MEXICO, SA
Carlos Fernández-Vega
EN SU POCO CONVINCENTE discurso "antifraude" del martes,
George W. Bush exigió a los grandes corporativos que, por medio
de sus comités de compensaciones, "eviten que los ejecutivos reciban
préstamos de fondos de las propias compañías", práctica
generalizada entre los grandes consorcios estadunidenses que forma parte
de los escándalos financieros que han visto la luz pública
en los últimos meses.
TRAS EL TARDIO mensaje, el sacrosanto "mercado" -icono
de iconos de la heroica globalización-, lejos de tranquilizarse,
se sensibilizó aún más. Pero la cereza del pastel
la aportaron ayer los periódicos The New York Times y The
Washington Post, quienes, con base en documentos presentados ante la
comisión de valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés),
revelaron que el propio presidente Marlboro "recibió créditos,
a un bajo interés, hace más de una década por parte
de una compañía petrolera (Harken Energy Corp.), donde trabajó
de director, confirmó el jueves el gobierno. Bush se habría
beneficiado así de una práctica que se hizo común
y que ahora quiere ver prohibida como parte de una campaña contra
las irregularidades cometidas por las empresas", de acuerdo con un despacho
de Reuters.
LA
CASA BLANCA intentó reaccionar de inmediato, y aseguró que
los créditos que el consorcio petrolero otorgó a Bush en
1986 y 1988 "fueron totalmente apropiados y totalmente divulgados... Lo
que ha sucedido en años recientes es que ha habido abusos y hay
una necesidad de hacer reformas, y eso es lo que el presidente está
haciendo", sostuvo Claire Buchan, portavoz de la Casa Blanca. Los créditos
a tasas de interés bajas, que totalizaron más de 180 mil
dólares, permitieron a Bush comprar 105 mil acciones de Harken,
a través de un programa de opciones accionarias para ejecutivos
de alto rango, dijeron funcionarios del gobierno. En junio de 1990, cuando
era miembro externo del consejo de directores de Harken, el ahora mandatario
estadunidense vendió 848 mil 560 dólares en acciones del
corporativo petrolero al que servía.
AL RESPECTO, Bush sostiene que no cometió acción
irregular alguna, y asegura que el asunto, que algunos críticos
han comparado con las irregularidades contables de Enron, "son viejas políticas...
Esto ha estado aquí desde hace mucho tiempo... Es algo reciclado".
MIENTRAS EL PRESIDENTE idea otro tipo de pretextos para
intentar salir del problema, el anuncio de que la trasnacional telefónica
Qwest Communications International -cuarta en orden de importancia en telefonía
de larga distancia en Estados Unidos- está siendo investigada por
la fiscalía de Estados Unidos reforzó la tendencia de venta
accionaria masiva en los principales centros bursátiles internacionales,
donde los inversionistas apuestan sobre el nombre de la siguiente empresa
fraudulenta que morderá el polvo.
DE HECHO, Standard and Poor's redujo la calificación
crediticia de dicho corporativo al grado más alto de bonos basura
-al igual que los papeles de WorldCom-, toda vez que "podría infringir
acuerdos bancarios claves si no logra vender activos a tiempo". La medida
representó el último revés para la trasnacional con
sede en Denver, que en abril redujo sus proyecciones sobre los ingresos
anuales en al menos mil millones de dólares. Al mismo tiempo, tiene
que hacer frente a una deuda cercana a 26 mil 200 millones de dólares,
a una investigación de la Comisión de Bolsa y Valores por
sus prácticas contables y a una fecha límite bastante ajustada
para reducir su débito mediante la venta de activos. La decisión
de la calificadora afecta la totalidad de la deuda de Qwest, proveedora
del servicio telefónico local en 14 estados del oeste del país.
LA TRASNACIONAL TELEFONICA se mueve en el filo de la navaja,
como tantas otras grandes empresas, por el escándalo financiero
que ahora encabeza. Sin embargo, esta situación no es la primera
que reporta, aunque a todas luces sí la más grave.
A FINALES DE 2000, la Comisión de Servicios Públicos
de California (California Public Utilities Comission) inició una
investigación en contra de Qwest Communications, tras ser acusada
de prácticas conocidas como slamming (pirateo) y cramming
(cobros fraudulentos). Un examen de las operaciones comerciales de Qwest
concluyó que la empresa había cambiado (pirateado) usuarios
de una compañía de larga distancia a otra, sin el consentimiento
de los mismos, y les había cobrado por servicios que nunca proporcionó.
El porcentaje de quejas más alto registrado contra la telefónica
correspondió al sector de usuarios residenciales hispanoparlantes
del estado de California y el de idiomas asiáticos. Entre enero
y mayo de 2000, se presentaron más de 40 mil quejas contra el consorcio.
DE ACUERDO CON el informe de dicha comisión, Qwest
utilizó cartas de agencia o autorización (LOA, siglas en
inglés) para obtener la aprobación del usuario para cambiar
de compañías de larga distancia y/o interurbanas locales.
Las cartas LOA válidas deben llevar la firma de la persona que cambia
el servicio de larga distancia. La empresa no procedió en tal sentido
y en algunos casos se constató que los representantes de ventas
de Qwest falsificaron las firmas, direcciones y fechas de nacimientos de
los usuarios en las cartas LOA y las presentaron para que fueran procesadas
como documentos legales.
SEÑALA TAMBIÉN QUE la empresa no verificó
la información de las cartas LOA para determinar si el cliente deseaba
efectivamente cambiar la compañía que le proporcionaba el
servicio. Además, no confirmó los cambios a través
de una tercera empresa independiente. Algunas de las cintas de verificación
por terceros (TPV, siglas en inglés) contienen grabación
de la voz de individuos que no son usuarios a los que se les había
ofrecido una suscripción de servicio telefónico. "En una
ocasión, la voz en la cinta TPV, según una abonada que escuchó
la grabación, es la de un desconocido y no la de su difunto esposo.
En otros casos, fueron mal rotuladas o simplemente son inaudibles."
LA INVESTIGACION REVELO que ciertas cuentas telefónicas
de usuarios contenían cargos de servicios de Qwest que no habían
sido autorizados. Entre enero de 1999 y agosto de 2000, Pacific Bell recibió
más de 6 mil quejas de cramming contra Qwest. Las 4 mil 225
quejas de este tipo recibidas solamente en 1999 motivaron que el consorcio
ahora investigado por la fiscalía de Estados Unidos ocupara la primera
posición en California en cobros fraudulentos. Además, fue
demandada por pirateo en ocho estados más y acusada por la Comisión
Federal de Comunicaciones por incumplimiento de la Ley de Telecomunicaciones
de 1996.
Las rebanadas del pastel:
CUALQUIER PARECIDO con algunas telefónicas mexicanas,
no es coincidencia.