LA UTILIDAD DE LA BANCA
Mientras
el país experimenta fuertes presiones y limitaciones originadas
por la crisis financiera global y por los complejos problemas estructurales
y coyunturales que enfrenta la economía nacional, la banca mexicana
reportó, en el primer semestre del año, utilidades por 10
mil 728 millones de pesos, es decir, 8.1 por ciento más que en el
mismo periodo de 2001.
En situaciones de prosperidad económica, tal nivel
de beneficios constituiría un indicador auspicioso del crecimiento
general del país; sin embargo, las ganancias de las entidades bancarias
provienen sustancialmente -al margen de la rentabilidad, todavía
reducida, propia de su actividades- de las millonarias transferencias que
el gobierno federal les ha canalizado por concepto de intereses sobre los
pagarés del Fobaproa. Según datos de la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público, los bancos recibieron del
IPAB, entre enero y mayo pasados, 14 mil 246 millones de pesos. En pocas
palabras, la banca mexicana vive prácticamente a expensas de los
contribuyentes y consume recursos que deberían ser destinados a
incrementar la infraestructura nacional y el bienestar social de los mexicanos.
Por añadidura, los resultados favorables de la
banca no han tenido un correlato en el incremento del crédito a
las actividades productivas. Por el contrario, en el primer semestre de
2002, los bancos han destinado al desarrollo económico nacional
recursos mucho menores que en el mismo periodo del año pasado: 11.9
por ciento menos en el ámbito del financiamiento total al sector
privado, 15.4 por ciento menos al crédito para vivienda y 17.9 por
ciento menos al apoyo de la actividad empresarial. En conjunto, los datos
indican claramente que las entidades bancarias mexicanas, la mayoría
de ellas en manos extranjeras, han dado la espalda al país mientras
llenan sus arcas con fondos fiscales.
En este contexto, la negativa de Banamex, BBVA-Bancomer,
Banorte y Bital a someterse a las auditorías que establece la ley
del IPAB para mantener la entrega de recursos por concepto de intereses
del Fobaproa resulta escandalosa. Dado que tales indagaciones pretenden
identificar créditos irregulares que deberían ser pagados
por los banqueros y no por los ciudadanos, la resistencia de estas entidades
bancarias a ser investigadas a fondo constituye un nuevo abuso contra la
nación. No conformes con los inmensos beneficios que les reporta
el ilegal rescate bancario, los bancos pretenden seguir lucrando del erario
público sin apostar equitativamente por el desarrollo nacional y
manteniendo en la oscuridad sus pasivos fraudulentos.
Ante tales circunstancias, es claro que el país
no puede permitirse mantener un esquema de saneamiento bancario que desangra
los recursos nacionales y sólo beneficia a unos cuantos privilegiados.
¿Por qué los mexicanos deben seguir padeciendo insuficiencias
en materia de alimentación, educación, salud, vivienda y
servicios públicos mientras el IPAB engorda a los bancos con miles
de millones de pesos?
Mientras perduren tales desequilibrios, ningún
gobierno de México podrá demostrar suficientemente y más
allá de los discursos su compromiso con la democracia, la justicia
y el desarrollo nacional.