Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 21 de julio de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Política
BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Estados Unidos: la crisis de la barbarie

LA DEBACLE BURSATIL de Wall Street y la epidemia de escándalos contables de su clepto-mafiocracia empresarial no constituyen una "crisis de la civilización occidental". Como reflejo de los primeros 18 meses de la administración Bush, nunca ha sido más actual aquel aforismo muy severo (para su época) de Oscar Wilde, quien sentenció en el siglo XIX que "Estados Unidos había pasado de la barbarie a la decadencia sin haber conocido la civilización", lo cual se aplica perfectamente a la mayor parte de los actos de su gobierno a partir de su elección bananera: desde el rechazo al Protocolo de Kyoto, pasando por el desprecio al Tribunal Penal Internacional, hasta su beligerancia desregulada contra 60 países del planeta.

NO ES PORQUE Noelle, la hija de 24 años de edad del gobernador de Florida y sobrina del presidente (más preocupados por los fraudes electorales y la guerra contra el mundo que por sus familias) fue a dar a la cárcel por su drogadicción, ni porque el médico británico H. Shipman asesinó a 215 pacientes quienes le habían confiado sus vidas, que prevalece una "crisis de la civilización occidental", con mayor preponderancia en el belicoso segmento anglosajón. Es mucho mas profundo.

LA CULTURA FINANCIERISTA que trastornó el alma generosa de Estados Unidos es por antonomasia enemiga de la "civilización", es decir, de la suavización de los castigos "penales" trasmutados a "civiles": el campo de acción de los "ciudadanos", de quienes se derivan "civilidad" y "civismo" como cualidades armónicas urbanas, en la definición del historiador francés Fernand Braudel. Mucho menos, los estallidos de las burbujas especulativas del dólar y del índice tecnológico Nasdaq representan a "Occidente", cuya extensión cultural abarca un mayor espectro plural cuya cuna renacentista se asienta y se sustenta en Europa, más como concepto civilizatorio que geográfico.

NOS ENCONTRAMOS MAS BIEN ante una "crisis de la barbarie", protagonizada por el proyecto (todavía no consigue sentar sus reales) del "nuevo imperio petrolero texano", que intenta suplir al desfalleciente modelo plutocrático de la globalización financiera, que utilizó los óptimos inventos tecnológicos del género humano (en particular, de la prodigiosa comunidad científica de Estados Unidos) para los peores propósitos atentatorios contra el bien común universal. Eran los tiempos nefarios, que sembraron el presente devastador, cuando coincidían los intereses empresariales de Baby Bush con los del megaespeculador George Soros, en ese entonces propietario de la tercera parte de las acciones bursátiles de la petrolera texana Harken Energy cuyo directivo era quien luego sería el presidente número 43. Cuando Soros y el nepotismo dinástico de los Bush coinciden, se presagia lo peor para la humanidad.

HOY, BABY BUSH se parece más a Herbert Hoover, el pusilánime presidente de octubre de 1929, a quien le tocó navegar completamente desbrujulado con la Gran Depresión, que a uno de los insignes emperadores del "viejo imperio romano" a quienes desea emular.

A DIFERENCIA DEL viejo imperio romano, el proyecto del "nuevo imperio petrolero texano" se ha manifestado hasta ahora en la carencia de leyes universales que irradien justamente una "civilización", como "hábitat" ciudadano y vocación a la mejoría universal.

HA SIDO DE TAL MAGNITUD la corrosión de la clepto-mafiocracia del eje Hollywood/Las Vegas/Wall Street/la Casa Blanca (¿blanca?) que sería un agravio irreparable equipararla con el sistema capitalista, que no se merece tanto oprobio. Hasta el adicto a la privatización desregulada y a las "leyes" (sic) del "mercado" (sic), el ultramonetarista Milton Friedman (el ídolo del CATO Institute, la Mount Pelerin Society y el ITAM), ha reconocido su catastrófica anástrofe (la dislocación caótica de la articulación semántica) de obcecarse en establecer la privatización sin antes haber erigido el imperio de la ley jurídica: privatizar sin el imperio de la ley jurídica equivale a robar, consigna Brian Mitchell (Investor's Business Daily, 9 de julio).

