El golpe a Chávez, con olor a petróleo
Uno de los blancos de los conspiradores era privatizar Pdvsa en beneficio del clan Bush y de la española Repsol
CARLOS FAZIO ENVIADO
Caracas, 1o. de julio. Venezuela es una pieza clave de la petropolítica global del gobierno de George W. Bush. El golpe de Estado del 11 de abril estuvo monitoreado por intereses petroleros. Uno de los objetivos de la conspiración era privatizar Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa) en beneficio de una sociedad estadunidense vinculada al clan Bush y a la compañía española Repsol, vender la filial estadunidense de Pdvsa, Citgo International, al magnate Gustavo Cisneros y sus socios en Estados Unidos, y suprimir la reserva del Estado venezolano sobre los recursos del subsuelo para entregárselos al capital trasnacional.
Por eso llama la atención el antejuicio promovido contra el presidente Hugo Chávez por el convenio petrolero con Cuba. El argumento es que la venta de hidrocarburos a la isla causa perjuicio al patrimonio nacional. El mandatario desestimó la denuncia, que se inscribe en la campaña de guerra sicológica de la oposición, con una matriz que agita el fantasma comunista y esgrime una falsedad: que Venezuela le está regalando petróleo al gobierno de Fidel Castro.
Nada dicen los "defensores" del patrimonio nacional sobre la asonada fallida del 11 de abril. Porque fue un golpe con olor a petróleo. Pdvsa fue el caballo de Troya de los conspiradores. El disparador que utilizó la Triple Alianza (empresarios, Iglesia y militares) para tomar el palacio por asalto. Para desnacionalizar el petróleo había que desconocer la Constitución de 1999. Por eso los ideólogos de la asonada se montaron en el conflicto que enfrentaba a la gerentocracia de Pdvsa con el gobierno y lo utilizaron como ariete. La empresa estatal fue la cuña para derribar a Hugo Chávez. Para acelerar un modernizado "Plan Allende" contra el presidente constitucional de Venezuela. Pdvsa fue el caballo de Troya, pero también era el botín de los golpistas y sus socios trasnacionales.
No hubo sorpresa. Cuando llegaron a Miraflores, Pedro Carmona y sus compinches arrasaron con la Constitución y las instituciones. Un personaje en particular ocupó un lugar estratégico en la trama de los golpistas: Luis Giusti. Ex presidente de Pdvsa, Giusti es uno de los "terratenientes petroleros" del antiguo régimen. Hoy vive en Estados Unidos. Integra el gabinete económico de la comisión de energía estadunidense y es asesor personal del presidente Bush.
Como presidente de Pdvsa, Giusti comenzó la política de descapitalización de la empresa. Igual que ocurre con Pemex en México: como paso previo para su privatización, a fin de convertir a Pdvsa en una "empresa de clase mundial". Otro objetivo de los conspiradores y sus patrocinadores en Washington era golpear a la Organización de Países Exportadores de Petróleo, dinamizada bajo la presidencia del venezolano Alí Rodríguez, llamado ahora por Chávez para que se haga cargo de Pdvsa.
Una frase acuñada por los anteriores gobiernos adecos y copeyanos dice que "Pdvsa es un Estado dentro de otro Estado". Tradicionalmente la empresa funcionó sin ningún tipo de control o fiscalización. Sin rendir cuentas a la sociedad. Bajo la supervisión discrecional de la gerencia; los que integraban ųe integranų la llamada "nómina mayor". Una casta tecnoburocrática que maneja el secreto de la industria y gana salarios individualizados de entre 100 mil y cuatro millones de dólares anuales más "beneficios".
Durante muchos años el monopolio estatal ha sido la gran piñata de burócratas, políticos y contratistas. La gallina de los huevos de oro que alimentó una cadena de colusión delincuencial millonaria entre gobernantes, empresarios y la clase política del antiguo régimen. Fue la caja chica de Acción Democrática y el partido socialcristiano COPEI. Un nido de corrupción, de blanqueo de libros de deudas y activos (que incluía procesos viciados de suministros), donde se traficaba información privilegiada y pululaban petroespías. El presidente Chávez quiso poner la casa en orden o "sacudir la mata", como dicen aquí. A comienzos de año, el gobierno, en representación del único accionista de Pdvsa (el Estado), nombró una nueva junta directiva. Pero la nomenclatura pedevista se alebrestó, y argumentando que se "atentaba contra la meritocracia" se fue a la huelga y cometió un par de sabotajes contra la infraestructura de la empresa. Después una docena de "gerentes rebeldes" se sumaron al golpismo. Y es curioso, tras el regreso del "dictador" a Miraflores, repuesto por sectores populares y militares constitucionalistas, todos siguen en sus puestos. Ninguno fue preso.
