ITACATE
Cristina Barros y Marco Buenrostro
Comida en el alto Lerma
CUANDO LOS ARQUEOLOGOS encuentran vestigios de una cultura, pueden descubrir sus funciones; en otros casos los objetos permanecen mudos. En los últimos tiempos se ha visto que cuando aún perviven formas culturales semejantes a las que existieron en el entorno de las zonas en exploración, estudios en los que participan investigadores de varias disciplinas, y en particular los trabajos etnográficos, suelen aportar información que permite entender mejor los restos arqueológicos.
LA ARQUEOLOGA YOKO Sugiura, por ejemplo, ha trabajado durante más de 20 años en la cuenca del río Lerma, estado de México, tratando de entender la cultura material de los grupos asentados alrededor de los lagos. En el artículo realizado en 1983 en colaboración con Mari Carmen Serra, se narra cómo se encontraron vestigios arqueológicos en el municipio de Santa Cruz Atizapán, se les describe de manera general y se establece la manera en que la comunidad ha ''tratado celosamente de conservar sus testimonios históricos como parte del patrimonio cultural del pueblo".
EN ESTE TRABAJO participaron además de las arqueólogas, Aurelio Monroy y Sirenio Martínez, nativos de Santa Cruz. Entre los muchos datos que aportan sobre la vida ribereña, mencionan algunas de las costumbres en relación con la comida. El tlecuil solía ser el centro de la reunión; toda la familia utilizaba asientos bajos. La señora que daba de comer, usaba su metate o temetate; el primero con tres pequeñas patas y el otro sin ellas.
EN EL COMAL no sólo se cocían las tortillas, sino que se preparaban los huevos de distintas maneras y los tamales de pescados, de ranas, de atepocates o de carpa. Una olla servía para calentar frijoles, habas, carne, quelites y otras cosas. Este almuerzo, se acompañaba con atoles que variaban a lo largo del año.
EL ANOCHECER LLAMABA de nuevo a rodear el tlecuil para la segunda comida del día, que solía consistir en guisado caldoso pescados como los xalmichis, pescado blanco, carpas de distintas clases y juiles, además de ranas, ajolotes, atepocates y acociles.
EN OCASIONES SE preparaba el huevo de mosco o ahuatli, batiéndolo con huevo para formar albóndigas que se guisaban en un caldo picante. Todo esto se acompañaba con abundantes tortillas, sal y diversos chiles.
LA COMIDA VARIABA según la estación del año. Así podía haber en la mesa papa de agua o cabezas de negro asadas o hervidas; también ensalada de berro, raíz de tule tierno, paletaria, carretilla, cresón o atlaquelite, jara y amamalocote. En el invierno abundaban patos y otras aves acuáticas.
ESTA FORMA DE aprovechamiento de la naturaleza, tuvo continuidad por más de 3 mil años.
FUE EN 1940, al comenzar la extracción de agua para la ciudad de México, que el valle del alto Lerma empezó a desecarse; hoy queda poco de lo que aquí se describe.
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