Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 17 de julio de 2002
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Mundo

Stella Calloni

Los juegos del ex general Lino Oviedo

Los sucesos dramáticos que hasta hoy sacuden a Paraguay sólo tienen en común con las marchas campesinas de junio pasado -que obligaron al gobierno a suspender las privatizaciones pactadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI)- la cantidad de víctimas: dos muertos en cada caso, y los heridos y detenidos por la violenta represión policial y militar. También el retorno de los militares al control de los conflictos internos.

Sin embargo, los objetivos del Congreso Democrático del Pueblo (CDP), que se constituyó en junio para dar organicidad a la unión de las dos centrales campesinas con organismos sociales, humanitarios, estudiantiles, sindicales y partidos políticos de izquierda, algunos nuevos y con fuerte adhesión popular, surgidos como emergentes de la frustrada transición democrática, eran muy precisos y con un fuerte contenido político social y humanitario.

Los objetivos del alzamiento actual tienen que ver con la virtual guerra de escorpiones que se libra al interior del Partido Colorado gobernante, que prepara unas caóticas elecciones internas en diciembre próximo con vistas a los comicios de 2003. Y allí, omnipresente como en los últimos años, está la figura del general Lino Oviedo. Desde hace tiempo se sabía que Oviedo, asilado en Brasil después de un paso por Argentina bajo la protección de su amigo el ex presidente Carlos Menem, con el cual comparte la misma ambición por el poder, estaba esperando su momento para el zarpazo político. Moverse en esas fronteras inciertas en algunos sitios no ha sido difícil para el jinete bonsai, como le llamaron algunos periodistas.

Desde que fue clave en el derrocamiento del dictador Alfredo Stroessner en febrero de 1989, en un golpe dirigido por el general Andrés Rodríguez, segundo de la tiranía que actuó con un guiño gatopardista de Washington (cambiar algo para que nada cambie), Oviedo sólo ha tenido una mira: llegar al poder por la vía que fuera. Por fraudes en las internas coloradas que llevaron al gobierno en 1993 a Juan Carlos Wasmosy a quien enfrentó luego con golpes de Estado y maniobras asombrosas que se repitieron una y otra vez, ahora su estrategia consistió en una acción sorpresiva de cortes estratégicos de rutas que unen con los países vecinos y a su vez intentar que se sumaran los rebeldes de junio pasado y los miles de desesperados prisioneros de la crisis. De esta manera sacaba al presidente de en medio para dar lugar a su socio liberal, el vicepreisdente Julio César Franco, para facilitar el control del proceso electoral.

Así lo analiza el periodista Antonio Pecci, del periódico Ultima Hora, consultado por La Jornada. Oviedo no logró mover a la gran masa campesina que no fue convocada por sus dirigencias y tampoco reunió miles ante el Congreso. Sin embargo, todos los sectores repudiaron la represión, de la misma manera que la maniobra oviedista. Para muchos analistas existe también una desesperada carrera para evitar que esos nuevos factores emergentes, que han logrado instalar la lucha contra la corrupción y los crímenes del pasado, tomen el lugar vacío de los partidos que se derrumban sobre sí mismos.

En Paraguay recientemente la dirigencia campesina y política emergente decidió que no quería mirarse en el espejo de Argentina y logró un triunfo que fue desconocido por buena parte del periodismo mundial. Lo hizo con sus propias fuerzas y a un precio muy alto. El proceso continúa apenas sostenido por delgados hilos. La crisis argentina golpeó fuerte a su débil vecino. El dólar se disparó en meses de uno por 4 mil guaraníes a 6 mil 500, profundizando la recesión. El 80 por ciento de las exportaciones a Argentina ya no existe y además retornaron de ese país miles de paraguayos refugiados económicos. Paraguay, dicen las nuevas dirigencias, sólo saldrá de su marasmo y soledad cuando de verdad se permita vivir a la democracia, y todos saben que sólo hay un camino, que han comenzado a andar.

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