Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 19 de agosto de 2002
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Editorial
 
 
EU: LA GUERRA SIN RUMBO

SOLDe acuerdo con un informe publicado por Los Angeles Times en su edición de ayer, las autoridades militares y policiales de Estados Unidos no han logrado identificar a ningún dirigente de la organización Al Qaeda entre los casi 600 prisioneros que Washington mantiene -en condiciones de secuestro- en su base militar de Guantánamo. A decir de la publicación, las corporaciones de inteligencia del gobierno estadunidense no han logrado obtener de sus cautivos ningún dato relevante sobre el funcionamiento o los planes de esa red, declarada enemiga máxima por el presidente George W. Bush.

Mientras tanto, en Pakistán, los efectivos de Washington detienen indiscriminadamente y sin ninguna formalidad legal a quienes les parecen sospechosos de participar en las organizaciones terroristas antiestadunidenses y en muchos casos se llevan a los detenidos al vecino territorio afgano, donde son víctimas de un cautiverio que se parece mucho a la desaparición política, con tortura incluida. Según un reporte de The Independent, reproducido ayer por La Jornada, di- versos ciudadanos árabes se encuentran en tales condiciones en Bagram, principal centro de interrogatorio de prisioneros de Estados Unidos en Afganistán.

El comandante de las tropas de ocupación en ese país, el general Tommy Franks, afirmó el jueves pasado que los efectivos estadunidenses permanecerán allí por un "largo, largo tiempo", y comparó la situación de esas fuerzas militares con las que su país mantiene en Corea del Sur desde hace más de medio siglo.

En suma, cuando se acerca el primer aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre, los cuales sirvieron de pretexto para desencadenar la mayor ofensiva militar estadunidense en el extranjero desde la guerra del golfo Pérsico, los únicos resultados palpables de la reacción estadunidense son el arrasamiento de un país remoto, de por sí destruido por guerras previas, el deterioro generalizado de los derechos humanos en el mundo -empezando por la propia nación vecina- y una creciente incertidumbre sobre la dirección y el sentido del belicismo de la Casa Blanca. Por lo demás, Al Qaeda sigue siendo una organización tan fantasmal y escurridiza como lo era antes de los ataques contra las Torres Gemelas y el Pentágono, y las instituciones de Washington han matado o maltratado a decenas de miles de árabes y musulmanes en represalia por los atentados, pero no han avanzado un centímetro en el esclarecimiento de lo ocurrido y en la procuración de justicia.

Frente a la torpeza, la barbarie, la ilegalidad y la confusión que han caracterizado a las respuestas estadunidenses por los atentados, cabe preguntarse cómo podría prosperar la demanda que el jueves pasado presentó ante un tribunal de Washington un grupo de familiares de víctimas de los ataques terroristas referidos contra "aquellos que impulsaron, financiaron, patrocinaron o apoyaron materialmente los actos de barbarie y terror". Para desgracia de los demandantes ?a quienes sin duda asiste la razón?, su propio gobierno se ha encargado de despedazar el "estado de derecho" conforme al cual pretenden "responsabilizar de sus actos" a los autores, aún desconocidos, de los bárbaros ataques.
 

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