La Venezuela virtual de los golpistas, una creación de los medios
La "realidad" de los grandes medios parece pautada por un destino inexorable: "Hugo Chávez tiene los días contados". Así tituló el domingo 23 sus ocho columnas el diario El Universal de Caracas la información sobre un recurso legal interpuesto por un abogado ante el Tribunal Supremo de Justicia, para quitar al presidente del poder por supuestas violaciones a la Constitución.
Repasar sus páginas resulta todo un ejercicio didáctico. En su sección política, otro titular ilustra la "situación": "En Venezuela hay signos totalitarios". Esta vez la fuente viene del exterior. Es nada menos que el ex subsecretario de Estado para asuntos interamericanos del gobierno de Bill Clinton, Arturo Valenzuela. Desde su puesto académico en la Universidad de Georgetown, Valenzuela, un anglosajón con sangre latina, visualiza una "noción históricamente fascista" en la Venezuela de Chávez, en el sentido "de la relación directa entre el Duce y el pueblo". El referente de una "democracia totalitaria", donde el pueblo piensa lo mismo que el líder y las minorías son los sectores "malos" de la sociedad, que atentan contra el "bien común".
La "realidad" es elaborada con otra entrevista a toda página abriendo la sección de economía: "Estamos en el caos". Es lo que piensa Oscar García Mendoza, presidente del Banco Venezolano de Crédito, una de las instituciones más antiguas del país y en la primera fila de la economía. El naufragio que prevé el banquero García será resultado del "plan de africanización" del gobierno chavista, que "devastará" lo que permanece en pie y alimentará la pobreza. A su juicio, la destrucción de la economía desde el Palacio de Miraflores tiene un propósito definido: aniquilar al sector privado, a la industria, a la banca.
Otro titular completa la trama: "Al presidente nadie le obedece". Según Carmelo Lauría, ex gobernador de Caracas, un veterano adeco (Acción Democrática) curtido en lides ministeriales y partidistas -"siempre estoy en mi casa, aunque digan que estoy conspirando"-, el papel de los militares "es garantizar el triunfo del sistema democrático. Para que se puedan regresar a los cuarteles tienen que salir a respaldar a la sociedad civil y a la transición. Sólo así volverán a la institucionalidad". Más claro imposible: dado que "la fuerza armada no obedece al presidente Chávez" y los partidos políticos deben consolidarse antes de participar en cualquier transición, hay que forjar un nuevo 1958: militares y civiles en una junta de gobierno provisional.
Repasar el mismo día los titulares del otro bastión de la "prensa libre" venezolana, El Nacional, puede resultar un ejercicio tedioso por previsible, pero que no tiene desperdicio. "Carlos Ortega: La salida es que Hugo Chávez renuncie". "El gobierno es estalinista: Eduardo Vázquez". "Venezuela está sumergida en el caos: Rudiger Dornbusch". Ortega es el presidente de la co-rrupta y pro patronal Confederación de Trabajadores de Venezuela, y participó en el efímero golpe de Estado del 11 de abril. Filósofo y profesor jubilado, Vázquez piensa que el lenguaje de Chávez es "de negación absoluta, de destrucción. Todo lo que encontró es malo, corrompido y hay que destruirlo". La filosofía de Chávez, dice, es "la negación de la libertad de pensamiento".
Para sorpresa de uno, leer la entrevista a Dornbusch, profesor del Instituto Tecnológico de Massachussets y gurú de la macroeconomía, resulta divertido: dice que Chávez es un gran peligro. Pero advierte que la oposición está concentrada en sacarlo del poder y no tiene un programa coherente, creíble y sustentable que garantice la estabilidad política y económica del país. Totalitarismo, fascismo, estalinismo, caos, desgobierno, destrucción, africanización son sin duda elementos para una mezcla explosiva. ƑQué mejor solución que un nuevo golpe de estado cívico-militar que restaure en el poder a los demócratas de siempre? CARLOS FAZIO