Venezuela es el tercer proveedor de hidrocarburos a Estados Unidos, después de Canadá y Arabia Saudita. Según la última evaluación anual (2001) de Petroleum and Intelligence Weekly, PDVSA se ubica en el segundo lugar entre las 50 corporaciones más grandes de crudo detrás de la compañía estatal saudita Saudi Aramco y adelante de la estadunidense Exxon Mobil. La conclusión de los expertos de PIW, se basó en la valoración de los volúmenes de producción y reservas de petróleo y gas, capacidad de refinación y ventas de productos de todas sus empresas. Las reservas de crudo convencional venezolano rondan los 77 mil millones de barriles, sin contar las de la Faja del Orinoco, cuyo petróleo pesado y extrapesado se calcula en más de 270 mil millones de barriles, y que no obstante su menor calidad, son económicamente explotables. Claro que los ingresos consolidados de PDVSA (53.7 mil millones de dólares en 2000), fueron menos de una cuarta parte de los de la Exxon y muy por debajo de los de la Shell y la British Petroleum. En 1999 ocupaba el puesto 11, por debajo de Pemex, la china Sinopec y ENI de Italia.
Con enorme sabiduría, los indígenas de los alrededores del lago de Maracaibo llamaban al petróleo "excremento del diablo". Alguna razón tendrían. Junto con México, Venezuela aparece como un país crucial en el Plan Nacional de Energía de George W. Bush. Debido al fracaso del Plan Bush, el déficit energético de Estados Unidos rondará los seis millones de barriles diarios de petróleo. Venezuela y México son considerados dos fuentes regionales "seguras" de abastecimiento. De manera premonitoria, Michael T. Klare planteó que para incrementar 50 por ciento su consumo de petróleo extranjero, Estados Unidos necesita inmiscuirse en los asuntos políticos, económicos y militares de los países de donde fluye el oro negro. Esa injerencia, adelantó Klare, "puede adoptar formas diplomáticas y financieras, pero a menudo también requerirá acción militar". Cada vez quedan menos dudas de que el golpe de Estado en Venezuela estuvo conectado con la ofensiva guerrerista del nuevo "imperialismo energético" en Asia Central y Medio Oriente, para apoderarse del "excremento del diablo".
Como México, Venezuela ha colocado sus reservas de energía bajo control estatal y estableció fuertes barreras legales y constitucionales a la participación extranjera en la producción nacional. De ahí el constante cabildeo de los secretarios de Comercio, Energía y de Estado de la administración Bush, para que las transnacionales energéticas con casa matriz en Estados Unidos puedan participar en la extracción y explotación de esos recursos. Según el ex director de PDVSA, José Toro Hardí, la ley de hidrocarburos de Chávez es "la gran enemiga" de la ola mundial de fusiones y apertura del sector energético. "Rusia acaba de suscribir un contrato de 12 millardos de dólares con Exxon Mobil, pero esta última preferiría invertir en Venezuela si tuviera una legislación atractiva."
Llama la atención el caso Citgo. La filial estadunidense de PDVSA controla ocho por ciento del mercado interno estadunidense. Tiene una red de 15 mil 75 gasolineras y ocho refinerías en Estados Unidos. Por eso, como denuncia el experto petrolero Rafael Quiroz, "parece imposible" que con esa red de distribución, el año pasado Citgo sólo haya dado 213 millones de dólares como utilidad neta. ƑUn hoyo negro? La empresa tiene también nueve refinerías en Europa y dos en el Caribe, y en 2001 se creó Citgo International Latin America, que busca garantizar la colocación de derivados de crudo (marca Citgo y PDV) en nueve países de la región (Argentina, Brasil, Curazao, Puerto Rico, Colombia, Ecuador, Perú, Cuba y Uruguay).
A este apetitoso bocado es al que quiere echarle el diente don Gustavo Cisneros, el magnate venezolano propietario de Venevisión, Direct TV y Telcel. El accionista de varias compañías transnacionales como Coca-Cola y Televisa. El amigo y compañero de pesca de altura del anciano Bush padre, jefe de la mafia gasera texana. El nuevo Berlusconi venezolano, a quien Newsweek identificó como el titiritero que movió los hilos de Carmona y sus muchachos. El poder detrás del trono fallido del 11 de abril.