Alejandro Nadal
El Tratado de Moscú
El 24 de mayo los presidentes Bush y Putin anunciaron la firma de lo que sería un histórico tratado sobre reducción de armas nucleares. El Tratado de Moscú fue presentado como hito en las relaciones entre las dos potencias, buscando reforzar la imagen de que mantienen una actitud responsable como poseedores de los arsenales nucleares más importantes del planeta.
Pero la realidad es diferente, pues el tratado acabará perpetuando la presencia de los arsenales nucleares en el orden internacional de la post guerra fría. Con la firma del documento las dos partes han mostrado al mundo entero que permanecerán aferradas a sus arsenales estratégicos por tiempo indefinido, minando su credibilidad sobre los compromisos adoptados en materia de no proliferación de armas nucleares. Al sembrar la desconfianza en materia de armas de destrucción masiva el tratado promueve también la lenta, pero inexorable erosión del régimen de no proliferación de armas químicas y biológicas.
El artículo I establece que el 31 de diciembre de 2012 cada parte tendrá un arsenal nuclear de entre mil 700 y 2 mil 200 cabezas nucleares. La inclusión de un umbral inferior es absurdo, pero permitió a Bush y Putin decir que el tratado tiene mayor alcance que el rango de 2 mil-2 mil 500 cargas nucleares mencionado en el proyecto del Start III, propuesto en 1997 por Clinton y Yeltsin en Helsinki.
El tope superior de 2 mil 200 cabezas nucleares equivale al poder destructivo de 48 mil bombas como la de Hiroshima. Además, el Tratado de Moscú deja fuera a las armas nucleares tácticas que entre las dos potencias suman otras 10 mil cargas.
El tratado, al igual que sus antecesores, Start I y II, no obliga a desmantelar las cargas nucleares puestas en retiro. Pero a diferencia de ésos, deja intacto el número de vehículos de lanzamiento. Por eso la postura nuclear de Estados Unidos establece que se mantendrán 2 mil 400 cargas nucleares estratégicas adicionales en una "fuerza de respuesta", eufemismo que significa que pueden volver a ser remplazadas en sus vehículos de lanzamiento en cuestión de días o semanas. En resumen, el número de cargas nucleares estratégicas en poder de Estados Unidos en 2012 será de aproximadamente 4 mil 600, más del doble de lo que establece el Tratado de Moscú.
El desmantelamiento definitivo de mil 500 cabezas nucleares W62 y W78, emplazadas desde 1970 y 1979 sobre misiles Minuteman III, es algo que el Pentágono planea desde hace tiempo como parte de la gestión rutinaria del arsenal nuclear. Ese retiro no se hará en respuesta al nuevo tratado. Si se restan esas mil 500 cabezas del total disponible hoy en día se llega a la cifra de 4 mil 600. En pocas palabras, el Tratado de Moscú sólo codifica acciones de rutina sobre los arsenales nucleares.
La duplicidad del tratado no se detiene aquí: el tope máximo de armas nucleares que estable es obligatorio durante un solo día. Como no establece un calendario, la reducción de los arsenales puede realizarse al ritmo que escojan las partes. El límite de 2 mil 200 cabezas nucleares sólo rige el último día de 2012.
Y como el artículo IV establece que el acuerdo expira el 31 de diciembre de 2012, si las partes no han firmado otro convenio, a partir de esa fecha pueden rehacer sus arsenales y rebasar nuevamente el límite de 2 mil 200 cabezas nucleares.
El breve texto del Tratado de Moscú no debe engañar a nadie. Los gobiernos ruso y estadunidense proyectan la ilusión de serenidad en materia de armamentos nucleares, pero lo único que harán es transferir cargas nucleares estratégicas de misiles y bombarderos a sitios de almacenamiento desde donde pueden retornar a su estado operativo rápidamente.
Para el gobierno estadunidense la era de la guerra fría fue remplazada por un mundo peligroso en el que muchos otros países poseen armas de destrucción masiva que sólo pueden ser contrarrestadas por el poderío nuclear. Por eso Estados Unidos está decidido a conservar sus armas nucleares como árbitro supremo de la seguridad nacional. Decididamente, no pudo descifrar el mensaje del 11 de septiembre.
Mucha gente se pregunta incrédula si realmente serán usadas las armas nucleares algún día. La respuesta es que ya han sido usadas, y dos veces sobre blancos civiles. La historia de la tecnología militar revela que nunca se ha dejado de usar un arma que estuviera disponible en un arsenal. La única incógnita es cuándo y sobre qué blanco se usarán nuevamente. Mientras, las armas nucleares esperan pacientemente.