Podrían superar los 4 mil 500 millones
de dólares
Investiga Secodam posibles fraudes en Pemex Refinación
Se involucra a ex funcionarios del gobierno de Zedillo
y de la paraestatal
GUSTAVO CASTILLO Y ENRIQUE MENDEZ
La Secretaría de la Contraloría y Desarrollo
Administrativo (Secodam) investiga fraudes cometidos desde 1997 en las
plantas de Cadereyta y Madero, de Pemex Refinación, que podrían
superar los 4 mil 500 millones de dólares. Además, desde
el 28 de agosto de 2001 presentó ante la Procuraduría General
de la República (PGR) una denuncia penal que detalla un pago indebido
por 98 millones de dólares y que involucra a altos ex funcionarios
de la paraestatal.
En ambos casos estarían involucradas empresas como
la mexicana Triturados Basálticos (Tribasa) -en quiebra-, la alemana
Siemens, la coreana Sunkyong (SK), el consorcio Ingenieros Civiles Asociados
(ICA)-Fluor Daniel y la Societé Generalé de Surveillance,
además de ex servidores públicos del gobierno de Ernesto
Zedillo.
Entre estos últimos están Arsenio Farell,
ex titular de la Secodam, y el ex director de Pemex Refinación,
Jaime Mario Willars Andrade, entre otros ex funcionarios, e incluso del
Centro de Investigaciones en Ciencia Aplicada y Tecnología Avanzada
(CICATA), plantel Legaria, del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Las investigaciones de Secodam -una de ellas a partir
de una denuncia empresarial- han detectado irregularidades mayores en los
proyectos de reconfiguración y modernización de las refinerías
Ingeniero Héctor Lara Sosa, en Cadereyta, Nuevo León, y de
Francisco I. Madero, en Ciudad Madero, Tamaulipas.
Por ejemplo, el organismo adjudicó los contratos
-con la mediación de uno de los asesores de Siemens- de manera ilegal
y permitió que los contratistas realizaran las obras en las dos
refinerías sin apego a lo establecido en los concursos de licitación;
éstos, ahora se sabe, emplearon materiales inadecuados que impiden
la plena operación de las plantas.
Además, Pemex efectuó pagos ilícitos
y se han detectado conflictos de interés de actuales funcionarios
de la paraestatal con los contratistas y con los ex servidores públicos
que asignaron las obras.
El proyecto de reconversión y modernización
de las plantas constituyó, en el sexenio de Ernesto Zedillo, el
más importante para garantizar el suministro de combustibles, pues
con las nuevas instalaciones en diez plantas México podría
disminuir la importación de gasolina, diesel y otros hidrocarburos.
Desde 1997, Pemex anunció su intención de
mejorar la capacidad de instalaciones como las de Cadereyta, Madero, Tula,
Salamanca, Minatitlán y Salina Cruz, con el propósito de
''abastecer a un mínimo costo la demanda de gasolinas y diesel con
un bajo contenido de azufre, incrementar el proceso de crudo pesado Maya
y aprovechar al máximo la capacidad de las instalaciones ya construidas'',
como refirió, en 1999, el entonces director, Adrián Lajous
Vargas.
El mismo ex funcionario dijo el 5 de agosto de 1999, en
Tamaulipas -cuando se colocó la primera piedra del Proyecto Madero-,
que la paraestatal invertiría 5 mil 700 millones de dólares
para contar ''con un sistema nacional de refinación moderno, eficiente
y competitivo, con altos estándares de seguridad industrial y protección
ambiental''.
De acuerdo con las investigaciones que se llevan a cabo
en Secodam, los costos de la reconfiguración en Cadereyta se incrementaron
de mil 160 millones de dólares a más de 2 mil 160 millones,
por los retrasos en la obra que Pemex recibió mediante un convenio
de culminación de contrato, cuando aún faltaba por concluir
uno por ciento del proyecto, decisión que le costó otros
90 millones de dólares.
