MEXICO, S A
Carlos Fernández-Vega
MIENTRAS EL SECRETARIO de Hacienda decide qué otra
barbaridad comete o en qué nuevo brete meterá al país,
sería saludable que el autodenominado gobierno del cambio informara
a la nación qué fin tuvieron los más de 32 mil millones
de dólares obtenidos -sólo en la década de los 90-
por el desmantelamiento del aparato productivo del Estado, resultante de
la indiscriminada política reprivatizadora gubernamental.
DURANTE DICHA DÉCADA y en calidad de rigurosa venta
de garaje, prácticamente todos los sectores estratégicos
de la actividad económica nacional en los que participaba el gobierno
como supuesto administrador de los intereses de la nación fueron
entregados al gran capital, siempre con el "argumento" -utilizado ahora,
de manera nada convincente, por la administración foxista- de que
la venta de esos activos "liberarían recursos para atender las grandes
prioridades sociales del país", mismas que de tan prioritarias siguen
en la inagotable lista de espera.
MÉXICO OCUPA LA TERCERA posición en el Olimpo
privatizador de América Latina -lo que le ha acarreado generosos
calificativos por parte del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional-,
sólo antecedido por Brasil (72 mil millones de dólares en
la década de los 90) y el "ejemplo" Argentina (45 mil millones en
el mismo periodo), países que, junto con el nuestro, ocupan las
primeras posiciones en desigualdad social y en los que los alfileres son
el principal sustento de sus respectivas economías (por este logro
las instituciones financieras referidas no nos han felicitado).
DE ACUERDO CON información estadística del
propio Banco Mundial, durante la década de los 90 los países
latinoamericanos obtuvieron alrededor de 178 mil millones de dólares
por la privatización de empresas públicas -mecanismo también
conocidos como "reformas estructurales"-, mismos que -desde luego- no se
destinaron a paliar las urgencias sociales regionales, sino -como era de
esperarse- a pagar, religiosa y milimétricamente, los casi 177 mil
millones de dólares por el servicio de su deuda externa.
A CAMBIO, AÑO TRAS año América Latina
es ratificada en su privilegiada posición como primer lugar mundial
en lo que a desigualdad social, por una parte, y concentración del
ingreso y la riqueza, por la otra, se refiere. Suponiendo, sin conceder,
que los gobiernos regionales no tengan conocimiento de qué es la
corrupción, el saldo "positivo" por su política privatizadora
fue, en el periodo señalado, de mil millones de dólares,
dejando a un lado las evaluaciones por pérdida de empleo, privilegios
fiscales para los nuevos propietarios, consolidación de la estructura
oligopólica y, desde luego, pérdida de soberanía,
entre otros logros.
EN 1999 EL MONTO económico de las privatizaciones
llevadas a cabo en los países en desarrollo superó los 44
mil millones de dólares. De ese total, 55 por ciento correspondió
a América Latina, 23 por ciento al ex bloque socialista en Europa
y Asia Central y el 22 por ciento restante a los países del Este
de Asia y el Pacífico. Ese año la privatización de
empresas públicas relacionadas con actividades de petróleo
y gas concentraron 40 por ciento del total y servicios financieros 21 por
ciento.
EN EL CASO MEXICANO, los 32 mil millones de dólares
obtenidos por privatizaciones durante el salinato y el zedillato, que de
acuerdo con la información oficial se destinarían a paliar
la abultadísima y creciente deuda social del país, a todas
luces tuvieron un destino diferente. De hecho, esa cifra representa apenas
un tercio de lo que los habitantes de esta heroica nación pagaron,
pagan y pagarán por rescatar las chequeras de los empresarios beneficiados
por la privatización de la banca, quienes también obtuvieron
los ingenios azucareros -de nuevo expropiados-, las líneas aéreas
-permanentemente rescatadas-, la infraestructura satelital, el sector siderúrgico
y -cómo olvidarlo- las concesiones carreteras, por citar sólo
algunos renglones de la actividad económica.
PERO LOS DINEROS obtenidos por la desarticulación
de la otrora infraestructura productiva del Estado no sólo se utilizaron
y utilizan para rescatar a los beneficiarios de la política privatizadora.
Como ejemplo y siempre de acuerdo con las estadísticas del Banco
Mundial, en 1991, uno de los mejores años en lo que a recaudación
se refiere, el gobierno mexicano obtuvo alrededor de 11 mil 300 millones
de dólares por la venta de garaje; ese mismo año pagó
casi 6 mil millones de dólares por intereses de la deuda externa,
problema que, dicho sea de paso, estaba "resuelto" desde febrero de 1990.
PERO LOS CITADOS eran tiempos de jauja, porque en 1999
el ingreso por privatizaciones no superó los 300 millones de dólares,
aunque el pago de intereses del débito externo -amortización
de capital aparte- superaron los 7 mil millones de dólares. Sin
embargo, la erogación por el servicio de la deuda externa -intereses
y amortizaciones- crece año tras año, a pesar de que el presidente
Fox recientemente ratificó lo dicho por Carlos Salinas de Gortari
en febrero de 1990: el de la deuda externa es un problema superado.
SOLO COMO EJERCICIO de memoria vale señalar que
el universo de empresas propiedad del Estado acumulado durante más
de medio siglo (1930-1982) prácticamente desapareció en una
década, y lo poco o casi nada que queda será borrado del
mapa por el gobierno del cambio. De Pascual Ortiz Rubio a José López
Portillo el número de paraestatales pasó de una docena a
mil 155 en diciembre del último de los años citados. Actualmente,
dejando a un lado a Petróleos Mexicanos y a la Comisión Federal
de Electricidad, prácticamente no queda un consorcio estatal digno
de mencionar.
QUEDA PENDIENTE, PUES, una explicación detallada
sobre el destino de los dineros obtenidos por el desmantelamiento de la
infraestructura productiva del Estado y de los "beneficios" que dicha política,
como en Argentina, generó para los mexicanos de a pie. Sin embargo,
algunos de ellos están a la vista: de los 12 mil 500 millones de
dólares que Roberto Hernández y sus guajiros recibieron por
la venta de una empresa que compraron al Estado, la nación recibió
un majestuoso concierto de violines.
Las rebanadas del pastel:
HABRA QUE CRUZAR LOS dedos y constatar en esta jornada
cambiaria cómo le va en la feria de los golpes al frágil
peso mexicano, luego de que las hordas especulativas fueran invocadas,
el pasado jueves, por los chantajistas "ejemplos" del ex director de la
telefónica Avantel... En los corrillos de la secretaría de
Hacienda toma fuerza el rumor de que Francisco Gil Díaz está
a punto de nombrar a Jaime Serra Puche como su jefe de imagen y relaciones
públicas...