REPORTAJE
Sembaradíos y construcciones de campesinos ponen
en riesgo el asentamiento
Peligra Chalcatzingo por lagunas jurídicas
Es este sitio, vestigio de la presencia de los olmecas
en el centro, pero podría ser cualquier otro. ''El hecho de que
buena parte de las zonas arqueológicas estén en terrenos
de propiedad comunal o privada representa una complicación para
nosotros'', admite el INAH. Los propietarios de las tierras amagan con
cerrar ese basamento. Se trata de un problema de confusión entre
las reformas al 27 constitucional y las leyes de protección al patrimonio
cultural
ARTURO JIMENEZ ENVIADO
Jantetelco, Mor., 14 de julio. La zona arqueológica
de Chalcatzingo, con unos 3 mil 500 años de antigüedad, único
ejemplo descubierto hasta el momento de lo que quizá fue la presencia
de los olmecas del golfo de México en el centro del país,
corre peligro de ser dañada mediante sembradíos, cercas de
púas y construcciones avaladas por certificados de propiedad ejidal.
Un grupo de campesinos locales presiona con cerrar el
antiguo asentamiento tanto al público como a los propios arqueólogos
del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que lo
investigan y lo cuidan.
El lugar, que también alberga vestigios de influencias
posteriores a la olmeca, provenientes de civilizaciones como la teotihuacana
o la chalca, llegó a tener gran importancia debido a su ubicación
geográfica, que lo convirtió en punto estratégico
del intercambio comercial y cultural entre diversas civilizaciones prehispánicas.
Al tradicional pastoreo de ganado sobre la zona arqueológica,
los campesinos han sumado desde hace unos tres años la siembra de
diversos cultivos y la lotificación, la cual ha llevado al extremo
de construir cerca de un basamento prehispánico la que podría
ser la primera de una serie de viviendas particulares.
En esencia, se trata de un problema de confusión
jurídica entre las reformas al artículo 27 constitucional
realizadas durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y las leyes
federales que protegen el patrimonio cultural de la nación.
Tras esas reformas de 1992, los terrenos comunales de
Chalcatzingo pudieron fraccionarse y convertirse en ejidos, con lo cual
los agricultores fueron dotados de certificados de propiedad que los avalan
para realizar proyectos productivos en su beneficio. El problema central
es que varios de esos terrenos abarcan casi todo el sitio arqueológico.
$8 millones por el pasado
En
la actualidad autoridades del INAH negociam con autoridades estatales,
municipales y los propios ejidatarios de Chalcatzingo para llegar a un
acuerdo.
Al respecto, el director general de ese instituto, Sergio
Raúl Arroyo, explica que este es un caso derivado del programa Procede,
el cual otorgó a los ejidatarios los certificados agrarios.
En Chalcatzingo, dice Arroyo, son 16 los campesinos que
tienen derechos sobre los terrenos. La poligonal que delimita el asentamiento,
recuerda, fue trazada hace diez años por el arqueólogo Arturo
Liberos y casi todos los ejidos tienen una parte dentro de dicha zona.
Cuenta que han tenido cinco reuniones con los campesinos,
el presidente municipal de Jantetelco y la subsecretaria de Turismo del
estado. Hay dos vías.
"Una, que sería la más sencilla, es la posibilidad
de que la Secretaría de Turismo ofrezca alguna inversión
para crear un área de servicios a un lado de la zona arqueológica,
la cual podría ser administrada por los ejidatarios, lo que para
ellos representaría un ingreso.
"Otra, la que el INAH consideraría ideal, pero
para la cual estamos muy limitados de recursos, es la adquisición
de terrenos, que sería una buena salida social.''
La expropiación, aclara, queda descartada, pues
sería "muy difícil que a gente con pleno derecho le hagamos
una expropiación y después se realice una negociación
para el pago".
Arroyo informa también que la Comisión de
Avalúos de Bienes Nacionales no ha realizado una cotización
para tener un dato más preciso y considerar la posibilidad de adquisición
de, "al menos", la mayor parte de esos terrenos.
"Ello nos permitiría un mayor desarrollo de las
actividades de arqueología sin tener esas presiones", indica. De
manera informal, agrega, el monto podría calcularse en unos 8 millones
de pesos.
Acerca de la respuesta de los ejidatarios ante ambas opciones,
Arroyo señala: "Están a la expectativa. Seguramente tomarán
acuerdos internos y nos harán saber en una próxima reunión
qué decisiones tomen".
Interrogado sobre si a los ejidatarios se les ha hecho
ver el peligro que sus acciones representan para el patrimonio cultural
de Chalcatzingo, dice:
"Hay una serie de limitaciones puestas desde hace mucho
tiempo y que en general han respetado, pero me parece que con las presiones
que están realizando ahora tratan de acelerar una negociación
para la compra de los terrenos o para que ellos, de plano, puedan comenzar
a fraccionar y vender."
