MEXICO, S.A.
Carlos Fernández-Vega
La reforma eléctrica, un dulce sin azúcar
No hay dinero para invertir en energía, pero no se cobran impuestos a banqueros
T RUNCA, O MOCHA como el águila que su gobierno utiliza como distintivo, se presentó en sociedad -por fin- la tan esperada como anunciada iniciativa presidencial de reforma en materia "energética".
EL PASADO VIERNES la Cámara de Senadores dio entrada formal al documento enviado por Los Pinos y lo agendó para el próximo miércoles, fecha en la que esa instancia legislativa iniciará su análisis y discusión. Superado el primer escollo -la presentación en sí-, ahora sólo falta que el Congreso de la Unión apruebe la iniciativa del cambio -incluido el constitucional-, lo que se antoja más que improbable.
AUNQUE SU CONTENIDO no es del dominio público, pero sí de los amigos de Merrill Lynch, se puede adelantar que los chiquillos y chiquillas de Xiconténcatl dedicarán la mitad del tiempo por ellos previsto para la disección de la iniciativa presidencial, toda vez que el proyecto de "reforma energética" se limitó al ámbito eléctrico, dejando para mejores tiempos -Ƒdespués de las elecciones intermedias de julio venidero?- un ejercicio similar para el sector de los hidrocarburos.
ES CUESTION DE CONOCER el detalle de la propuesta foxista, pero resulta obvio que la "mágica solución" (sin privatizar las compañías sectoriales propiedad de la nación, ni lesionar la soberanía en la materia, limitar la rectoría del Estado en esta actividad o ceder el control de los recursos, llegarán desinteresadas, solidarias y multimillonarias inversiones privadas) para atender la creciente demanda de energía eléctrica en el país, ofrecida y presumida en el discurso del inquilino de Los Pinos, sólo pasará a engrosar el creciente costal de sofismas acumulado por el gobierno del cambio.
ENTRE OTRAS COSAS, hasta donde se conoce, la iniciativa presidencial pretende convencer a los legisladores de que entre las bondades ofrecidas, además de los cambios constitucionales, se cuenta la de no privatizar la Comisión Federal de Electricidad ni la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, mucho menos sus activos (se trata, sostiene la propuesta, de abrir espacios para que los usuarios tengan "alternativas para elegir quiénes le suministrarán la luz").
EL ANTERIOR ES UN DULCE sin azúcar. Valga como ejemplo que con la privatización de la banca, la propiedad de las instituciones financieras del Estado -Nafin, Bancomext, Banobras, entre otras- permaneció sin cambio, aunque a raíz de ese suceso sus recursos han sido permanentemente utilizados para "rescatar" y "salvar" a la banca privada de sus excesos y corruptelas. Es decir, se privatizó el mercado financiero (las famosas "alternativas"), como ahora se pretende hacer con el eléctrico, pero se socializaron los costos. De aprobarse la "reforma mocha", los resultados inmediatos y mediatos en materia eléctrica no tendrían por qué ser distintos a los sufridos en materia bancaria.
BONDADES APARTE, EN SU iniciativa el gobierno del cambio advierte que no hay recursos para atender la creciente demanda de energía eléctrica. Lo ratificó el secretario de Energía, Ernesto Martens: no hay dineros públicos para invertir en la modernización del sector eléctrico, por lo que se requiere la participación del sector privado para garantizar el suministro. No hay recursos, aseguró el subsecretario de energía, Nicéforo Guerrero: la Comisión Federal de Electricidad, sin considerar deudas y pasivos, requiere 50 mil millones de pesos de inversión, y si depende sólo de sus recursos únicamente tiene capacidad para cubrir 40 por ciento de esa inversión.
RESULTA INCONGRUENTE el señalamiento, toda vez que el presidente Fox presume que México cuenta con un nivel histórico de reservas internacionales (alrededor de 45 mil millones de dólares), pero no sabe qué hacer con ellas. Si esos dineros se canalizaran al sector productivo, y el eléctrico forma parte fundamental de él, bien se podría atender el volumen de inversión, salvar varios escollos y generar más riqueza, amén del empleo creado. Pero no saben qué hacer con esas reservas.
NO HAY DINERO, PERO el gobierno federal no cobra impuestos por 367 mil 867 millones de pesos debido a que los banqueros no pagan sus tributos (46 mil 668.33 millones acumulados) y las grandes empresas logran devoluciones por cantidades millonarias. "Además, hay los llamados créditos fiscales, que en muchos casos son incobrables. El hoyo en los ingresos públicos equivale a 50 por ciento de los ingresos tributarios para este año, calculados en 733 mil 290.8 millones". (La Jornada, Antonio Castellanos).
EL GOBIERNO CARECE DE dineros, pero la Secretaría de Hacienda y Crédito Público reporta un saldo de 277 mil 263.3 millones de pesos en créditos fiscales al 30 de junio pasado. La mayor parte, 143 mil 769.9 millones, corresponde a créditos controvertidos que no pueden ser objeto de acciones coactivas de cobro por parte de la administración tributaria, debido a que están sujetos a algún procedimiento de carácter legal. Su cobro depende de una resolución o sentencia de la autoridad competente.
ADEMAS, 70 MIL 215.3 millones son créditos incobrables que la autoridad fiscal ha determinado como a cargo de deudores insolventes o no localizados. La cancelación de los créditos fiscales está sujeta a procedimientos vigilados por la Contraloría Interna del Servicio de Administración Tributaria; la Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo, la Dirección General de Fondos y Valores de la Tesorería de la Federación y por la Auditoría Superior de la Federación. Por diversas circunstancias, Hacienda no ha podido revertir los pleitos legales de los contribuyentes que se inconforman con el pago de sus contribuciones. El reporte más reciente destaca que de un total de 20 mil 112 juicios ha perdido 12 mil 516, lo que ha implicado devoluciones por 40 mil 489.8 millones de pesos.
LASTIMA: NO HAY recursos para invertir en el sector eléctrico.
Las rebanadas del pastel:
YA NI ELLOS LO AGUANTAN: "El FMI va más allá del punto en que puede ser reformado y debe ser abolido. No se ha ganado la confianza de los mercados; sus paquetes de ayuda han fracasado en un gran por ciento de las veces... Su credibilidad ha sido tan erosionada que sería bueno comenzar de la nada" (Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía y ex economista jefe del Banco Mundial).
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