ENTRE LAS VIRTUDES del sistema del "viejo imperio romano" se encontraba nada menos que un cuerpo jurídico: el código romano, legado a la humanidad como acto supremo de "civilización", una de las grandes hazañas del genuino "Occidente" humanista y renacentista, que choca frontalmente con el proyecto del "nuevo imperio petrolero texano", que se asemeja mas bien a la "mafia rusa". Y tan era universalmente "civilizador" el "viejo imperio romano", que sus dos principales juristas, Papiniano y su discípulo Ulpiano, habían nacido en la costa fenicia. Eran los tiempos cuando Berito (la moderna Beirut) representaba el centro académico jurídico del imperio. El glorioso jurisconsulto Papiniano, quien debiera ser canonizado por la sociedad global universal, tiene una historia similar a la de Tomás Moro: fue mandado asesinar por el emperador Caracalla al haber rechazado hacer la apología del homicidio de su hermano Geta, con quien compartía el poder. Los imperios y las civilizaciones requieren de epopeyas gloriosas: en el proyecto del "nuevo imperio petrolero texano" abundan los antihéroes (desde Harken Energy, pasando por Enron, hasta Halliburton) y, por desgracia, no se avizoran los émulos de Papiniano y Ulpiano en el Poder Ejecutivo ni en el Poder Legislativo. Precisamente, Michel Lind encuentra tres graves defectos ("¿Es Estados Unidos el nuevo imperio romano?"; The Globalist, 19 de junio) en lo que se refiere a la "doctrina Bush" y su obsesiva "guerra preventiva" (que nos alerta pertenece a P. Wolfowitz, el halconazo subsecretario de Defensa): 1) carece de "diplomacia" (nota: sí es cierto, se comportan como tiránicos salvajes en los foros internacionales); 2) en pocos años, Estados Unidos, "el uno por ciento proyectado de la población mundial (en la actualidad, 4.7 por ciento) podrá dominar a 99 por ciento de la humanidad, pero no la podrá gobernar: Estados Unidos puede poseer el ejército más poderoso del mundo, pero su poder no puede ser exagerado, aunque gaste en el rubro militar más que todas las grandes potencias combinadas"; y 3) el liderazgo tecnológico es transitorio, no eterno: "la revolución de las computadoras le dio el liderazgo tecnológico transitorio, que se erosionará conforme las potencias crecientes dominen su conocimiento, en la misma forma en que Alemania y Estados Unidos, en vías de industrialización a finales del siglo XIX, alcanzaron a Gran Bretaña, el laboratorio de la Revolución Industrial". Concluye que Estados Unidos "será una potencia regional de América del Norte (nota: para desgracia geopolítica de México y el resto de Latinoamérica, si se dejan subyugar "a la Castañeda Gutman") que a lo mucho podrá bombardear a los países hostiles desde los aires y el mar". What for? Porque luego vienen los boicot y/o las contraofensivas suicidas de los usuarios bombardeados (esto lo dice un servidor).

ADEMAS, WOLFOWITZ, el cerebro de la "doctrina Bush", se equivoca rotundamente porque parte de la premisa falsa que denomina "Reassurance" (¡"tranquilidad"!), que elaboró cuando era decano de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (sic) de la Universidad Johns Hopkins (en Washington), de que sus "competidores" (Europa, Rusia, China, Japón e India) se consagrarían únicamente a la actividad comercial, como sucedió con Alemania y Japón después de la Segunda Guerra Mundial, y dejarían a Estados Unidos como el garante de su seguridad militar, por lo que es fútil que construyan su panoplia bélica. ¡Cómo no!

Y ESO QUE Michel Lind no consigna que Japón tiene en la actualidad una supercomputadora más poderosa que Estados Unidos, que relata en su luminoso ensayo Immanuel Wallerstein, "La caída estrepitosa del águila" (Foreign Policy, julio/agosto de 2002) y en el que, desde el punto de vista eminentemente geopolítico, devela y revela los límites de la supremacía de Estados Unidos. Con una lucidez que solamente iguala Eric Hobsbawm, el genial historiador británico, Wallerstein admite que el aspecto militar subsiste como su "carta más poderosa; de hecho, su única carta", sin soslayar que de las "tres guerras serias que ha combatido desde 1945 (Corea, Vietnam e Irak), una concluyó en una derrota, y las otras dos en empate: no precisamente un récord glorioso". Porque entre las guerras "cómicas" que ha librado, como en Somalia, el ejército de Estados Unidos salió despavorido frente a minitribus emergidas de quién sabe dónde. Más allá del patético aislamiento político e ideológico de Estados Unidos, concluye que "existe poca duda de que continuará su declive como una fuerza decisiva en los asuntos mundiales. La pregunta real no es si la hegemonía de Estados Unidos se desvanece, sino si es capaz de diseñar una vía para descender graciosamente, con el mínimo de daño para el mundo y para sí mismo". ¿Entenderá Castañeda Gutman, el infatuado canciller foxiano, con un curriculum académico muy raquítico e inflado, los alcances de los asertos de Wallerstein?

ESTE NO ABORDA la quiebra económico-financiera de Estados Unidos (al que apenas cataloga de "débil"), que ya se está volviendo una perogrullada global. Hasta el reacio David Ignatius, ex alto directivo de la CIA, hoy editor en jefe del influyente International Herald Tribune, no tiene más remedio que admitir el derrumbe: "Prepárense para un largo desplome" (20 de julio). Resulta significativo que estén en riesgo 2 billones de dólares de los fondos de retiro de los empleados estafados por los ejecutivos que se autocompensaron con inconcebibles fortunas. Finalmente, la burbuja de Estados Unidos se parece a la de Japón y los temores radican en repetir las mismas penurias.

EL MODELO BARBARICO de Estados Unidos entró en crisis terminal y su única redención pasa por la refundación republicana en reminiscencia del peregrinaje ético y estético de sus Padres Fundadores, quienes huyeron del falaz paradigma bursátil londinense para instaurar la libertad espiritual, económica y política por medio de su singular orden jurídico en el nuevo mundo, como prolongación de la civilización europea que fue adulterada por las fuerzas depredadoras posmodernas, quienes cavaron su propia tumba al haber regresado al modelo del que habían huido inicialmente sus antecesores.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año