Asegura además que hasta el momento no tiene ningún
reporte de algún daño concreto por parte de los campesinos
al patrimonio de la zona arqueológica.
En cambio, Giselle Canto Aguilar, investigadora de ese
instituto en Morelos, sostiene: "Creo que la cerca de púas es una
agresión; sembrar en la plaza principal del asentamiento o construir
una vivienda es una agresión".
El gran problema nacional
Arroyo hace notar que problemas como el de Chalcatzingo
se enfrentan en todo el país.
"El hecho de que los terrenos donde está buena
parte de las zonas arqueológicas sean de propiedad comunal, ejidal
o privada siempre representa para nosotros una complicación. Es
uno de los asuntos más difíciles en términos de la
gestión administrativa del INAH.''
Señala que, de arreglarse la problemática
sobre los terrenos, los proyectos del instituto que dirige para el asentamiento
serían:
Una exploración mucho más amplia y la dotación
de todos los servicios para una mayor asistencia del público, bajo
la premisa de que el INAH pudiera desarrollar sin ningún tipo de
presiones las actividades a las que por ley tiene derecho dentro de la
zona.
Y abunda: "Primero se haría un trabajo de prospección,
probablemente después otro de exploración y quizá
luego uno más de restauración. Sería el escenario
ideal".
Reconoce que todavía no se tiene un proyecto en
forma y que desde hace más de 20 años no se realizan investigaciones
en Chalcatzingo. Respecto a la importancia arqueológica del lugar,
señala:
"Muchas veces estos sitios que no han tenido una difusión
muy grande son clave para contextualizar ciertas culturas, establecer lo
que fueron las rutas comerciales o algunas de las vías de comunicación
cultural más importantes del centro de México."
Un grito por la salvación
La conservación de Chalcatzingo se encuentra en
un real y grave peligro, advierte la arqueóloga Giselle Canto durante
un recorrido por la parte baja y una de las dos montañas en cuyas
faldas se ubica la antigua ciudad.
Acompañada por Mario Córdova Tello, arqueólogo
encargado del mantenimiento de la zona, Canto agrega: "La información
que todavía queda por extraer de aquí es muchísima,
pero está a punto de perderse".
Se trata de una gran zona urbana explorada apenas en 10
por ciento, dice, e insiste en que los vestigios de la importancia artística
y cultural de Chalcatzingo, como los bajorrelieves de influencia olmeca,
son únicos en el centro del país.
Canto coincide con Sergio Raúl Arroyo en que hay
posibilidades de desarrollo para los ejidatarios a partir de este antiguo
sitio. "El problema es que los campesinos quieren construir albercas dentro
de la zona arqueológica".
Y destaca: "La prioridad y el proyecto que existe en este
momento es salvar el sitio. La investigación la podemos hacer dentro
de cinco años o diez, nosotros u otros arqueólogos, pero
primero debemos salvar el asentamiento".
Aunque ella desarrolla en la actualidad proyectos como
la ceramoteca del Centro INAH-Morelos e investigaciones en la zona del
cerro del Tepozteco, aclara:
"Somos un grupo de arqueólogos que conocemos el
problema, que nos estamos metiendo en él, que gritamos que por favor
se salve el sitio."
Reconoce el interés de las diversas instancias
del INAH por salvar el lugar, como la dirección general, el área
jurídica, la coordinación y el consejo de Arqueología.
Ante la pregunta de si hay grupos civiles morelenses que
participen en la defensa de Chalcatzingo, Canto responde que no y que es
la primera vez que se habla de manera pública del asunto, pues el
problema se agravó hace poco tiempo.
Expropiación, la propuesta
Luego de resaltar que los certificados de propiedad de
los ejidatarios hablan de un uso de suelo agrícola y no de un uso
urbano, desde las alturas del cerro de la Cantera señala con el
índice:
"Aquella casita es la única que por el momento
afecta al sitio. No queríamos que se construyera, pero no pudimos
impedirlo."
Junto a la vivienda de material se observa una elevación.
Se trata de una gran plataforma de una anterior edificación prehispánica.
En otra área, cerca de lo que fue un juego de pelota
del periodo clásico o quizá del posclásico, se observa
una de las muchas cercas de púas a unos cuantos metros de lo que
se considera un altar o trono con inscripciones que dejan ver las cejas
de un jaguar olmeca.
Los arqueólogos, sostiene Canto, tienen una propuesta
y se está trabajando en ella: "Expropiación". Por su parte,
Mario Córdova advierte:
"Cuando se tiene un conflicto así y una asamblea
ejidal muy dura es difícil ganarles, ni con la ley que protege el
patrimonio arqueológico."
Mientras tanto, Canto agrega que las negociaciones son
lentas y que de no llegarse a un acuerdo "tal vez para el próximo
año no podamos entrar a Chalcatzingo, pues como es propiedad privada
nos pueden cerrar el paso".