Se trata del sindicalista Efraín Calderón Lara y el campesino Benito Oy Kumul
Abrir expedientes de asesinatos de líderes sociales en Yucatán, demandan panistas
Los casos, ocurridos en los 70 y 80, produjeron movilizaciones de protesta
LUIS BOFFIL CORRESPONSAL
Merida, Yuc., 20 de junio. La dirigencia estatal de PAN pidió hoy que se abran los expedientes donde quedaron registrados los crímenes del líder sindical Efraín Calderón Lara y del dirigente campesino Benito Oy Kumul, cometidos en las décadas de los setenta y ochenta, respectivamente.
Alfredo Rodríguez Pacheco, dirigente panista, manifestó que si pudieron abrirse los archivos de la guerra sucia y de la matanza de Tlatelolco, es factible que se retomen los casos antes citados y que en su momento generaron levantamientos sociales.
Rodríguez Pacheco se refirió a los asesinatos de Calderón Lara y de Oy Kumul, campesino que militaba en el PAN y fue victimado a balazos después de ser virtualmente linchado por una turba de priístas.
Añadió que las circunstancias que rodearon esas muertes todavía son extrañas. Consideró que las autoridades estatales o legislativas deberían reabrir esos expedientes.
Yucatán también tiene su historia negra y su pequeña guerra sucia. En 1974, la entidad se conmocionó cuando se halló el cadáver de Calderón Lara, abogado de origen campechano quien asesoraba a sindicatos independientes.
Unos días antes había sido secuestrado por presuntos enviados del gobierno que en aquel entonces presidía Carlos Loret de Mola (1970-1976). En ese lapso, miles de trabajadores y estudiantes que simpatizaban y conocían a Calderón Lara se levantaron y desafiaron al Poder Ejecutivo. La violencia sacudió las calles de Mérida, los comercios fueron saqueados, las clases se suspendieron y los sindicatos independientes comenzaron huelgas.
El Ejército Mexicano, por una supuesta petición de Loret, intervino y prácticamente se decretó un toque de queda en Mérida.
El edificio de la entonces universidad de Yucatán resultó ser la trinchera de trabajadores y estudiantes que se parapetaron de las incursiones de los militares. Hasta allí fue llevado el cadáver de Calderón Lara que evidenciaba huellas de tortura, estaba parcialmente quemado y castrado.
Aunque posteriormente se conoció al presunto asesino del líder sindical, siempre quedó la duda de que se trataba de un chivo expiatorio. Nadie fue a la cárcel.
El caso de Benito Oy Kumul, ocurrido en 1986 durante el gobierno interino de Víctor Cervera Pacheco, es otro que nunca fue resuelto satisfactoriamente.
El campesino, oriundo de Chemax, al oriente de Mérida, perdió la vida al recibir un balazo por parte de unos militantes priístas que poco antes lo habían golpeado salvajemente. Oy Kumul se distinguió, en vida, por su proselitismo a favor del PAN en una comunidad como la chemaíta dividida políticamente entre priístas y panistas.
Al conocerse el asesinato, la dirigencia estatal del PAN se movilizó y organizó una marcha pacífica. El recorrido constaba de 200 kilómetros aproximadamente, aunque no se llegó a concretar porque el gobernador Cervera Pacheco acordó un pacto político con los panistas.
Se prometió castigo para los responsables y nada más se detuvo a un campesino como presunto responsable del asesinato. Paradójicamente, el detenido era uno de los más cercanos amigos de Oy Kumul.
El caso, a 16 años de distancia, nunca fue aclarado.