Esas cifras son adicionales al daño patrimonial
que sufrió la paraestatal por otros trabajos realizados fuera de
lo pactado en la licitación, de los cuales hasta el momento sólo
se ha denunciado penalmente el pago ilegal de 98 millones de dólares,
monto que fue absorbido por Pemex de la misma manera en que se amortizaron
los 400 millones que le costó la parálisis de la planta de
2000 a 2001, como reconoció el actual secretario de Energía,
Ernesto Martens, en su comparecencia ante diputados federales el año
pasado.
En el caso de Madero -según fuentes oficiales-,
el titular de la Secodam, Francisco Barrio, tiene desde el primero de enero
de 2001 el expediente que detalla los daños económicos por
el incumplimiento de los contratos y las cláusulas originales del
concurso de licitación, así como la información explícita
de la maniobra mediante la cual se hizo a un lado a la compañía
mexicana Bufete Industrial, única postulante a la que no se le hicieron
observaciones que le impidieran ganar la licitación convocada por
Pemex en 1999.
Documentos en poder de La Jornada dan cuenta de
cómo, mediante un supuesto ''dictamen técnico'' elaborado
por la Unidad Jurídica de Pemex, a cargo de Ricardo Bouchot Guerrero,
se permitió al consorcio Pemopro, constituido por SK, Tribasa y
Siemens, ser el ganador del proyecto.
Tráfico de extranjeros
En esta maraña de posibles actos de corrupción
y tráfico de influencias no sólo se habrían cometido
irregularidades financieras. Pemopro internó ilegalmente en el puerto
de Madero a casi 3 mil obreros y técnicos extranjeros con la complicidad
-según denuncia de los sindicatos locales- del Instituto Nacional
de Migración.
Más aún, constituyó también
en forma irregular decenas de empresas de todo tipo -de renta y venta de
videos, de arrendamiento y lavado de automóviles, tiendas de ropa,
mini supermercados, importadoras de maquinaria pesada y constructoras,
entre otras- a las que subcontrató las obras para justificar la
estancia de los miles de ciudadanos coreanos, filipinos y tailandeses que
ingresaron sin documentación legal al puerto, traídos en
los mismos barcos en que se transportaron materiales a utilizar en el complejo
petrolero.
Las anomalías en los procesos de reconfiguración
de las refinerías se concentraron en sendas denuncias por escrito
formuladas ante el presidente Vicente Fox Quesada.
Uno de los detalles que demuestran la asignación
irregular de Madero, como consta en los documentos que tiene este diario,
es que la oferta de Bufete Industrial apenas fue superior en 90 millones
730 mil dólares a la presentada por Pemopro. Sin embargo, el retraso
en las obras ha elevado los costos en más de 40 por ciento respecto
del valor inicial contratado con SK y sus asociados, que era de mil 998
millones de dólares, además de que Pemex debió hacerle
pagos por obras no previstas en la reconfiguración de la planta.
El daño que sufriría el presupuesto de la
paraestatal fue advertido, antes de asignar el contrato a SK, Tribasa y
Siemens, al entonces secretario de la Contraloría, Arsenio Farell,
mediante el oficio 18/576/0129/99, del 10 de febrero de 1999, firmado por
la ex contralora interna de Pemex Refinación, Mónica Barrera
Rivera.
Esta ex funcionaria fue asignada a ese puesto por el propio
contralor federal, según la tarjeta de trabajo DGD/97010278, elaborada
a partir de la autorización descrita en el oficio SP/100/1093/97,
que firmó el 16 de abril de 1997 Farell, quien asesoró al
PRI y al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana
(STPRM) en las investigaciones que realiza la PGR por el desvío
de mil 480 millones de pesos de Pemex a la campaña priísta
de 2000.
La tarjeta para el puesto de confianza de Barrera fue
autorizada por el jefe del Departamento de Personal de Pemex Refinación,
Marco A. Muñoz, quien le otorgó el puesto de contralora de
organismo subsidiario, con sede en las oficinas centrales de la paraestatal.