Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 27 de julio de 2002
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Política
REPORTAJE ESPECIAL: CRONICAS TEXANAS

Tienden en Dallas puente con Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas

Agrupaciones de migrantes mantienen vivo el nexo con México

Es quizás uno de los mayores proyectos internacionales. Involucra a millones de personas, pero no cuenta con técnicos ni financieros, sólo trabajadores, pequeños empresarios y líderes comunitarios, quienes cada día concretan un designio binacional que está cambiando la identidad de Dallas y México

Dallas, Texas

Poco a poco se construye un enorme puente entre Dallas y Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas; tal vez es uno de los mayores proyectos internacionales en el mundo. Pero no hay ingenieros ni arquitectos ni financieros de los megaproyectos de la construcción mundial, sino trabajadores, pequeños empresarios, líderes comunitarios que, en conjunto, arman cada día un proyecto binacional que en sus dimensiones totales es mayor a cualquier iniciativa gubernamental o empresarial.

Este proyecto está cambiando la identidad de Dallas, y también la de México. La presencia de 270 mil guanajuatenses (se calcula que hay más de 2 millones de ellos en el exterior y que en Dallas representan 50 por ciento de los inmigrantes mexicanos), más miles de potosinos, zacatecanos, jaliscienses, duranguenses, chihuahuenses y veracruzanos, cambia tanto el panorama de esta ciudad texana como de los estados de donde provienen los migrantes.

La cuarta parte de la población de la gran zona metropolitana de Dallas es latina, la mayoría mexicana; o sea, más de un millón. En Dallas la comunidad mexicana podría representar 35 por ciento de la población total. Una de las figuras centrales de este nuevo universo, y uno de los arquitectos del puente es don Tereso Ortiz, originario de Ocampo, fundador y presidente de la Casa Guanajuato, el núcleo de la comunidad guanajuatense aquí.

"Los orígenes son más importantes que lo que sucede después", afirma Tereso, quien habla de su vida, su familia, del trabajo de sus padres y de que "nunca hemos retrocedido". Desde Ocampo a Dallas, cuenta una larga trayectoria, que cruza un río para finalmente llegar aquí, "por la situación económica, y el intento de vivir un poco mejor de lo que era posible en nuestra tierra, y así buscar una vida más digna". "Dicen que Dios aprieta pero no ahorca", resume las dificultades en este camino.

En su oficina, ubicada en lo que era entre fábrica y almacén y que ahora orgullosamente se llama Casa Guanajuato, el teléfono no cesa de interrumpir la entrevista; cada llamada es atendida por Tereso a fondo, con un manejo que cualquier diplomático u organizador profesional envidiaría. Una sonrisa profunda y una amplia memoria acompañan a este líder natural.

Su gran obra es la Casa Guanajuato, sitio de reunión y festejo de la comunidad, y lugar para preparar campeones; hay un cuadrilátero donde se entrenan jóvenes de estos barrios, algunos con un prometedor talento.

Junto, unas muchachas acuden a un taller de danza. Hay teatro, clases de inglés y de alfabetización. Se establecerá una oficina de apoyo para asuntos migratorios. Todo lo construyen voluntarios, incluyendo a Tereso, quien trabaja todo el día de capataz en una fábrica cercana y sus horas libres las dedica a este lugar.

Un voluntario entra a la oficina para anunciar que el equipo juvenil de futbol de la Casa Guanajuato acaba de ganar un campeonato nacional en Florida. Orgulloso, dice que el equipo que él dirige se coronó después de derrotar a varios equipos locales con niños de colonias ricas de Dallas, cuyos padres habían contratado con mucho dinero a entrenadores brasileños y europeos, y esto no fue ningún obstáculo para los niños de Casa Guanajuato.

En Ocampo un cura advirtió a Tereso que lo peor que les puede pasar a los que emigran es que "se olvidan de dónde vienen, de dónde son, de su historia y la cultura que llevan". Por eso Tereso Ortiz y otros organizan el club Compañeros Unidos de Ocampo. Allí empezaron a celebrar las fiestas de su pueblo, y a enviar dinero para que su pueblo también tuviera con que festejar. Se sumaron otros pueblos, se empezaron a enviar fondos para otras necesidades, y poco a poco, se construyó un puente permanente entre Dallas y Guanajuato. Tereso señala que se han enviado desde cobijas para los ancianos y alimentos para los necesitados hasta campanas para las iglesias.

Los políticos se dieron cuenta y Carlos Medina Plascencia, cuando gobernó la entidad, estableció contacto y promovió la idea de mantener una relación permanente. La Casa Guanajuato nació el 18 de septiembre de 1994 y menos de un año después abrió sus puertas.

El gobierno del estado aporta 10 mil dólares para consolidar este esfuerzo, y un guanajuatense rico de Dallas y don Marciano, dueño de un pequeño restaurante de esta colonia, también apoyan. El gobernador, respondiendo a críticas de por qué su gobierno tenía para dar fondos a Dallas, pero no a su propio pueblo, respondió que los de Texas envían 15 millones de dólares al año a la economía del estado.

