José cueli
Sólo la derecha
La derecha está en su apogeo. En la llamada fiesta brava, ni se diga. La izquierda pasó a mejor vida; nadie se acuerda de ella. Los futuros matadores de toros son entrenados en el manejo de la mano derecha. Una derecha tramposa basada en la instrumentación de los derechazos. Por el derechazo hacia la gloria eterna.
Ese derechazo embarcando al toro con el pico de la muleta y en cuanto éste pasa, correr hacia el rabo del burel, rectificando el terreno. Dije toro por la fuerza de la costumbre y por no decir el borrego en que han convertido al animal más poderoso con sus astifinos pitones, en los que se esconden las fuerzas brutas de la naturaleza. Esas fuerzas desconocidas que nos enlazan con la muerte.
Actualmente, tarde a tarde, ese derechazo echando el novillín hacia fuera y, desde la distancia, el nuevo derechazo sin reunir ni ligar ni ritmar. El pegapasismo, que es lo opuesto al toreo cifrado en reglas básicas: las de embarcar desde lejos, templar y mandar y recoger, que parecen desaparecer al igual que el toro que marcaba las reglas y el peligro, no la faenita prefabricada al novillín manso menso.
Todo ello ha degenerado en una aburrición que ha vaciado a las plazas de los aficionados. Sólo quedamos los más locos en espera de un milagro imposible. Los milagros están al servicio de la derecha, no de la izquierda peleonera, crítica y molesta. Y por supuesto ayer nuevamente novilleros carentes de los mínimos de técnica, y lo peor, de valor, ganas de ser, tratando de hacer la faena soñada derechista a pico, para estar a tono con los tiempos que corren. Y ni así, pese a que los novillos de San Marcos fueron muy toreables y derechistas.