente ociosos, explica funcionario
Pondrán en marcha en reclusorios programa para dar ocupación productiva a internos
Participarán el IPN, la panificadora El Globo y las cámaras comercial y del vestido
ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ
En el sistema carcelario del Distrito Federal existen 18 mil metros cuadrados de naves industriales, de los cuales sólo se utiliza 20 por ciento, señaló el subdirector de Industria Penitenciaria de la Dirección General de Prevención y Readaptación Social del gobierno capitalino, Carlos Salazar, quien anunció un programa de reactivación económica y laboral que permitirá aumentar hasta 70 por ciento el aprovechamiento de dichas instalaciones.
En los penales laboran alrededor de 12 mil de los 22 mil presos, la mayoría en servicios generales y en talleres; se pretende con dicho programa incrementar el personal ocupado en el área industrial, que actualmente es de poco más de 3 mil, en mil más este año. El funcionario explicó que el programa consiste en combinar la autogeneración (actividades en las que el interno manufactura productos que utiliza él mismo) con la participación de inversionistas.
"Estamos utilizando nuestros recursos al máximo, tenemos mucha maquinaria en los diferentes reclusorios que estamos echando a andar", explicó Salazar. Precisó que en 15 días comenzará la habilitación de 21 talleres de carpintería, sastrería, reparación de motores diesel y fuel injection y de imprenta, entre otros, de manera simultánea en todos los reclusorios.
Los talleres deberán quedar terminados a más tardar en la primera quincena de octubre, pues se están aplicando recursos que aprobó la Asamblea Legislativa del DF.
Se cuenta con cuatro proyectos: el del Instituto Politécnico Nacional a través de UPIIICSA, mediante el cual se rehabilitarán los talleres; otro de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido, para labores de maquila y bolsa de trabajo; de la panificadora El Globo en los reclusorios que tienen panadería, y el de la Cámara Nacional de Comercio, para la venta de artesanías que producen los internos.
En el caso del proyecto de panificación, nombrado "de medio camino", los internos que salen de la cárcel con beneficios de libertad anticipada son capacitados, de manera que al quedar completamente liberados estén calificados para realizar ese trabajo, explicó.
Con algunos talleres se tiene incluso la posibilidad de manufacturar para clientes externos; por ejemplo el de sastrería, con capacidad para producir 4 mil uniformes, que tiene ya un pedido de batas de laboratorio para el IPN. Respecto de los inversionistas, señaló que cuentan con la garantía de tener a su disposición mano de obra cautiva; "nosotros cobramos solamente un concepto por gastos indirectos".
De acuerdo con la ley, señaló, al interno se le paga el salario mínimo, "nunca menos de eso". Al cobrar se le entrega 70 por ciento de su sueldo y el restante 30 por ciento ingresa a un fondo de ahorro que se le devolverá íntegro cuando haya cumplido su sentencia y salga de la cárcel.