Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 29 de julio de 2002
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Espectáculos
Las 50 mil almas en el Foro Sol, el sábado, vieron pasar el concierto como en un video

A Britney Spears le faltaron voz y carisma para atrapar al público

Muchos abandonaron el lugar antes de la mitad de la hora con 10 minutos del espectáculo

Incluyó un blues, que más bien desesperó a quienes anhelaban frenéticos movimentos de cadera

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

A la cantante curvilínea, además de voz, le faltó carisma para atrapar a los espectadores que el sábado vieron transcurrir la hora y 10 minutos del espectáculo como en un interminable video de MTV. Muchos, decepcionados, abandonaron el lugar antes de llegar siquiera a la mitad del concierto.

Fue la primera de dos presentaciones que Britney Spears ofreció este fin de semana en el Foro Sol, apoyada por coristas, bailarines y un equipo de luz y sonido que incluyó una plataforma aérea, cuya única gracia era recorrer el escenario de atrás hacia delante y viceversa y permitir, al menos en dos canciones, que descendiera de las alturas amarrada con ligas colocadas en la cintura.

Hay que sumar fuegos artificiales, una cascada de agua, dos pantallas gigantes colocadas a los costados, una más pequeña en el centro del escenario, y numerosos cambios de vestuario, además de las coreografías que la han hecho famosa (claro, aparte de la parafernalia comercial que la rodea).

Después de las primeras canciones se hizo evidente que la llamada sucesora de Madonna no tenía la capacidad de cumplir las expectativas de sus fans y que ella tampoco quería ganarse al público mexicano. Pocas fueron las canciones que corearon de principio a fin, pocos fueron también los que se aventaron todo el concierto de pie. La mayoría se quedaron sentados plácidamente y otros optaron por abandonar el foro. Faltaron también los tradicionales piropos que suelen acompañar a quien presume uno de los mejores cuerpos del medio del espectáculo.

Intentos por agradar

Hizo dos intentos por agradar: el primero después de entonar Stronger, cuando se le ocurrió decir, en su idioma natal, "son un buen público" (dijo algo más pero sólo ella supo qué, porque el sonido en ese punto se tornó pésimo), y el segundo casi al final cuando, como parte de la coreografía, dos de sus bailarinas salieron a escena con sombreros, de esos que identifican plenamente al mexicano dormido, cobijado con un sarape al lado de un cacto en mitad del desierto.

Si bien la niña-mujer-femme fatale no desafinó en ninguna de las canciones, lo cierto es que su voz no alcanzó a llenar el Foro Sol y atrapar a las más de 50 mil personas que estaban en el lugar. Sus palabras se perdieron y sólo fue posible seguir las letras gracias a quienes hicieron la tarea y se las aprendieron antes de llegar.

Quiso sorprender también con un blues. Sentada a mitad del escenario y acompañada de un piano, la Spears dejó caer las palabras lentamente pero, más que agradar, desesperó a quienes querían ver los movimientos casi frenéticos de su cadera. Tuvieron que aguantar otra canción lenta, I'm not a girl, not yet a woman, antes de que sacudiera el escenario con el cover I love rock and roll, que prendió sin llegar a convertirse en la parte apoteósica del concierto que, dicho sea de paso, no llegó en ningún momento.

El público coreó sólo parte de sus temas más conocidos

Oops I did it again, Crazy, Overprotected, Lucky y Stronger, sus temas más conocidos, medio despertaron al público que coreó sólo parte de ellos. El resto de los temas -incluyendo Boys, What it's like to be me, Don't let me be the last to know- pasaron sin pena ni gloria.

Llegó la última canción, I'm slave 4 u, aquella con la que rompió su imagen de niña buena para convertirse en adelante en una vampiresa postadolescente y afianzar la moda del ombligo al aire, que adolescentes y adultas siguen fielmente aunque el cuerpo no se acerque ni tantito al de la estrella.

Las luces se encendieron y unos cuantos, nada más para no fallar en la tradición, pidieron otra. La señorita regresó para despedirse con Baby one more time, que la llevó a la fama hace cuatro años. La canción no era para complacer la ¿demanda? del público. Sólo fue el acto bien planeado que marcó el final de un show insulso que confirmó, una vez más, que a la Spears le queda grande la corona de reina del pop.

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