Involucrados, ex funcionarios zedillistas
El fraude en la Conaliteg, por más de 213 mdp,
afirman
Impresoras de Prida Huerta, con saldo en el Fobaproa
CLAUDIA HERRERA BELTRAN
En la denuncia que la Comisión Nacional de los
Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg) presentará ante la Procuraduría
General de la República (PGR) documentará que las empresas
Magnograf, Encuadernaciones de Oriente e Impresoras Nacionales de Armando
Prida Huerta, así como las impresoras Ultra y Multicolor cobraron
sobreprecios presuntamente en contubernio con funcionarios en las gestiones
de Antonio Meza Estrada y Humberto Blanco.
De acuerdo con documentos en poder de este diario, entre
1999 y 2001 cada libro costó 9.42 pesos en promedio, mientras que
en la gestión actual esta cantidad se redujo a 5.41 pesos por ejemplar.
El caso más grave es el de las empresas de Prida
Huerta, que a pesar de estar en suspensión de pagos desde 1996,
se veía "favorecido" con la compra del 30 por ciento anual de libros
a sabiendas de que infringía la Ley de Adquisiciones, la cual le
prohibía realizar ventas al sector público.
En el expediente se señala que la empresa se encuentra
en suspensión de pagos desde 1996, tiene un saldo en el Fobaproa
por 10 millones de pesos, y que en 2000 imprimió propaganda de la
campaña de Francisco Labastida Ochoa a la presidencia de la República
con papel pagado por Conaliteg, con el argumento de que los sobrantes de
este producto le pertenecían.
Cobros excesivos
Dichas compañías -explica la comisión-
han "cobrado en exceso" entre 1999 y 2002 un monto de 213 millones 909
mil 454 pesos, lo que representa la mitad de lo que la administración
actual ha ahorrado en la producción de libros para el ciclo 2002-2003.
Eso le ha permitido, afirma, tener ingresos por más de 700 millones
de pesos.
Las otras impresoras que, según la Conaliteg, cobraron
sobreprecios son Ultra, de Enrique Espinosa; Multicolor, de Juan Rivas
y se encuentra en investigación Fernández Editores, que a
través de esa razón social y la de Imprentor vendió
libros a precios muy elevados.
Los altos precios que cobraban estas empresas, -algunas
de ellas todavía realizan ejemplares a la Conaliteg-, fueron comprobados
por las auditorias que realizó la Secretaría de la Contraloría
y Desarrollo Administrativo (Secodam) de los ejercicios de 1999 a 2001.
Esta información será incluida en el expediente que el director
de la comisión, Jorge Velasco y Félix presentará la
próxima semana ante la PGR para denunciar la comisión de
los delitos de fraude, desvío de fondos y daño patrimonial
al Estado por parte de ex funcionarios del gobierno de Ernesto Zedillo.
Por ejemplo, en 1999 el libro de Ciencias Naturales de
sexto grado de primaria fue producido por Ultra y tuvo un costo de 10.80
pesos en promedio; en total se pagaron 30 millones 207 mil 600 pesos por
dos millones 800 mil libros. Mientras que en la más reciente adquisición
a otra empresa, el mismo texto tuvo un costo de 6.84 pesos y se pagó
casi la mitad de hace dos años, 16 millones 996 mil 401 pesos por
2.5 millones de libros.
A su vez, en 1999 Magnograf cobró 11.71 pesos en
promedio por cada libro de Español Lecturas Segundo Grado; por tanto
la compra de 3 millones 207 mil 200 libros significó un gasto de
37 millones 562 mil pesos. En 2002, cada libro costó en promedio
7.25 pesos y por un volumen de 2 millones 932 mil se pagaron 21 millones
265 mil 232 pesos.
La historia de los negocios de Prida Huerta revela una
serie de anomalías que, según el organismo, han sido permitidas
tanto por funcionarios de la administración anterior de la Secodam
como por los de la actual.
Indica que Litografía Magnograf, de Prida, fue
la primera empresa investigada y que fue constituida en Tlaxcala y radicada
en Puebla. A pesar de estar en suspensión de pagos desde 1995 y
hasta la fecha, imprimió libros para la Conaliteg desde 1995 hasta
marzo del 2000.
Encuadernaciones de Oriente, también del mismo
impresor, según el organismo, facturó libros para la comisión
desde marzo de 2000 hasta marzo del 2001, los cuales en realidad fueron
producidos por Litografía Magnograf, que le subarrendaba el local
y los recursos humanos.
El primer episodio legal del enfrentamiento entre la actual
administración de Conaliteg con Prida Huerta se dio el 23 de abril
de 2002 cuando, a petición de Velasco y Félix, Encuadernaciones
de Oriente, inhabilitada por Secodam para ser proveedor del gobierno por
haberse demostrado falsedad en declaraciones presentadas ante diversas
autoridades.
Pero apenas 20 días antes de que Secodam inhabilitara
a Encuadernaciones de Oriente que se funda Representación de Impresoras
Nacionales, en la que dos hijos del empresario son los principales accionistas,
refieren los documentos.
La nueva impresora, añaden, no cuenta con recursos
humanos, equipos, maquinaria ni instalaciones para producir. El equipo
lo "arrienda", el local lo "subarrienda" y los recursos humanos los "contrata"
nuevamente con Litogragía Magnograf por 100 mil pesos ajustables
al mes.
Ante esta situación, la Conaliteg se vuelve a inconformar
ante la Secodam. Adicionalmente la Cámara Nacional de la Industria
de las Artes Gráficas presenta un escrito de felicitación
al titular de la Secodam, Francisco Barrio, por haber inhabilitado a Encuadernaciones
de Oriente, la cual --dijeron-- competía contra el gremio en situación
muy ventajosa al operar al margen de la ley.
Sin embargo, la Secodam falló a favor de Armando
Prida y ordenó a la Conaliteg recibir las propuestas de empresas
constituidas bajo la estructura de Representación de Impresoras
Nacionales. En respuestas varias empresas gráficas presentan inconformidades
ante la Contraloría porque ésta recibe propuestas y adjudica
contratos a una empresa que, afirman, simula y evade la ley.