Desde un principio los de aquí entendieron que se debía crear un espacio plural y autónomo, lo esencial para crear una institución fuerte, afirma Tereso Ortiz. "Sólo vivimos una vez y hay que dar un poquito de los que Dios nos da", recuerda. Dice que se dedicaron a este proyecto para que "nuestros nietos puedan seguir algo que les dejamos".

Vicente Fox y Tereso Ortiz se conocieron cuando el primero era gobernador. Después éste fue invitado a la toma de posesión presidencial en representación de los inmigrantes. Interrogado sobre los planes declarados por el también originario de Dallas Juan Hernández, titular de la desaparecida oficina presidencial de atención a migrantes, Ortiz opinó que Hernández no cumplió con lo que le ofreció Fox.

Recuerda que Fox, al iniciar su presidencia, les dijo: "Ustedes son héroes, y vamos a ayudarlos y para eso aquí está Juan Hernández". Pero Hernández se "desvió". Tereso Ortiz insiste en que hay "buenas intenciones", pero que los de Casa Guanajuato "no sólo nos quedamos con las intenciones, lo nuestro son hechos concretos".

Recomienda a Hernández y a otros como él "primero, quitarse la corbata, (que se ponga al nivel de) nosotros... que vaya con la raza a comerse un taco". Continúa: "Segundo, que presente propuestas en verdad, que reconozcan las necesidades y qué hacemos con ellas... Aquí no pedimos limosnas, eso ya cambió".

Señala que "no supimos cuál era la función" de Hernández, "pero tal vez no es de extrañarse... Tal vez se politizó su posición". Tereso Ortiz afirma que en México se debe entender que el mundo de la inmigración va a cambiar, y que hay tantas transformaciones en Dallas como en México. "Todo ha cambiado, desde aquí hasta Ocampo."

La colonia que está alrededor de la Casa Guanajuato es México; casi todos los letreros están en castellano, y a lo largo de cuadras hay un sinnúmero de restaurantes mexicanos, tiendas de hierbas y amuletos, dulcerías, paleterías, taquerías. Hay seis periódicos semanales en español en Dallas y Fort Worth. Estas colonias han sido resucitadas, rescatadas de la descomposición por la comunidad mexicana.

"Los inmigrantes mexicanos demuestran una capacidad de recuperación, de rescate de comunidades", comenta la antropóloga Laura González, de la Universidad de Texas en Dallas, antes investigadora y académica en Guanajuato. Esta colonia forma parte de lo que aquí se llama Guatex, o Guanajuato-Texas.

González dice que la autogestión de la comunidad se manifiesta también en la creación de asociaciones estatales como Casa Guanajuato, la Federación de Zacatecas del Norte de Texas, la Asociación Potosina de Dallas y los Hidalguenses Unidos. Mediante estas organizaciones, entre otros puntos de contacto, se mantiene constante la relación con los lugares de origen en México. "Aquí están nuestras manos, allá están nuestros corazones", resume González.

OBRAS EN ZACATECAS

Martín Carvajal, presidente de la Federación de Clubes Zacatecanos del Norte de Texas, informa que en el estado viven unos 300 mil zacatecanos, y hay hasta 21 clubes, los cuales forman parte de un total de 249 en este país dentro de 16 federaciones de Zacatecas a escala nacional.

Las remesas de estos clubes han financiado desde carreteras hasta clínicas, escuelas y sistemas de agua potable en Zacatecas. Ahora hay 325 propuestas de obras en Zacatecas que están por aprobarse.

Carvajal explica: "Los ricos lo tienen todo, el dinero y el poder, nosotros sólo tenemos a la gente y la unidad". Pero de ahí, se desarrolla una dinámica muy definida para juntar recursos y dedicarlos a proyectos allá, por conducto de los programas tres por uno (el gobierno federal, el estatal y el municipal ponen un peso por cada uno que envía un club), y que son manejados entre el club del pueblo aquí y una contraparte en ese pueblo, aunque las propuestas enviadas desde allá se evalúan y se aprueban por las federaciones.

Mientras, los inmigrantes se superan y cambian el panorama socioeconómico de esta región, explica Carvajal. "En cinco años, los latinos estarán en otro nivel de poder económico; estamos saliendo de la ignorancia para ver las cosas como realmente son. Primero hay que vernos a todos como humanos, superar el racismo y entrar a la era del conocimiento", afirmo.

Francisco Ramírez, otro zacatecano, agrega "la educación es todo" para progresar. Para los inmigrantes, dice, "la barrera es el idioma y la capacitación en el trabajo". Ramírez fue maestro y director de primaria en Zacatecas. Llegó a Estados Unidos desde Fresnillo hace unos 15 años. Cortó fruta en Oregon, fue pintor de casas y ahora pinta piezas para aviones. Su prioridad es la educación de sus cuatro hijos, y en su tiempo libre trabaja para fortalecer los clubes zacatecanos en Texas.

Son los ladrillos, los cables, las vigas, de este nuevo puente. Un puente que cambia todo por donde pasa, y que se construye con cada persona que lo cruza.

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