COSAS DEL FUTBOL
Josetxo Zaldúa
La racanería del futbol italiano tuvo en este Mundial justo castigo. Impresionó ver a los jugadores mejor pagados del mundo, que compiten en una liga feroz como ninguna, acorralados por la marea surcoeana, por unos jugadores que se multiplicaban a lo largo y ancho del campo de batalla.
Se fue Italia de un modo vergonzoso. Es verdad que el árbitro les anuló un gol legal en el tiempo extra, gol que hubiera acabado con las ilusiones coreanas, pero así son los imponderables del futbol. Los jugadores fallan, los técnicos se equivocan, los palos de la portería repelen goles cantados y los árbitros no son ajenos a la condición humana. También meten la pata.
Mientras Trapattoni, el técnico de los azzurri, cambiaba delanteros por mediocampistas, el holandés Hiddink cambiaba centrocampistas por delanteros. En la fase final del partido llegó a tener cinco hombres en la línea de ataque, en un mensaje que arrugó a los orgullosos alpinos.
Italia, la triple campeona del mundo, sufrió una humillación en toda regla, infinitamente más profunda que la sufrida por México ante Estados Unidos.
La siguiente parada para los surcoreanos es España y su mar de dudas surgidas después del cotejo que la enfrentó a Irlanda, cuando la Virgen del Pilar se apiadó de los ibéricos, a quienes los bravos irlandeses tenían en la lona.
La referencia hispana, Raúl, está con las fibras dañadas en un músculo. Sin su concurso los de la camiseta roja pierden al hombre más inteligente en su línea de ataque.
Pero lo que más deberá afinar el temperamental técnico hispano, Camacho, es su trinchera defensiva. Sólo el catalán Pujol por la banda derecha puede competir en nervio y velocidad con los asiáticos.
Los problemas en esa zona comienzan por el centro con Hierro y Helguera, lentos de reflejos, y terminan en la banda izquierda, donde Juanfran es lo más parecido a un flan.
Otro juego de infarto correrá a cargo de brasileños e ingleses. Si nos atenemos al desempeño de cada oncena habrá que convenir en que los de la Rubia Albión tienen las de ganar, a menos que Brasil se comporte como equipo y no como guerrilla.
El sorteo fue generoso con los sudamericanos y eso impidió que fueran exigidos, con todo y que Turquía los tuvo al punto del infarto. Los ingleses tienen una defensa compacta y adelante, con Owen en función de estilete apoyado por los medias puntas Heskey y Beckham, no cantan nada mal las rancheras. Será un partido a cara de perro.
Fuera de juego
Italia ha digerido peor que mal su eliminación ante un rival menor como Corea del Sur. Hasta el primer ministro Berlusconi, dueño además del fracasado equipo del Milán, cargó las tintas contra la FIFA.
El dueño del equipo Perugia, Alessandro Gaucci, despidió al jugador surcoreano Ahn Jung-Hwan por haber cometido el delito de anotar el gol de oro que dejó fuera del Mundial a los italianos, y lo mandaron al desempleo a instancias del técnico de ese equipo, Serse Cosmi. Tremenda pareja de impresentables.
No menos penoso es constatar que haya personas aferradas a la especie de que la derrota de México ante Estados Unidos fue arreglada en los despachos de los presidentes Fox y Bush. Una cosa es el sentimiento de frustración ante un hecho así, con todo y lo menor que es. Otra es que hagamos de la paranoia una guía de vida.
Según eso, Alemania perderá ante Estados Unidos (y no es descabellado que eso suceda porque los germanos no han enseñado nada más que voluntad) en cuartos de final, luego ganará la semifinal y acabará éste coronándose campeón del mundo.
Si todo eso sucediera, y no es del todo imposible porque estamos hablando de un balón y 22 pares de piernas vueltas locas tras él, ya sabremos que la Casa Blanca, en su ofensiva contra el eje del mal, se agandalló también el Mundial.