Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 31 de julio de 2002
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Política

En cinco horas acabaron con la condición laica del Estado

Medios electrónicos exaltaron ayer ''el fin de la simulación''

Desmesura y manipulación de conductores y reporteros

JENARO VILLAMIL

Cinco horas ininterrumpidas de transmisión y enlaces en vivo de los medios electrónicos privados -incluyendo al Canal 11, de origen público- para cubrir la quinta visita pastoral de Juan Pablo II a México, tuvo como mensaje coincidente en los comentarios de los conductores, en la exaltación de los reporteros y en las declaraciones del titular de Gobernación, Santiago Creel, y del presidente Vicente Fox, el siguiente: ''Se acabó la simulación''. La condición laica de la República Mexicana se convirtió por obra y gracia de la saturación y del exceso telegénico en una simple ''simulación''.

Recordar la separación entre las iglesias y el Estado se volvió ''religiosamente incorrecto'' en los medios electrónicos. Por el contrario, el fervor y la exageración pietista fueron las notas predominantes en la cobertura de Televisa, Tv Azteca, Canal 11, CNI-Canal 40 y los principales noticieros radiofónicos, que convirtieron al pontífice católico en pretexto también para comentarios desmesurados y no carentes de chovinismo como éste del canal de las estrellas: ''šMéxico conquista al Papa! šEl Papa conquista a México!''

Javier Alatorre, en Canal 13, editorializó: "Estamos viendo el fin de las simulaciones entre los políticos y la religión'', mientras que Canal 2 difundía la declaración de Santiago Creel: ''Ya no hay simulaciones. Ahora los obispos pueden asistir con sus trajes típicos (sic)''. En la entrevista matutina, retransmitida por la tarde en Canal 13, el presidente Vicente Fox insistió en que él es el primer mandatario que acude a una ceremonia religiosa ''sin simulaciones''. En el momento que aterrizaba el avión que transportó a Juan Pablo II de Guatemala a la ciudad de México, el reportero de Canal 2 exclamó: ''šCómo ha cambiado la simulación que antes existía en las visitas del Papa!''

En cadena nacional y con un share televisivo que rebasó 90 por ciento de la audiencia en la zona metropolitana, los feligreses se convirtieron en auditorio telegénico. Prácticamente, todos los mexicanos observaron el momento en que Vicente Fox besó el anillo papal, algo que está más allá de la cortesía o el fervor, mientras que otros políticos prefirieron simplemente saludarlo. De hecho, así lo destacaron Joaquín López Dóriga y Valentina Alazraki, en la cobertura de Televisa.

La desmesura no impidió que las dos grandes cadenas televisivas se autopromovieran ad náuseum como si fueran los medios privilegiados del Papa. Así, por ejemplo, Javier Alatorre, en júbilo absoluto, subrayó: ''El corazón de este hombre (Juan Pablo II) es tan grande que alcanza para todos desde donde usted nos esté sintonizando''. La reportera de Canal 13, Hannia Novel, alentó la desmesura: ''Estoy cierta de que el mundo está pendiente de la imagen de Tv Azteca. Esta ciudad está paralizada''.

Canal 2 recordó que el medio es el mensaje. Su reportera estelar en El Vaticano, Valentina Alazraki, contextualizó a lo largo de la transmisión sus encuentros con el pontífice, sus visitas a otros países y su ''amor especial'' por México. Hasta la cantante Lucero se convirtió, junto con Dolores Ayala y Joaquín López Dóriga, en intérprete de la subjetividad del Papa. ''La idea final es que somos un pueblo privilegiado... Recordemos sus 23 años de amor y de paz que nos ha dado''. El reportero Enrique Rodríguez confesó poco antes que el papamóvil llegara a la nunciatura: ''No podemos ser objetivos en este momento, porque nos embarga la alegría''.

El Canal 11 no quedó muy atrás de esta algarabía que homogeneizó contenidos y dejó para otra época la necesaria objetividad. Su reportero Carlos Ibarra parafraseó el spot de Televisa: ''La fe es algo que se puede sentir... No hay palabras para describir este espectáculo de las luces''.

El análisis de Roberto Blancarte, presente en el estudio con la conductora Adriana Pérez Cañedo, quedó prácticamente borrado por la papanomanía. En el estudio de la televisora del Politécnico subrayó que con esta visita se fortalece ''un cierto tipo de religiosidad. Es un fervor muy ligado al Papa, más ligado a la cuestión emocional''.

Saturación emocional

La llegada de Juan Pablo II a México se convirtió prácticamente en el único asunto informativo para los medios electrónicos. La programación de la televisión se modificó para privilegiar los detalles más nimios de su arribo. Se hizo un reportaje del avión llamado Mensajero de la Esperanza, que lo transportó de Guatemala a la ciudad de México, se especuló si bajaría o no las escalinatas, se presentaron los regalos que le han dejado en la nunciatura, el Hangar Presidencial fue calificado como el ''corazón'' que recibiría a Juan Pablo II, y hasta se describió el cielo guatemalteco como ''triste'' por su salida. No pocos comentaristas en la radio señalaron como ''milagro'' que la lluvia no cayera durante el recorrido.

Incluso, antes de que llegara el pontífice católico contrastaban los testimonios serenos de los fieles que se agolparon en las calles con la exaltación de los reporteros que anunciaban el espectáculo. En los alrededores de la nunciatura, la reportera Julieta Lujambio organizaba las porras entre los asistentes: ''A ver, quiero que practiquemos las porras'', los animaba. ''Verdaderos ríos humanos'', decía otro comunicador, mientras Joaquín López Dóriga consideraba que se presenciaba ''una fiesta familiar'' en las calles de la ciudad de México.

''Desbordante algarabía'', ''aumento de fe en el corazón de miles de mexicanos'', ''de noche y de día, Juan Pablo es algarabía'', ''toda una multitud está volcada en las calles'', ''no hay palabras para describir este espectáculo de las luces'', ''somos un pueblo privilegiado'' y otras muchas expresiones predominaron sin cesar a lo largo de más de cinco horas.

Los adjetivos desmesurados y la incontinencia transformaron, una vez más, a la pantalla privada en medios confesionales. Curiosamente, el artículo 16 de la Ley de Asociaciones Religiosas prohíbe expresamente que éstas y los ministros de culto posean o administren, por sí o por interpósita persona, ''concesiones para la explotación de estaciones de radio, televisión o cualquier tipo de telecomunicación, ni adquirir, poseer o administrar cualquiera de los medios de comunicación masiva''.

Con la llegada de Juan Pablo II esta prohibición quizá se volvió simple ''simulación''. La televisión y la radio se postraron ante el Papa, como también lo hizo el presidente Fox.

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