EU: LA GUERRA SIN RUMBO
De
acuerdo con un informe publicado por Los Angeles Times en su edición
de ayer, las autoridades militares y policiales de Estados Unidos no han
logrado identificar a ningún dirigente de la organización
Al Qaeda entre los casi 600 prisioneros que Washington mantiene -en condiciones
de secuestro- en su base militar de Guantánamo. A decir de la publicación,
las corporaciones de inteligencia del gobierno estadunidense no han logrado
obtener de sus cautivos ningún dato relevante sobre el funcionamiento
o los planes de esa red, declarada enemiga máxima por el presidente
George W. Bush.
Mientras tanto, en Pakistán, los efectivos de Washington
detienen indiscriminadamente y sin ninguna formalidad legal a quienes les
parecen sospechosos de participar en las organizaciones terroristas antiestadunidenses
y en muchos casos se llevan a los detenidos al vecino territorio afgano,
donde son víctimas de un cautiverio que se parece mucho a la desaparición
política, con tortura incluida. Según un reporte de The
Independent, reproducido ayer por La Jornada, di- versos ciudadanos
árabes se encuentran en tales condiciones en Bagram, principal centro
de interrogatorio de prisioneros de Estados Unidos en Afganistán.
El comandante de las tropas de ocupación en ese
país, el general Tommy Franks, afirmó el jueves pasado que
los efectivos estadunidenses permanecerán allí por un "largo,
largo tiempo", y comparó la situación de esas fuerzas militares
con las que su país mantiene en Corea del Sur desde hace más
de medio siglo.
En suma, cuando se acerca el primer aniversario de los
atentados terroristas del 11 de septiembre, los cuales sirvieron de pretexto
para desencadenar la mayor ofensiva militar estadunidense en el extranjero
desde la guerra del golfo Pérsico, los únicos resultados
palpables de la reacción estadunidense son el arrasamiento de un
país remoto, de por sí destruido por guerras previas, el
deterioro generalizado de los derechos humanos en el mundo -empezando por
la propia nación vecina- y una creciente incertidumbre sobre la
dirección y el sentido del belicismo de la Casa Blanca. Por lo demás,
Al Qaeda sigue siendo una organización tan fantasmal y escurridiza
como lo era antes de los ataques contra las Torres Gemelas y el Pentágono,
y las instituciones de Washington han matado o maltratado a decenas de
miles de árabes y musulmanes en represalia por los atentados, pero
no han avanzado un centímetro en el esclarecimiento de lo ocurrido
y en la procuración de justicia.
Frente a la torpeza, la barbarie, la ilegalidad y la confusión
que han caracterizado a las respuestas estadunidenses por los atentados,
cabe preguntarse cómo podría prosperar la demanda que el
jueves pasado presentó ante un tribunal de Washington un grupo de
familiares de víctimas de los ataques terroristas referidos contra
"aquellos que impulsaron, financiaron, patrocinaron o apoyaron materialmente
los actos de barbarie y terror". Para desgracia de los demandantes ?a quienes
sin duda asiste la razón?, su propio gobierno se ha encargado de
despedazar el "estado de derecho" conforme al cual pretenden "responsabilizar
de sus actos" a los autores, aún desconocidos, de los bárbaros
ataques.