Fue uno de los pioneros de la computación en el país y un sagaz analista político
Barberán era una paradoja viviente: poseía la mente más flexible y la ética más sólida
Como él, uno en 100 millones Algunos no le perdonan haberlos puesto en evidencia
RAFAEL BARAJAS, EL FISGON
El colmo de un experto en estadística es... ser la excepción. Este es el caso del recién fallecido José Barberán, personaje excepcional. Según mis cálculos (nada científicos) un talento matemático como el suyo debe darse uno por cada 5 millones 657 mil 837 habitantes; físicos de su nivel, uno por cada 10 millones 90 mil 342; expertos en cálculo de probabilidades, uno por cada 11 millones 233 mil 567; expertos en estadística, uno por cada 9 millones 897 mil 563; analistas políticos de su calidad, uno por cada 6 millones 432 mil 437 y, en todo México, sólo había una persona en 100 millones capaz de conjuntar todos estos talentos: Pepe Barberán.
José nace en México el primero de abril de 1946, en el seno de una familia de refugiados españoles. Este niño precoz ingresa en la UNAM a la edad de 15 años. En la Facultad de Ciencias estudia matemáticas, física y, gracias a una beca, aprende informática a principios de los años 60 en una universidad de Florida, Estados Unidos, lo que lo hace uno de los pioneros de la computación en nuestro país. Se titula como físico a mediados de los años 60, cursa un posgrado en la Universidad de Baltimore y estudia oceanografía física en la Universidad de La Jolla, California; es investigador de la UNAM desde los años 60 hasta 1997. En los años 80, es asesor de la UNESCO para un experimento sobre el cambio global y trabaja ayudando a formar una red mundial de instrumentos de medición de cambios climáticos.
Este científico sabe poner su talento al servicio de las causas en las que cree: siendo muy joven ingresa a la Juventud Comunista Española, y luego a las Juventudes Comunistas Mexicanas. En su calidad de joven profesor de la Facultad de Ciencias participa en el movimiento estudiantil del 68. En Estados Unidos milita en el movimiento contra la guerra de Vietnam. Mientras trabaja como investigador de la UNAM en un barco de la Secretaría de Marina de México, se incorpora en una protesta en alta mar que demanda condiciones dignas para los marinos. En el 85, junto con gente de la revista Punto Crítico, promueve y ayuda a formar un centro de información y análisis sobre los efectos del sismo. En 1988 trabaja en el comité de campaña de Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del Frente Democrático Nacional, analizando y denunciando las evidencias del fraude electoral del 6 de julio. Fue fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y representante de este organismo político ante el Registro Federal de Electores (RFE) de 1995 a 2000.
El enojo de Carpizo
Su conocimiento del cálculo de probabilidades y la informática y su sagacidad de analista político le permiten olfatear y localizar fraudes e irregularidades electorales como nadie. En el país de los alquimistas, nadie detecta fraudes electorales como este hombre de ciencia. En un momento en que el sistema hace todo por legitimar las elecciones que llevaron a Salinas a la Presidencia de la República, Barberán (junto con su esposa Adriana López Monjardín, Jorge Zavala y el propio Cárdenas) publica el libro Radiografía de un fraude, en que documenta la dimensión del fraude priísta. Cuando trabaja en el RFE, él es el peor dolor de cabeza del PRI y de las autoridades salinistas (al punto de que Jorge Carpizo le dedica uno de sus más ridículos faux-pas, o deslices). Fue miembro del comité de campaña de Cuauhtémoc Cárdenas en 1997, y de Cárdenas y López Obrador en 2000. En años recientes se dedicó a armar un sistema de encuestas para el PRD, el cual ayudó a que ese partido obtuviera algunos de sus triunfos electorales más importantes.
El fraude en casa
Cuando en 1999 el PRD decide hacer elecciones internas para nombrar nuevos representantes, José Barberán es designado responsable del Comité General del Servicio Electoral (CGSE) del partido. Allí se propone dar transparencia a los procesos electorales internos y busca mantenerlos apegados a los criterios de legalidad e imparcialidad, por lo que se dedica a profesionalizar en estas tareas a un grupo de perredistas. Formó gente, organizó un programa de resultados previos (PREP) que diera informes inmediatos y confiables, sin que se permitiera la manipulación de los datos. El objetivo era construir un organismo electoral interno, autónomo, independiente, transparente, imparcial y eficiente. Se trataba, según sus propias palabras, de dar una "lección de civilidad y congruencia".
En las elecciones internas del 99, al principio los resultados fluyen sin mayores contratiempos, pero al cabo de unas horas empiezan a ocurrir cosas extrañas: se interviene el sistema de cómputo del CGSE, las cifras dejan de fluir para luego llegar en bola, los contendientes se enfrascan en una guerra de cifras y declaraciones ante los medios. Ante la depresión y el desconcierto totales de Barberán, llegan ante el organismo interno datos que indican un burdo y grosero fraude electoral en el seno del partido que nació luchando contra la cultura del fraude electoral.
El CGSE encabezado por Barberán decide suspender la entrega de cifras y se entrevista con la Comisión Nacional de Garantías y Vigilancia (CNGV) para exponer el caso. Las irregularidades son abundantes, pero siempre es difícil probar un fraude; además, muchos de esos actos ilícitos electorales no están ni siquiera previstos en los estatutos internos. El CGSE propone la anulación de esas elecciones por las razones que sí están previstas en los estatutos, lo que le vale que dirigentes mayores y menores de las diferentes corrientes que hicieron fraude tachen a Barberán y a su equipo de incompetentes, en un intento por responsabilizarlos del desprestigio del PRD. Fui testigo de las presiones a las que fue sometido a lo largo de todo este proceso y siempre me impresionó que en un hombre tan flaco cupiera tanta fortaleza. Pepe nunca cedió ante los intereses de grupo, y su tozudez principista contribuyó, más que nada, a que, al cabo de unas semanas, la CNGV anulara esas elecciones fraudulentas. Asimismo, la información proporcionada por Barberán y su equipo le permitieron a la CNGV hacer algunas investigaciones que demostraron, fuera de toda duda, que el fraude interno era lo que el CGSE había señalado. El segundo proceso electoral interno de 1999 ya no padeció de los mismos vicios (las elecciones internas de 2002 son otra historia). Así, a pesar del fraude, Barberán logró lo que se había propuesto al principio de las elecciones de 1999: dar una lección de civilidad y congruencia. Hay quien, hasta la fecha, no se lo perdona.
A lo largo de su vida, Pepe militó en varias causas que parecían perdidas y contribuyó, con mucha otra gente buena (pienso en Cristina, en Adriana, en Raquel, en sus hijos...), a ganarlas. Sin embargo, no pudo ganarle al cáncer y murió hace unos días.
En lo personal debo confesar que una de las mejores cosas que me han pasado fue conocer a Pepe y trabajar con él. Era una paradoja viviente: poseía la mente más flexible y la ética más sólida. Siento que él ya no esté aquí para explicarme cómo se logra esa aleación.