Laura Alicia Garza Galindo
De que son peligrosas
De que las comparecencias de los servidores públicos
de alto nivel ante el Congreso son peligrosas, lo son. Cualquier descuido
en las palabras, premeditado o no, puede ser riesgoso, no sólo para
el servidor público en cuestión, sino también para
el pueblo de México. Me refiero en lo general a las largas aseveraciones,
pero sobre todo impactos en la economía, que nos regalara ayer el
secretario de Hacienda, al comparecer ante el Congreso.
¿Cuál es el contexto en que se da la presentación
del secretario Gil? Recién, como están enterados, el presidente
Fox, acompañado por el titular de Hacienda, presentó su Programa
Nacional de Financiamiento al Desarrollo (Pronafide), en el que establece
el imperativo para el Congreso de resolver de inmediato 10 reformas estructurales
a la economía nacional, que implican otros tantos cambios a leyes
federales y en ocasiones a la Constitución. Y el reto, dice el Presidente,
es para ya, por supuesto, empezar a crecer también a una tasa de
7 por ciento anual, en el entendido de que si el Congreso no hace su tarea,
entonces no creceremos al 7 por ciento anual y por supuesto, la culpa será
del Legislativo.
El pequeño problema es que ninguna de las propuestas
presidenciales sobre energía, telecomunicaciones, laboral, fiscal,
presupuestal, judicial, educación, federalismo y pensiones, se acompaña
de una iniciativa de ley del Ejecutivo federal, salvo la financiera, en
la que ahora trabajamos. La primera pregunta, es, ¿dónde
están las iniciativas? independientemente de que los legisladores
consideramos que la mayoría de las propuestas no inciden en el crecimiento
económico de corto plazo.
Más bien nuestra percepción sobre estas
reformas -si pasan, y ello depende del beneficio al pueblo de México-
generarán resultados en el mediano y largo plazos, excepto la financiera,
que pretende otorgar en el corto plazo seguridad jurídica a los
ahorradores, a los inversionistas y a los propios bancos, y dependiendo
de que los bancos suelten los créditos productivos, en lugar de
estar "sudando" los ahorros de los mexicanos -cada vez más escasos
por cierto-, y de estar repartiéndose las ganancias con el gobierno.
Prevalecen en la realidad de la economía nacional
las previsiones de crecimiento calculadas en 1.7 por ciento anual, los
recortes presupuestales a diversos programas, incluso al sector educación
y salud, y a proyectos de los estados, con todo y la caída (recorte
abusivo) en sus participaciones; llantos por la caída del precio
del petróleo, cuando éste se reposicionó fuerte desde
mediados de febrero y nunca estuvo por debajo del precio por barril calculado
en el presupuesto; el dólar, que se ha ido apreciando a partir de
abril, cuando costaba 9.10 pesos, hasta 9.70 en junio, aunque los criterios
económicos del Ejecutivo programaron un precio para 2002 de 10.10
pesos por divisa.
Y existe la gran disputa por abrir en exclusiva al capital
extranjero la energía eléctrica y el gas, mediante los contratos
de servicios múltiples (CSM), esquema que de aprobarse, abriría
la explotación petrolera a los extranjeros, también por la
venta de activos de Aseguradora Hidalgo, a la mitad de su precio real y
en moneda nacional, no obstante su venta al extranjero. Anteayer se vendieron
en más de 800 millones de dólares -y no tenemos idea si también
fue a mitad de precio-, las acciones que el gobierno poseía en Bancomer.
Y dijo Gil: es en este sentido, al entregar los activos
nacionales, que nos estamos pareciendo a Argentina, que vendió para
cubrir sus gastos excesivos y financiar el servicio (pago) de su deuda.
El gobierno vende y luego protesta.
Fueron palabras suficientes para que el peso se desplomara.
Más tarde, se le pregunta al presidente Fox, en su gira por Chiapas,
si avalaba la afirmación de Gil, lo que negó, diciendo que
nuestra economía es sólida, que lo es. La caída del
peso se frenó de inmediato, pero difícilmente el dólar
se colocará de nuevo en 9.70. Y es que la protesta de los exportadores
nacionales es intensa; no les conviene que la divisa se compre en menos
pesos. No así para el pueblo de México: a mayor precio del
dólar, mayor inflación, precios y tasas de interés.
Bueno para pocos, malo para muchos.
Y de paso, dejar la nota en el Congreso, similar a la
del propio Gil Díaz el 22 de abril pasado en Cancún, y publicada
en El Universal: "la economía mexicana se puede argentinizar,
si no hay armonía entre partidos políticos, gobiernos locales
y el Ejecutivo federal"; refiriéndose entonces a la necesidad de
que el Congreso aprobara, ¿qué creen?, las reformas energética,
fiscal y de telecomunicaciones. Peligrosa estrategia. Sí creo que
la comparecencia de ayer fue diseñada para varias bandas, como exigir
al Congreso la aprobación de sus propuestas, con el argumento-amenaza
de la argentinización, y para que el peso se deslizara un
poquito más, pues qué tanto es tantito.
Considero que fue una comparecencia peligrosa y una estrategia
de alto riesgo y muy mal calculada por el presidente Fox y el secretario
Gil Díaz, al poner en tela de juicio la solidez de la economía
mexicana. Con eso no se juega.
( ) Senadora del PRI, economista y presidenta de la
Comisión de Relaciones Exteriores para Europa y Africa del Senado
de la República