El crimen del padre Amaro intenta ''prolongar''
el desprestigio de la institución: obispo de León
La Iglesia no censura, sólo da líneas
doctrinarias, afirma el Episcopado
El titular de la diócesis guanajuatense
insta a la prohibición de espectáculos que atenten contra
la moral y las buenas costumbres, como la película de Carrera, ''que
no he visto''
ERICKA MONTAÑO Y MARTIN DIEGO REPORTERA
Y CORRESPONSAL
La tarea de la Iglesia católica en materia de cine
es "ayudar a que artistas, guionistas, productores y directores se encuentren
con Cristo", explica a La Jornada el presidente de la Comisión
Episcopal de Educación y Cultura de la Conferencia del Episcopado
Mexicano (CEM), monseñor Ramón Godínez. En relación
con la polémica generada por la cinta El crimen del padre Amaro,
de Carlos Carrera, cuyo estreno se aplazó por la visita de Juan
Pablo II, el arzobispo dijo que las acciones de protesta provienen de ''grupos
de laicos con educación cristiana''.
En
forma reciente Laura Mejía Bañuelos publicó una página
en la internet en la que convoca a católicos a manifestarse en contra
de la cinta de Carrera y enviar cartas al secretario de Gobernación,
Santiago Creel, para que prohíba su exhibición.
En tanto, el vicepresidente de la CEM y obispo de la diócesis
de León, Guanajuato, José Guadalupe Martín Rábago,
consideró que la película del cineasta mexicano tiene la
intención de "prolongar" el desprestigio de la Iglesia católica,
mientras el vocero de la diócesis, José Luis Mesa, se manifestó
por que las autoridades prohíban todo espectáculo que atente
contra la moral y las buenas costumbres, como "la película, que
no he visto".
Entrevistado tras el servicio religioso dominical, el
vicepresidente de la CEM sugirió que detrás de la película
hay ''grupos interesados por causar daño a la Iglesia". Indicó
que aunque no ha visto la cinta, "lo que he visto a través de la
prensa es que es una película que tiene contenidos ciertamente agresivos,
impactantes, muy negativos hacia la Iglesia católica y en particular
hacia los sacerdotes.
"Indudablemente preocupa que se haga una campaña
negativa sobre la Iglesia católica, pero no puedo decir más
mientras no conozca la película".
El prelado se preguntó por qué se filmó
''precisamente ahora; ¿qué intención hubo en ofrecer
al pueblo mexicano esta clase de películas cuando hemos estado bombardeados
por una serie de escándalos que, sabemos, han repercutido de manera
negativa (en la Iglesia)?".
Arte bajo la lupa
El interés por el cine no es gratuito. A partir
del desarrollo del cinematógrafo como industria y medio de comunicación,
la Iglesia católica ha manifestado su preocupación por que
esta rama cultural sirva para promover valores y códigos éticos
de la doctrina.
El 1o. de enero de 1952 se creó en el Vaticano
la Comisión Pontificia de Cinematografía, Radio y Televisión,
encaminada ''al estudio de los problemas de cine, radio y televisión
que están relacionados con la fe y la moral", y tiene por objeto
"estudiar las direcciones tanto ideológicas como prácticas
de la producción cinematográfica y de las emisiones radiofónicas
y televisivas, (así como) dirigir la labor de los católicos
y promover la actuación de las normas directivas de la Suprema Autoridad
Eclesiástica".
Sin
embargo, en sus estatutos subraya que la comisión, con sede en el
Vaticano, "se abstiene de publicar juicios favorables o desfavorables sobre
películas, o sobre emisiones radiofónicas o televisivas".
Cinco años después, el 8 de septiembre,
el entonces jefe de la Iglesia católica Pío XII dio a conocer
una encíclica sobre cine, radio y televisión, Miranda
Prorsus, en la que habla del desarrollo de esos tres medios y señala,
además de sus beneficios, sus peligros.
El documento refiere que "es contraria a la doctrina cristiana
y a las mismas superiores finalidades de las técnicas de difusión
la actitud de quienes tratan de reservar el uso exclusivo de ellos para
fines políticos y propagandísticos, o los consideran mero
negocio económico. Asimismo, no se puede aceptar la teoría
de los que a pesar de los desastres morales y materiales causados en el
pasado por semejante doctrina sostienen la llamada 'libertad de expresión',
no en el noble sentido indicado antes, sino como libertad para difundir
sin ningún control todo lo que a uno se le antoje, aunque sea inmoral
y peligroso para la fe y las buenas costumbres".
A continuación define las obligaciones de los poderes
públicos y de los grupos profesionales que, en resumen, es vigilar
los medios de difusión, pero no sólo en lo relativo a intereses
públicos, sino también a la moralidad pública.
Respecto del cinematógrafo, el documento advierte
no podrá ser "un elemento positivo de elevación, educación
y mejoramiento sin la escrupulosa colaboración de todos los que
tienen una parte de responsabilidad en la producción y difusión
de los espectáculos cinematográficos". Y luego hace recomendaciones
a quienes clasifican las películas, y a críticos, empresarios,
distribuidores, actores, productores y directores.
Exhorta
a la sociedad civil a "no prestar ninguna clase de ayuda a la producción
o programación de películas de moralidad deficiente y sí
más bien a propiciar con medidas apropiadas las producciones cinematográficas
sanas, especialmente las que se dirigen a la juventud. Puesto que el Estado
invierte grandes sumas para fines educativos, debe empeñarse seriamente
en la solución positiva de un problema educativo de tanta importancia".
Si bien en México los intentos de censura contra
programas de televisión y películas provienen de grupos de
católicos laicos, según refiere monseñor Godínez,
en países como Francia la intervención es directa. El ejemplo
más reciente ocurrió con la película Amén,
del director Constantin Costa-Gavras, en la que denuncia el silencio del
Vaticano durante el Holocausto, justamente en el pontificado de Pío
XII.
La cinta se estrenó el 27 de febrero en París,
en medio de la oposición de la Iglesia católica, tanto al
contenido de la cinta como a la publicidad encabezada por el cartel diseñado
por Oliverio Toscani, el polémico fotógrafo responsable durante
muchos años de las campañas publicitarias de Benetton. En
los carteles se confunde la cruz cristiana con la suástica.
En nuestro país La última tentación
de Cristo puede verse sólo en video y en cineclubes.