Segunda novillada 2002
Fracasó El Arriero; decepcionó Raquel
LUMBRERA CHICO
Cuatro mil espectadores, seis mansos, dos aprendices con poco futuro en los ruedos y un novillero que después de torear cien festejos nomás no podrá llegar más lejos, fueron, en apretada síntesis, los datos más notables de la segunda función de la temporada aún más chica en la Monumental Plaza Muerta.
Lo de los cuatro mil espectadores no es exageración: la tarde estaba linda, quedaba en el alma un profundo vacío de futbol y además el cartel anunciaba a una novillera šespañola! (hostia, osú, coño), cuya inclusión bastó para multiplicar por cuatro el número de asistentes de la semana pasada.
Por lo que toca a los mansos éstos fueron de la debutante ganadería mexiquense de San Juan Pan de Arriba, nombre tan poco afortunado como el encaste de los cinco negros y un castaño meano que saltaron a la arena débiles de remos, desganados para pelear con el caballo y sin la menor bravura en el tercio final, a lo que debe añadirse la falta de trapío del primero, segundo y sexto, mientras el exceso de kilos pareció atornillar al piso a los tres restantes.
Señor Sol, de 390 kilos, fue el que tuvo mejor estilo, claro está comparado con bicharrajos como Jardinero, de 385, o Chilaquil, hágame usted el favor, de 402. De mejor lámina pero igualmente escasos de calidad fueron Bosque Real, de 445, Nueva Vida, que hizo honor a su nombre porque inició en efecto una nueva al ser regresado al chiquero con sus 455, y Compadre, de 427, que ni fu ni fa.
En cuanto a los aprendices con poco futuro éstos fueron Ricardo Adrián, joven chilango de 24 años, con algo de oficio acumulado a lo largo de 60 actuaciones, pero incapaz de transmitir emoción alguna, y la toledana Raquel Sánchez, guapa rubia de 23 años y apenas 17 novilladas en su haber, que no cultiva relaciones artísticas con el capote y se vio entendida en el manejo de la muleta e incluso ducha, certera, precisa y pronta con el estoque, pero su falta de personalidad y gracia dejó frío al respetable.
El que ya no tiene remedio es Ricardo González El Arriero, cuya vasta experiencia en esto de pasarse los toros por la faja, y el incomprensible apoyo que ha recibido de parte de la mafia de Herrerías, no le permitieron acomodarse con el primero de su lote, sin duda el más toreable del encierro, y aunque tuvo momentos apreciables, al desarrollar una faena derechista muleteando a su segundo, se hundió en el pantano al fallar con la espada y picotear con la cruceta el testuz del cuarto de la tarde, hasta que el juez Ricardo Balderas ordenó que le tocaran el tercer aviso y devolvieran al bicho a los corrales.
Para el domingo venidero las cosas pintan más interesantes. El promotor de Telmex, Pepe San Martín, tomará la batuta de la Plaza Muerta e intentará revivirla de nuevo, restaurando el nombre original del coso de Mixcoac, con un cartel encabezado por Christian Ortega, que el año pasado enloqueció a unos cuantos espectadores al realizar una dramática faena bajo un verdadero diluvio. Ahora le tocará en suerte un encierro de Celia Barbabosa, hierro de buena fama pero malos rendimientos a últimas fechas. Cabe, sólo, esperar que en esta ocasión la lluvia no ponga ese toque escenográfico que tanto parece inspirar a este muchacho y que éste, en presencia del sol, ratifique su recordable hazaña.